LA PALABRA TAROT EN LA OBRA DE RENE GUENON |
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Reproducimos
en estas líneas la transcripción literal, con un mínimo
contexto adyacente, de las veces en las que a lo largo de su obra, René
Guénon se ha referido expresamente a la palabra Tarot. Para ello
ha sido de inestimable ayuda el trabajo de André Désilets
titulado René Guénon, Index-Bibliographie, publicado
en Quebec en 1977 por Les Presses de L'Université Laval, dentro
de su colección "Bibliothèque Philosophique". En este trabajo
el Sr. Désilets presenta un amplio índice de palabras de
la obra de René Guénon indicando en qué libros y páginas
se trata este o aquel término. Añadimos también algunas
citas.
Igualmente apuntar que se encuentran abundantes referencias próximas al juego del Tarot, que aparecen de diversa forma a lo largo de la obra de René Guénon. Bien es verdad que hemos considerado la posibilidad de realizar un breve diccionario complementario incluyendo algunas de estas palabras, por ejemplo; rueda de la fortuna, mago, sacerdotisa, muerte, estrella, luna, sol, juicio, etc. y multitud de apreciaciones sobre colores, números, letras, objetos de las láminas u otras posibilidades. Pero no será este amplio espectro el objeto de nuestro trabajo que remitiremos como toda extensión al empleo de la palabra Tarot en la obra de René Guénon. Recordamos a cualquier interesado ampliar sus investigaciones con la bibliografía que al final del artículo facilitaremos. 1. El Rey del Mundo, cap. XI: "Por otro lado, recordaremos una vez más que pueden también haber simultáneamente, fuera del centro principal, muchos otros centros que se relacionan con él, y que son como otras tantas imágenes suyas, lo que es una fuente de confusiones bastante fáciles de cometer, tanto más cuanto esos centros secundarios –siendo más exteriores– son por ello mismo más aparentes que el centro supremo."1
"En efecto, el compás, símbolo 'celestial', luego yang o masculino, pertenece propiamente a Fo-hi, y la escuadra, símbolo 'terrenal', luego yin o femenino, a Niu-kua; pero, en cambio, cuando se los representa juntos y unidos por sus colas de serpiente (correspondiendo así exactamente a las dos serpientes del caduceo), es Fo-hi el que lleva la escuadra y Niu-kua el compás. Esto se explica en realidad por un intercambio comparable a aquel del que antes se ha tratado en lo que concierne a los números 'celestiales' y 'terrenales', intercambio que, en semejante caso, con gran propiedad puede calificarse de 'hierogámico'; no se ve cómo, sin un intercambio tal, podría el compás pertenecer a Niu-kua, tanto más que las acciones que se le atribuyen la representan sobre todo ejerciendo la función de asegurar la estabilidad del mundo, función que se refiere al lado 'substancial' de la manifestación, y que la estabilidad se expresa en el simbolismo geométrico por la forma cúbica".2
2 "Con la interversión de los atributos entre Fo-hi y Niu-Kua cabe relacionar el hecho de que, en las láminas 3ª y 4ª del Tarot, se atribuye a la Emperatriz un simbolismo celestial (estrellas) y al Emperador un simbolismo terrenal (piedra cúbica); además, numéricamente y por el rango de estas dos láminas, la Emperatriz está en correspondencia con el 3, número impar, y el Emperador con el 4, número par, lo que reproduce de nuevo la misma interversión."
Nota del transcriptor: Esta cita correspondiente al capítulo XXV "Las piedras del rayo", con la cual comienza dicho artículo, viene explicada en profundidad a lo largo del capítulo entero. Ibid, cap. XXXI: ".Este triángulo invertido es igualmente el esquema del corazón, y el de la copa, que está asimilada a aquél en el simbolismo, según lo hemos mostrado particularmente en lo que concierne al Santo Graal".1
"Lo que encontramos más bien asombroso es que el autor no quiera admitir que 'símbolos esotéricos hayan sido introducidos en los escudos por los mismos nobles' porque estos 'no estaban en general ni instruidos ni sobre todo iniciados' y no sospecharían por tanto siquiera del sentido real; no habrían oído nunca hablar de una iniciación caballeresca ¿se imaginará tal vez que la instrucción exterior debe construir una condición previa a la iniciación? Que clérigos e incluso artesanos colaborasen a veces en la composición de las armaduras es seguramente muy posible, ¿pero no es ello bien simplemente porque existían entre ellos y los nobles relaciones de orden iniciático, como se encuentran en tantos otros indicios, y sobre todo, precisamente en el dominio del hermetismo?" 6. Formas tradicionales y ciclos cósmicos, cap. "La tumba de Hermes": ".no es el cuerpo de Idris lo que se enterró en la Gran Pirámide, sino su ciencia; y, con esto, algunos entienden que se trata de sus libros: pero, ¿qué verosimilitud tiene el que unos libros hayan sido enterrados así, pura y simplemente, y qué interés habría podido ofrecer esto desde cualquier punto de vista? .(apenas hay necesidad de hacer notar que el caso de los libros depositarios ritualmente en una verdadera tumba es diferente de éste) .por desgracia para la suposición, no hay en la Gran Pirámide, ni inscripciones ni representaciones simbólicas de ninguna clase".1
Ibid, Reseña sobre Le Tarot. Histoire, iconographie, ésotérisme, de Gérard van Rijnberk: "Este gran volumen es el resultado de largas y pacientes investigaciones sobre todo lo que toca de cerca o de lejos al Tarot. En la primera parte, ha reunido todo lo que es posible encontrar en libros y documentos de archivo sobre el origen del Tarot y de las cartas de juego y la época de su aparición en diferentes países de Europa, y hay que decirlo, no ha podido llegar a ninguna conclusión segura. Todo lo que se puede afirmar, es que las cartas de juego han sido conocidas hacia el final del siglo XIII, sobre todo en los países mediterráneos, y que la palabra 'Tarot', cuya etimología es además imposible de descubrir, no comenzó a ser utilizada más que a partir del siglo XV, aunque la cosa sea ella seguramente más antigua. La hipótesis de un origen oriental, sobre el cual algunos han insistido tanto, no está de ningún modo probada: y nosotros añadiremos que, en todo caso, incluso si fuera verdad que los árabes hubieran jugado aquí un papel de 'transmisores', no sería por ello menos inconcebible, por más de una razón, que las cartas hayan tenido nacimiento en un medio islámico, de manera que la dificultad sería simplemente llevada hacia atrás. .Además, contrariamente a las aseveraciones de Vaillant, el Tarot era conocido en Europa occidental antes de que los bohemios penetraran; y es así como todas las 'leyendas' ocultistas se evaporan en cuanto se las quiere someter a un examen serio!" "En la segunda parte, el autor examina todo lo que, en escritos y obras de arte de la antigüedad clásica y de la edad media, le parece presentar alguna relación con las ideas expresadas por el simbolismo de los arcanos del Tarot: algunas similitudes son bastante netas, pero hay otras que son más bien vagas o lejanas. Va de suyo, además, que estos acercamientos no son en todo caso más que muy fragmentarios y no alcanzan sino ciertos puntos particulares; además, hace falta no olvidar que el uso de los mismos símbolos no constituye jamás la prueba de una filiación histórica. No hemos comprendido muy bien por qué, a propósito de estos acercamientos y de las ideas a las que se refieren, M. Van Rijnberk habla de 'exoterismo del Tarot' ni lo que entiende exactamente por esto, ni qué diferencia ve con lo que designa al contrario como su 'esoterismo'." Ibid, Reseña sobre Le Tarot. Essai d'interprétation selon les principes de l'hermétisme, de Jean Chaboseau: "Este libro sobre el Tarot está escrito desde muy otro punto de vista que el precedente, y aunque es mucho menos voluminoso, tiene aparentemente mayores pretensiones, a pesar de su modesta cualificación de 'ensayo'; nosotros no discutiremos, por otra parte, que pueda ser legítimo el buscar una interpretación astrológica y aún algunas otras todavía, con la condición de no presentar ninguna de ellas como exclusiva: pero ¿se cumple esta condición cuando se considera al hermetismo como 'la base propia del simbolismo del Tarot'? Es verdad que haría falta primeramente entenderse sobre el sentido de las palabras: el autor nos parece querer extender demasiado lo que él atribuye al hermetismo, al punto de englobar casi todo el resto, comprendida incluso la Cábala; y, si bien él marca bastante bien la relación y la diferencia entre el hermetismo y la alquimia, no es menos verdad que existe la pretensión de una fuerte exageración, tal como lo hace, identificando al primero con el 'Conocimiento total'! De hecho, sus comentarios sobre las láminas del Tarot, no se limitan además estrictamente al hermetismo, porque, aun tomándolo como punto de partida, efectúa numerosos acercamientos a datos provenientes de tradiciones bien diferentes; no es esto ciertamente lo que le reprocharemos, bien lejos de ello, pero tal vez no haya verificado suficientemente si todos estaban bien justificados, y, en la forma en la que todo esto está presentado, se siente un poco demasiado la persistencia del espíritu 'ocultista'; sería bueno, por ejemplo, renunciar a utilizar la figura de Adda-Nari (es decir Ardha-Narî, combinación andrógina de Shîva y de Parvatî), que no tiene más relación con el Tarot que los extraños ensamblajes que le ha hecho sufrir Eliphas Levi. Las intenciones del autor no siempre se desarrollan, por otra parte, con la suficiente claridad que se pudiera desear, y particularmente cuando cita algunos pasajes de nuestros escritos no estamos muy seguros, viendo el contexto, que él los entienda como los entendemos nosotros mismos.. El Sr. Chaboseau ha intentado también, después de un cierto número de otros, el 'reconstituir' a su manera las figuras del Tarot; va de suyo que, en casos parecidos, cada uno incluye siempre muchas de sus ideas particulares y no hay razón para considerar estas 'reconstituciones' como valiendo unas más o menos que otras; nosotros pensamos que es mucho más seguro el remitirse simplemente a las figuras ordinarias, que han permanecido poco deformadas con el curso del tiempo y ofrecen una gran posibilidad en su conjunto de guardar más fielmente el simbolismo original. En el fondo, la transmisión del Tarot es algo muy comparable a la del 'folklore', si es que no constituye un simple caso particular de él, y la conservación de los símbolos está asegurada de la misma forma; en semejante dominio, toda innovación debida a una iniciativa individual es siempre peligrosa, y como en los arreglos literarios de los cuentos llamados 'populares' no puede más que apenas desvirtuar u oscurecer el sentido mezclando 'embellecimientos' más o menos fantasiosos y en todo caso superfluos. Estas últimas reflexiones, sea entendido, no apuntan más particularmente al Sr. Chaboseau que a sus predecesores, y nosotros reconocemos incluso gustosamente, que el estilo 'medievalista' que él ha adoptado para sus ilustraciones no tiene la inverosimilitud de un Tarot dicho egipcio o hindú, pero ello no es más que una cuestión de grado. Todavía nos situamos aquí en el punto de vista del valor simbólico; en un orden de consideraciones más 'práctico', ¿se puede creer que las influencias psíquicas que están incontestablemente unidas a las láminas del Tarot, cualesquiera que sean por lo demás su origen y cualidad, pueden encontrar todavía un soporte eficaz en todas estas modificaciones arbitrarias de las figuras tradicionales?" Bibliografía utilizada: 1. El Rey del Mundo. Ed. Fidelidad,
Bs. As. 1985. 2. El
Reino de la cantidad y los signos de los tiempos. CS Ed., íd.
1995. 3. La Gran Tríada. Ed.
Obelisco, Barcelona 1986. 4. Símbolos de
la Ciencia Sagrada. Eudeba, Bs. As. 1988. 5.
Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage Vol. II.
Ed. Traditionnelles, París 1971. 6.
Formas tradicionales y ciclos cósmicos. Obelisco,
Barcelona 1984. 7. Comptes Rendus.
Ed. Traditionnelles, París 1986. Transcripción: A. C. |
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