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Al comenzar nuestro proceso y debido a nuestros condicionamientos y programaciones reaccionamos sólo cuando el estímulo es grosero. Advertimos lo más bajo, pues para ello estamos entrenados. La luz tiene que ser para nosotros un relámpago cegador, o una sensación en cinemascope. Una deformación del mundo físico tomada por milagro. Nuestras concepciones son tan densas como nosotros mismos, que extraemos nuestra personalidad del medio. Este proceso o recorrido llamado viaje iniciático, es también el del pulido de la piedra. En el athanor lo espeso va quedando debajo y lo etéreo sube. Lo mejor aflora y la tontera queda. Se van quitando las capas brutas hasta ir llegando al brillante central. El refinamiento auténtico, la realeza sin impostura. Aunque en los primeros años todavía dependemos demasiado. No realizamos, aún, que lo que realmente interesa como aprendizaje vivo y efectivo es el conocimiento de la intangibilidad. Estamos sobre el barco pensando en si hemos de tomarlo o si habrá ya partido sin nosotros.