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Todos tenemos varios rollos que reiteramos una y otra vez como la música de las pianolas y grabadores. A la larga resulta fatigoso: ¡Ay, me enrollé otra vez! ¡El mismo baile en otro tablado! La exacta circularidad reincidente, pese a que creíamos haber encontrado una salida. ¡Siempre me creo!, dice un hombre que ya ha descubierto algo al observarse. Sin embargo, es cuestión de tomar al toro por las astas pues una vez registrado el proceso de enrollamiento es oportuno salir de él. La bobina de la mente no puede jamás ser desenrollada por ella misma porque está implicada en el proceso; el cinematógrafo cerebral es la sucesión de rollos que se enroscan los unos a los otros sin solución de continuidad. La reincidencia existe para ser trascendida.