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Me dicen los dioses, que de la radiante soledad del Centro se ha extraído esta muestra, que es nuestro mundo, para que el vasto plan divino continúe, creando así el espacio y el tiempo de los hombres. Esta asombrosa precisión de cálculo no debe turbarnos, es la ingeniosa rutina de la divinidad, que a veces también se fatiga. El sueño de los astros es el caos de los hombres. Venid y regocijaos en este sangriento festín. No es nada más que una sucesión de trucos, un juego de imágenes, las pesadillas de la deidad. Los hombres se reproducen y devoran, alternativamente, muy confiados en sí mismos; y los dioses no despiertan de su siesta.