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Que la casualidad sea la causalidad es algo completamente coherente desde la dimensión y el punto de vista del hombre, ya que más allá del tiempo la causa obviamente no tiene lugar. Así los emisarios de otros mundos aprovechan las situaciones de coyuntura, el punto de unión entre dos esferas, la curvatura de dos planetas, la escisión en un espacio cualquiera de nuestras vidas anecdóticas o de los mundos astrales para que los espíritus puedan colarse en una realidad otra y purificarla a través de la sangre derramada y a veces del terror. Todo emisario refleja en forma harto deficiente a quien lo ha enviado.