PRESENCIA VIVA DE LA CÁBALA II
LA CÁBALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS
CAPITULO I
EL TEMA (2)

Scholem es crítico con Pico. En su La Cábala y su Simbolismo,29 reproduce la conferencia El sentido de la Torah en la mística judía, página 68 (en nota):

Conviene hacer notar aquí que este parentesco de la teoría cabalística con la idea correspondiente de la tradición cristiana llamó ya la atención de Pico de la Mirándola, el primer humanista cristiano que se ocupó con detalle de la Cábala. En su Apología, escrita en 1487, se dice lo siguiente: "Así como entre nosotros existe un cuádruple camino para la aplicación de la Biblia, el literal, el místico o alegórico, el trópico, y el anagógico, lo mismo pasa entre los hebreos. Al sentido literal lo denominan pesat, al alegórico midrás, al trópico séjel y al anagógico, el más sublime y divino de todos, cabbalá" (Opera, Basilea, 1557, pág. 178-179). Los conceptos hebreos son exactamente los mismos que emplea Bahia ben Aser, de donde se deduce, por tanto, que su obra ha tenido que servir de fuente a Pico. La equiparación errónea de midrás con la alegoría y de séjel –que en Bahia representa, en realidad, a la alegoría– con tropología pone de manifiesto que el conocimiento que Pico tenía de dichas fuentes era muy limitado. La misma equivocación vuelve a aparecer con carácter acrecentado en la apología de Pico que compuso el monje franciscano Arcángelo de Borgo Novo. Este encuadra la literatura perteneciente al midrás bajo la rúbrica de la alegoría, y sin embargo, escritos como los de Maimónides y Gersónides quedan incluidos en la tropología; cf. Apologia fratis Archangeli de Burgonovo pro defensione doctrinae Cabalae, Bolonia, 1564, f. 8 b.

Desde luego debemos atestiguar nuestro respeto por una obra como la de Gershom Scholem según hemos hecho en oportunidades anteriores, por ser precisamente uno de nuestros guías en la Historia de la Cábala y su lingüística, o mejor su filología. Pero eso no quita efectuar una crítica a sus limitaciones que también tiene como las tenemos todos. En este caso se refiere a la "especialización", lo que es notorio en Scholem que desconoce la idea de una Tradición Universal, que incluso está viva, e ignora el pensamiento de otras tradiciones paralelas, a las que engloba bajo el nombre de gnosticismo, y de las que reconoce una "influencia" notoria, sin acabar de comprender el motivo central, que es el objeto, al fin y al cabo, del estudio de la Historia de las Religiones, o de las religiones comparadas.30 A lo que habría que agregar una especie de celo, con respecto a los cristianos que en su criterio parecen sólo llegar hasta un cierto punto y no más, que es lo sumo del conocimiento cabalístico a que puede aspirar un no judío –un poco como tipo cábala "kosher", "made in Israel"– lo que es propio de casi todos los hebreos con los que hemos tratado sobre el tema Cábala, incluidos los que aparentaban ser instruidos o tener cierto nivel, varios de ellos rabinos, que la poseen en "exclusiva".

A esto habría que sumarle sus prejuicios universitarios occidentales y su actitud de investigador laico políticamente correcto y no comprometido, lo que es característico de Scholem. Por eso no debemos sorprendernos al leer en su Kabbalah31 (que es una recopilación de sus principales artículos aparecidos en la Encyclopaedia Judaica y traducidos en dos tomos al castellano)32 advertir mucha prevención con respecto a los cabalistas cristianos, a los que se reprocha poco conocimiento del hebreo, o consultar material mal traducido, y cuestiones siempre filológicas, como si eso fuera saber de Cábala y no lo que en otras ocasiones explica de modo brillante, es decir, su esencia universal, su poder actuante y la manera simbólica en que se manifiesta el mandala del Arbol de la Vida Sefirótico.

Los escritos de Pico y de Reuchlin, que situaban la cábala en el contexto de algunos de los principales movimientos intelectuales de la época, atrajeron una amplia atención. Despertaron por una parte un interés considerable por la doctrina de los Nombres divinos y por la cábala práctica, y por otra parte, nuevos intentos especulativos de conseguir una síntesis entre los motivos cabalísticos y la teología cristiana. El lugar de honor que concedió a la cábala práctica Cornelius Agrippa de Nettenheim en su gran compendio De occulta philosophia (1531), que fue un sumario muy leído de todas las ciencias ocultas de la época, tuvo la culpa en buena medida de que en el mundo cristiano se produjera la desafortunada asociación de la cábala con la numerología y la hechicería.

No sabemos a qué numerología se refiere el erudito judío, pero esperamos que no a la obvia relación de las sefiroth con la decena pitagórica y la tetraktys y tampoco con la aritmosofía del Padre Athanasius Kircher y sus investigaciones cabalísticas. En cuanto a la hechicería ¿qué relación tiene con los números y las combinaciones entre ellos, que es precisamente de aquello que se ocupan las ciencias del Tseruf? ¿No deberíamos recordar que el nombre sefirah quiere decir numeración?

Uno de los más dedicados de estos cabalistas cristianos fue Johann Albrecht Widmanstetter (Widmanstadius; 1506-1557), cuyo entusiasmo por la cábala le llevó a coleccionar numerosos manuscritos cabalísticos que se conservan en Munich. Sin embargo, muchos de sus contemporáneos se contentaron con especular en el terreno de la cábala cristiana sin un conocimiento de primera mano de sus fuentes. La realidad es que con el transcurso del tiempo el conocimiento de las fuentes judías fue disminuyendo entre los cabalistas cristianos, y en consecuencia el elemento judío se fue haciendo cada vez más débil en sus libros, mientras ocupaban su lugar especulaciones esotéricas cristianas con tan sólo una lejana conexión con los motivos judíos.33

Queremos refutar estas afirmaciones y este es el objetivo, o mejor, el tema de este libro, ya que creemos que la unión de la Cábala y la Tradición Hermética que existe desde siempre, adquiere nuevas formas en el Renacimiento –entre ellas la Alquimia occidental– que se han mantenido hasta el sol de hoy, completas y perfectamente ligadas a la Cábala de Provenza, Sefarad y Safed conformando todo ello parte de la revelación del dios egipcio Thot, escritor y mensajero divino y sus ancestros atlánticos y antediluvianos.

Aunque también Scholem advierte una de las vetas fundamentales de la investigación cabalística en ese período histórico. Se trata aquí de una antología memorable que fue capaz de revelar sus contenidos durante tres siglos a toda Europa y América.

Un momento decisivo fue la publicación de la Kabbala denudata de Knorr von Rosenroth, a pesar de sus muchas traducciones erróneas que se fueron entremezclando más aún al volver a traducir algunas de sus partes al inglés y el francés. La aparición de este libro despertó el interés de varios estudiosos que no habían tenido previamente ninguna relación con la cábala cristiana, como fue el caso de Leibnitz. Con unos presupuestos del todo distintos apareció de Johann Georg Wachter sobre las tendencias espinozistas en el judaísmo, Der Spinozismus im Juedenthumb [sic] (Amsterdam, 1699), el primer libro que interpretaba la teología de la cábala en sentido panteísta y el primero en defender que los cabalistas no eran cristianos disfrazados, sino más bien ateos disfrazados. El libro de Wachter influyó mucho en las discusiones sobre este tema a lo largo del siglo XVIII. A comienzos del siglo [XVIII], J. P. Buddeus propuso la teoría de que se daba una estrecha conexión entre los primeros gnósticos y la cábala en su "Introducción a la historia de la filosofía de los judíos", dedicada en su mayor parte a la cábala. También J. K. Schramm, en su "Introducción a la dialéctica de los cabalistas" (Braunschweig, 1703) intentaba discutir el tema en términos científicos y filosóficos, mientras que el Specimen Theologiae Sohoricae (Gotha, 1734) de G. Sommer presentaba una antología de todos los pasajes del Zohar que en opinión del autor estaban próximos a la doctrina cristiana. Un libro particularmente valioso, aunque ahora del todo olvidado, fue el Aenigmata judaeorum religiosissima (Helmstadt, 1705) de Hermann von der Hardt, que trata de la cábala práctica. J. P. Kleuker publicó un estudio en 1786 en el que sostenía que se daba un influjo persa decisivo en la doctrina cabalística de la emanación. Todos esos estudiosos compartían la idea de que la cábala no era en su origen judía, sino más bien cristiana, griega o persa.

Efectivamente el libro de von Rosenroth fue fundamental e inmediatamente traducido a las lenguas europeas. La versión que efectuó de ella S. L. Macgregor Mathers en Inglaterra, inspiró y aún inspirará personalidades, movimientos y grupos –en los Estados Unidos y otros países entre judíos y no judíos–, que trabajan con el Arbol de la Vida de modo no religioso, sino en términos de sabiduría y conocimiento inspirados en Grecia, de donde también se hereda una visión panteísta (panenteísta la llamaba Cordovero) en la cadena del Ser, dada por sus propias numeraciones y los distintos nombres que las signan en el proceso emanativo.

Pero aún más crítico, si no despreciativo se muestra Scholem con la transmisión de la Cábala entre los gentiles y laicos en los últimos siglos.

Los numerosos libros que escribieron sobre este tema en los siglos XIX y XX diversos teósofos y místicos carecían de un conocimiento básico de las fuentes y muy rara vez significaban una contribución en este terreno, sirviendo por el contrario en ocasiones para frenar el desarrollo de un método histórico. Del mismo modo, las actividades de los ocultistas franceses e ingleses no aportaron nada y sólo sirvieron para crear una considerable confusión entre las enseñanzas de la cábala y sus inventos, que nada tenían que ver con ésta, como fue el caso de las cartas del Tarot, a las que se atribuía origen cabalístico34 todos los cuales tenían un conocimiento ínfimo de la cábala, lo que no les impedía recurrir libremente a su imaginación. Por otra parte, las amplias obras de A. E. Waite, S. Karppe y P. Vulliaud, eran en esencia compilaciones más bien confusas elaboradas a partir de fuentes secundarias.

Tampoco las obras de A. E. Waite sobre Cábala, Alquimia y Tradición Hermética35 nos parecen acreedoras de esos calificativos, sino más bien son excelentes documentos sobre temas tan misteriosos y delicados, llevados con gran altura y seriedad. Lo mismo Paul Vulliaud36 y su obra La Kabbale Juive, una síntesis de conocimientos cabalísticos en dos tomos, basados en la Cábala Cristiana aún viva en el siglo XIX y con antecedentes de cabalistas franceses, tal Lefèvre D'Etaples y G. Le Fèvre de la Boderie, J. Gaffarel y fundamentalmente de Guillermo Postel, a quien, por otra parte, Scholem destaca por la simple razón de que era el que más hebreo y arameo sabía de todos ellos.

Por lo que puede apreciarse nuestra postura desde el inicio, se ubica en completa oposición a las ideas de Scholem –pese a su autoridad en otros aspectos que reconocemos–, y se basa en la afirmación según la cual la Tradición Hermética permanece viva y muchos de sus adeptos, incluso instituciones iniciáticas, utilizan el diagrama del Arbol de la Vida como elemento importantísimo de gnosis, si no de metanoia y siempre de epifanía.

En todo caso el hecho de no pertenecer a ninguna secta u organización exotérica de ningún tipo nos libra de la ridícula idea del apostolado –en una u otra dirección–, siempre equívoco.

Es también muy significativa la elección hecha por Scholem de estos dos autores (Waite y Vulliaud) muy representativos, puesto que define dos corrientes cabalísticas modernas, la inglesa y la francesa. La Cábala Hermética inglesa es mucho más neopagana, mágica e interesada por la experimentación, incluso la científica, dando lugar a varios magos de distinta importancia, mientras que la francesa es cristiana, aunque muchas veces recibimos sorpresas metafísicas de estos autores comprometidos sin embargo con la religión, como es el caso de Vulliaud tan apegado al catolicismo y que creía ser un "hebraísta", jamás un mago, vaya bochorno.

Desde nuestro punto de vista no vemos por qué estas dos formas no pueden conjugarse, y es más, como bien lo vieron Pico y Reuchlin, entre otros, el pensamiento judío puede tener numerosos acuerdos con la doctrina católica en lo exotérico y mucho más en el esoterismo, tanto del lado judío como del cristiano, ambos muy influenciados por el pensamiento griego y gnóstico y la soteriología egipcia propia de las enseñanzas herméticas a la par que otras muchas influencias culturales en común, desde el pensamiento persa al caldeo del que proviene nuestra astronomía.

Igualmente destacar tanto la personalidad de Mithridates, extremadamente violento y autoritario al punto de adjudicársele una muerte, junto a otras "travesuras" propias de un excéntrico, como lo fue Pico, cuya figura completaremos en otro capítulo; sólo advertir que para esa época, o un poco antes, se había retirado a Perusa para reponerse de sus heridas físicas, ya que al tratar de raptarse a una señora casada llamada Margarita que era pariente de Lorenzo el Magnífico, fue descubierto en el acto que terminó en batalla. Al fin, como resultado el joven conde había perdido más de una decena de sus hombres, al mismo tiempo que era acusado de hereje por el propio papado, lo cual era tremendo –incluso familiar y socialmente. Como se ve todo esto forma parte de un tipo de personalidades valientes, aparentemente conflictivas y por lo tanto fáciles prendas para sus enemigos prontos a exterminarlos al vuelo lo que fue su caso. Aunque era tal su prestigio intelectual, su cuna, su poder político y económico, su belleza física y espiritual que pudo resistir durante el tiempo suficiente para dejar una huella clara en la historia.

Cabe añadir las impresiones que nos transmite J. L. Blau sobre el tema en la conclusión de su The Christian Interpretation of the Cabala:37

Los intérpretes cristianos se interesaron en la cábala y la estudiaron por razones diferentes. Para Pico, la cábala era un elemento en un sistema universal sintético de pensamiento. Para Reuchlin, la cábala era el recipiente de las doctrinas perdidas de Pitágoras. Para Agrippa, el cabalismo era un puntal para un sistema oculto. Para Ricci, era un método excelente para convertir a los judíos. Para Thénaud, este era un instrumento para la instrucción moral y edificación de su rey. Nuevamente, no hay un esteriotipo que cubra esta variedad.

Ninguno de los intérpretes cristianos sabía mucho de la cábala. Ricci, claro está, sabía más. Aun Reuchlin estaba preeminentemente en deuda con un autor. Las obras de Gikatilla, la Biblia de Recanati y el Libro de la Formación, prácticamente compendian el conocimiento de los intérpretes, con excepción de Ricci. No había ninguna concepción en sus mentes, o aún en la mente de Pistorius al final del siglo XVI, de la vastedad de la literatura cabalística hebrea.38 Sin embargo cada pensamiento que ellos tenían encontró en la cábala lo que estaban buscando. Una parte del encanto del cabalismo debe atribuirse a esta cualidad de camaleón. Todo hombre podía obtener la ayuda que buscaba de su sistema filosófico, sus cánones de interpretación, sus técnicas o sus reglas hermenéuticas. (...)

Finalmente, este estudio ha mostrado un ejemplo interesante de la rapidez considerable con la que los intereses culturales pasaron de un país a otro durante el Renacimiento. Cada rincón de Europa sabía y hablaba de cábala poco después de que fuera presentada en las obras de Pico. Sin el beneficio de medios mecánicos para la difusión del conocimiento, los hombres del Renacimiento se las arreglaron para estar au courant, para ser personas educadas en los temas del momento. Por un tiempo breve la cábala hebrea fue uno de los temas de moda, y así la interpretación cristiana de la cábala había nacido.

En su Pico della Mirandola´s, Encounter with Jewish Mysticism Chaim Wirszubski,39 analiza minuciosamente las conclusiones, mágico cabalísticas, algunas con mucho acierto y relacionándolas con diversos autores cabalísticos como Recanati y otras fuentes que había utilizado Pico. Respecto a las traducciones de Flavius Mithridates nos dice:

Mithridates es el primer traductor conocido de Cábala en gran escala. Él tuvo que descubrir por sí mismo cómo traducir Cábala de forma inteligible. De una manera general desempeñó este difícil cometido bastante bien. Su habilidad como traductor y su conocimiento de cábala se combinaron para producir traducciones literales, legibles, de un gran conjunto de textos, de los cuales, pocos son fáciles y otros son notablemente difíciles. A estos últimos pertenecen los escritos de Abraham Abulafia, quien, junto a Recanati, tiene más importancia para la interpretación de la Cábala de Pico. Es digno de mención que las traducciones de esos textos difíciles son –interpolaciones no obstante– extraordinariamente buenas. Abulafia puede que haya sido el favorito del traductor. Mithridates, entre paréntesis, trata a todo y a todos con una falta de respeto temeraria. La única excepción que he advertido hasta ahora es Abraham Abulafia Es obvio que Mithridates estudió a Abulafia con su padre, Nissim Abul-Farag, en Sicilia antes de su conversión; él menciona que estaba familiarizado con las tradiciones locales sobre Abulafia en Palermo.

Y más adelante advierte este proceso que aparece con la Cábala hermético-cristiana y se ha mantenido en ella.

Hay múltiples instancias donde las letras están siendo reemplazadas por sus valores numéricos aún en contextos que no son para nada afectados por la especulación numerológica. Esto es igualmente válido para la Cábala simbólica y la combinatoria. Un cambio sostenido en el énfasis de las letras como elementos del lenguaje a las letras como representaciones de números, se hace sentir en la presentación de la Cábala por Mithridates. Este cambio de énfasis del simbolismo del lenguaje al simbolismo numérico es un asunto de importancia singular en vista del importantísimo lugar que tiene el lenguaje como tal en la cábala especulativa y práctica, esto es, en el misticismo y magia cabalística.

Finalizando su estudio con estas palabras:

Se ha establecido al principio de este capítulo que la Cábala Cristiana, como una disciplina mística por derecho propio, fue puesta por su padre en un nuevo curso. El cambio de orientación puede ahora ser trazado con mayor precisión. Tres diferentes temas, la relación entre el Judaísmo y el Cristianismo, la relación entre el Cristianismo y el Platonismo y la relación entre el misticismo y la magia, están entretejidos en las Conclusiones de Pico. Es, de hecho, el entretejimiento de estos tres temas lo que forma el patrón dominante en la Cábala Cristiana de Pico.

Y de allí el inmenso valor de una herencia de este tipo, verdadero apoyo, estructurado de tal forma que, reflejando al cosmos, es al mismo tiempo un mapa del alma individual que puede despertar si el propio Arbol se convierte primero en el espejo de uno mismo y posteriormente se es uno mismo con Él, lo cual es el tema de la Cábala y de la Tradición Hermética en sí.

El estilo de nuestro estudio trata de seguir el mismo discurso que llevan los originales cabalísticos y alquímicos de la época que estamos historiando al combinar el texto con los grabados, configurando la síntesis de un lenguaje extraordinario que el mundo moderno ha recibido a través de infinidad de medios, muchos de los cuales basados en el consumo y que por ello también se consumen a sí mismos por exceso de velocidad (el mensaje televisivo) o por la acción (el cinematógrafo), o también como en el cómic llevándolo a niveles a veces infantiloides.

Por ese motivo si citamos textos extensos y hacemos con ellos una especie de antología, o selección, es porque se pretende presentar el contenido de la obra con extractos realizados por la mano del propio autor. Así como la reproducción de grabados, que a su vez sintetizan temas de la Obra. Queremos de esta manera rendir tributo a estos sabios que consideraron oportuno crear este tipo de literatura hermético-alquímica, en este caso relacionada con la Cábala.

Sólo falta aclarar con respecto a este tema que la propia Cábala ha sido atacada numerosas veces por miembros de la religión judía a los que se les ha dado el nombre en este estudio de rabinato oficial. Igualmente los cabalistas o los historiadores de la Cábala no otorgan ninguna validez al conocimiento de los cabalistas no judíos, como hemos visto, asunto que de otro lado es nuestro caso.40 Además, el catolicismo de hoy día no quiere tener que ver en absoluto con nada que pueda ser llamado Cábala cristiana, y los miembros del clero que de una u otra manera se ocuparon de ella en el Renacimiento tenían que protegerse afirmando que sus estudios se debían a que serían aplicados a la conversión de judíos. En este tembladeral de negaciones y menosprecios deben situarse sin embargo aquellos que como nosotros pretendemos ser miembros de la Tradición Hermética y por lo mismo estudiosos de la Cábala, y del esoterismo del pueblo de Israel al que conocemos bastante.

Por lo que situados en el llano y rodeados de enemigos de todo tipo y calibre, intelectual y moral, o sea, en circunstancias de dificultad casi extrema, execrados culturalmente por unos y por otros, atestiguamos el Conocimiento, a través de sus objetivos que no son sino los de la Tradición Primordial, Unánime y presente en todas las descripciones de lo sagrado que incluyen al Dios Escondido y al proceso emanativo que alumbra al mundo constituyéndolo, en este caso contando con la fuerza que la soledad y el silencio nos han otorgado.

No queremos cerrar este capítulo sin citar un fragmento de una obra que acabamos de leer41 pues, pensamos que nos tocan, en uno u otro sentido, mediata o inmediatamente estas tremendas y precisas palabras del autor:

De este modo toda persona, animal u objeto que golpea la atención por su carácter extraordinario y debido a esa apariencia singular que excede el orden, se percibe como una entidad que lo pone en peligro. Se trata de un acontecimiento de riesgo que convoca al desorden y que debe ser prohibido y especialmente protegido, o sea, restringido en su influencia cósmica. Lo altamente repulsivo o vedado (por ejemplo, el horror que despierta el vampiro en el folklore rumano, el rechazo invencible que inspira el hermafroditismo, la prohibición universal al incesto) ofrece una ambivalencia connatural que por más que maldito y maléfico exige respeto, porque se siente que al exceder los poderes ordinarios, no puede ser eliminado definitivamente por éstos. En consecuencia lo que se procura es mantener al protagonista inhabilitado dentro de límites controlables, proscribiéndolo y manteniéndolo a distancia, porque de lo contrario los límites entre el mundo de los vivos y de los muertos desaparecerían, la indistinción de sexos aniquilaría su complementariedad procreativa y la indiferenciación primordial haría estragos en la organización, coordinación y permanencia de los grupos familiares. Se trata de manifestaciones inesperadas e intolerables de lo impuro o caótico dentro de lo ordenado y establecido y se tiene la clara percepción de que lo manchado y confuso es sumamente amenazador, porque quebranta la armonía del todo y su contagio la socava, y de este modo debe evitarse el riesgo de que lo que forma parte del ámbito de la mácula se difunda, mantener a la miasma impedida y al ser maculado, como vacío o debilitado del poder sagrado por rebeldía, por derramamiento de sangre u otra causa equivalente, conservarlo separado y proscrito.

Y pasando del talante militar al policial:

Y esto hasta que la repulsión ambivalente de la mancha se transforme en crimen (cerno, decerno) o delito, por atribución inculpatoria al sujeto y gradualmente a través de la mediación legal el control se llegue a hacer racional, transfiriéndose y conservándose la ambivalencia en la sanción penal (sancio, sancire, sanctum), que es al mismo tiempo declaración pública y castigo.

Está visto que estamos en el molde, a un paso de las cadenas y el cadalso moral.

NOTAS
29 Gershom Scholem, La Cábala y su Simbolismo. Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1978, pág. 68. Scholem no conoce la historia de una Filosofía o Cosmogonía Perenne, pese a señalar en su obra numerosas veces las relaciones de la Cábala hebrea con lo que él llama el gnosticismo, involucrando bajo este nombre el pensamiento de las disciplinas y autores que ha citado Pico en sus Conclusiones.
30 Se pregunta angustiosamente Scholem: "los místicos de la Merkabá sustituyeron el trono divino por el pleroma gnóstico, y el lugar de los eones fue ocupado por el aparato de la Merkabá, tal y como se describe en símbolos muy concretos en la visión de Ezequiel o como se desarrolla a partir de ésta. Pero precisamente aquello que estos místicos esperaban eliminar del universo de su discurso por medio de la traducción o transformación en una terminología puramente judía, evitando así que cayera bajo 'sospecha' de tener orígenes foráneos, aparece ahora, para sorpresa nuestra, en los fragmentos que hemos reconocido como pertenecientes a los estratos más antiguos del Bahir. El lenguaje y los conceptos son los mismos, y buscamos en vano una respuesta a la pregunta de cómo esta terminología se pudo originar o recrear de nuevo en el siglo XII, si no es mediante alguna filiación a fuentes ocultas relacionadas con la antigua tradición gnóstica", en Los Orígenes de la Cábala, compilación de R. Werblowsky. Ed. Paidós, Barcelona-Buenos Aires, 2001, 2 vol., pág. 99. Ya en 1843 Adolphe Franck en su Kabbalah, se decía: " estamos obligados a reconocerlo, entre la cábala y el nuevo platonismo de Alejandría existen tantas semejanzas, que resulta imposible explicarlas de otra forma si no es por un origen común" (Editorial Humanitas, Barcelona, 1995, pág. 212).
31 Gershom Scholem, Kabbalah. Meridian Book, New American Library, New York, 1978, pág. 196 y ss.
32

Gershom Scholem, Desarrollo histórico e ideas básicas de la Cábala. Riopiedras Ediciones, Barcelona, 1994

33 Como se ve los no israelitas, por serlo, tienen prohibida la tradición judía, a la que ignoran pues ni siquiera pueden comprenderla, al igual que el arameo y el hebreo
34

Casi se escandaliza el erudito de que un pecaminoso y fútil mazo de naipes, además adivinatorio y de magia popular sea de origen judío y peor aún, cabalístico. Pero está claro que no se ha detenido a examinar este código alquímico, este libro mudo y móvil, este arte de la memoria, al que siempre se le han atribuido orígenes sapienciales y teúrgicos, que posee una estructura basada en el sistema decimal con cuatro lecturas que se corresponden con los cuatro niveles del alma, o mundos, marcados con los cuatro "palos", o colores de la baraja europea.

El origen del Tarot es medieval-renacentista, es decir de la época en que surge la llamada Cábala Cristiana y donde el hermetismo ocupa un lugar privilegiado y fundamental. En ese caso ¿qué podría impedir que la estructura del Arbol Sefirótico estuviera presente, como lo está, en un código, libro, o estructura de este tipo? Aunque, desde luego, esta baraja no tenga orígenes judíos directos. Ver Federico González, El Tarot de los Cabalistas. Vehículo Mágico. Editorial Kier, Buenos Aires, 1993.

35 Entre sus obras destacamos: Lives of the alchemystical philosophers, 1888; The doctrine and literature of the Kabbalah. The Theosophical Publishing Society, Londres, 1902; Studies in mysticism and certain aspects of the secret tradition. Hodder, Londres, 1906; The hidden church of the Holy Grail, its legends and symbolism, 1909; The secret tradition in Freemasonery. Rider & Co., Londres, 1911 y 1936; The way of divine union, 1915; The works of Thomas Vaughan, 1919; The secret tradition in alchemy: its development and records. J. M. Watkins, Londres, 1926; The holy Kabbalah, a study of the secret tradition (autobiografía). Londres, 1938; The pictorical key to the Tarot. University Books, New York; The mysteries of magic, 1886. Un digesto de los escritos de Eliphas Lévi, Trübner & Co., Londres, 1895.
36 Otros libros de Vulliaud son: (damos fechas de publicación más próximas) La pensée ésotérique de Léonard de Vinci, Dervy-Livres, París, 1981; De la conception idéologique et esthétique des dieux à la Renaissance, bibl. E.I., 1907; Le Destin Mystique, sénaire mystagogique, Archè, Milán, 1985; La Kabbale juive, 2 vol., Éditions d'Aujourd'hui, Plan de la Tour, 1976; Le Cantique des cantiques d'aprés la tradition juive, id., 1975; y una edición ilustrada, Les Rose-Croix lyonnais au XVIIIe siècle, Nourry, 1929; La traduction du Siphra di-Tzéniutha, Éditions Orientales, Nourry, 1977; La clé traditionnelle des Evangiles, Éditions d'Aujourd'hui, Plan de la Tour, 1982; Les psaumes messianiques, Éditions Traditionnelles, París, 1938; La fin du monde, prefacio M. Eliade, Éditions d'Aujourd'hui, Plan de la Tour, 1982; Salomon ibn Gabirol, La courrone royal (Kether Malcouth), introducción, traducción y notas de Paul Vulliaud, Dervy, París, 1984.
37 Columbia University Press, New York, 1994, pág. 113.
38 Lo que Blau quiere decir es que sólo conocían tres libros –en los que por otra parte está todo el saber cabalístico– y no las decenas de textos que fueron descubiertos posteriormente. La descalificación está basada en el número de libros consumidos. Es elemental y nada tiene de cabalístico tal criterio que opone finalmente (¡ay!) a la sabiduría con la erudición.
39 Harvard University Press, Massachusetts and London, England, 1989.
40 En el Renacimiento fue muy difícil para muchos hebreos conversos vivir en su propio medio social esa posición y buena parte de ellos estuvieron en el límite entre un campo y otro, pues muchos eran convertidos al cristianismo de nombre y por ello nunca enteramente bien vistos tampoco por los cristianos, lo que ha sucedido hasta el día de hoy, aunque en general no hay conversiones de una religión a otra en la actualidad, lo cual ayuda a no preocuparse de este tema que tuvo mucha importancia en su época. O sea, el de la construcción de una identidad religiosa, cuando se ha comprendido que ambas se refieren en última instancia a lo mismo, en particular la Iglesia Católica en su teología negativa y la Cábala.
41 F. García Bazán, Aspectos Inusuales de lo Sagrado. Editorial Trotta, Madrid, 2000, pág. 61 y ss.