PRESENCIA VIVA DE LA CABALA
FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS
CAPITULO III
LA CABALA DE PROVENZA
Y GERONA
(5)

Nahmánides y su discreta revelación de la doctrina cabalística
De este sabio nacido en Gerona en el 1194 y perteneciente al grupo de cabalistas de esa ciudad es quizás del que nos han llegado más datos sobre su vida, dada su dedicación y labor en el marco de la vida pública de Cataluña. Además de médico y hombre de gran erudición, fue muy versado en temas jurídicos y de derecho, y un profundo conocedor del exoterismo de su tradición, por lo que desde 1264 desempeñó el cargo de rabino mayor de Cataluña, gozando de la confianza y respeto del rey Jaime I. Participó en el famoso proceso conocido como "Disputa de Barcelona", a partir del cual se agravó la ira y repulsa de la iglesia católica hacia los judíos que vivían en la península Ibérica, muchos de los cuales estaban cada vez más apegados a rígidos preceptos morales y enrolados en luchas de poder de todo tipo. Nahmánides, que con su testimonio intentó mantener un orden social y religioso emanado de unos principios superiores, fue cada vez menos comprendido, no sólo por los cristianos, sino también por ciertos sectores de judíos influidos por la tendencia racionalista impulsada por Maimónides, la cual iba ganando terreno en detrimento del cultivo de la vertiente metafísica, y por un cúmulo de circunstancias tuvo que partir hacia Palestina en 1267, trasladándose posteriormente a la ciudad de Akko, donde moriría al cabo de poco tiempo.

Su producción literaria es muy extensa y toca muchas ramas del saber, pero en lo referente a la Cábala siempre se mostró muy reservado y poco predispuesto a poner por escrito una doctrina que estimaba debía transmitirse de forma oral. De los pocos textos que fijó sobre este punto de vista interior destacamos el Comentario al Pentateuco (que sepamos, no traducido todavía del hebreo), el Comentario al Sefer Yetsirah (del que sólo nos ha llegado el primer capítulo), así como algunos sermones y homilías que traslucen veladamente las enseñanzas esotéricas. Nahmánides estuvo vinculado a Ezra y sobre todo a Azriel, pero también se sabe que recibió parte de su formación en Barcelona a través del maestro Yehudah ben Yaqar y que ciertos aspectos de la corriente de Provenza le llegaron por Yishaq Trinquetaille.

En el capítulo que se conserva sobre su Comentario al Sefer Yetsirah se percibe la sutileza con que este cabalista se adentra en los arcanos de su tradición, y lejos de repetir literalmente lo que ha recibido de sus maestros, regala las primicias de sus meditaciones y experiencias fundamentadas en el "Libro de la Formación". Empieza así:

Con treinta y dos senderos. Se trata de las diez sefyroth y de las veintidós letras. Las letras finales Mem-Nun-Tzade-Peh-Khaf, las debemos a los profetas y no entran en el cálculo de treinta y dos.

A pesar de que hemos incluido y contado las diez sefyroth en el conjunto de las letras, ellas no son como las letras sino que constituyen la interioridad de éstas; son algo invisible que se encuentra dentro de las letras, exteriorizándose con ellas al unísono, por una vía única, a través del espíritu y del cuerpo.

El número treinta y dos es una alusión al corazón, y el corazón es la Voluntad, tal como lo expresa el versículo "¿Es tu corazón tan recto como el mío, como el mío lo es con el tuyo?". Todas y cada una de las cosas existentes deben su existencia a la Voluntad que se encuentra en ellas. Si se produce una inversión de Voluntad se provoca el retorno al origen inicial, como si alguien aspirara, atrayendo hacia sí mismo su propio soplo.

El principio de la Torah y su fin están en las letras Beth –de Ber'eshith– y Lamed –de Israel– es decir que el retorno del objeto a su verdadero propietario, la unión con la tierra, es la desaparición total. "Total" se ha traducido en arameo como "Eternidad absoluta", lo que indica que se encuentra fuera del alcance del conocimiento humano.

Senderos. Son vías tan sutiles que el hombre que inicia su marcha por ellas no puede ver hacia dónde se dirige. Por esta razón, el Sefer Yetsirah no dice "caminos", ya que éstos son anchos y despejados. Quien se encuentra en un cruce de caminos puede abarcar con su vista el lugar hacia donde marcha, lo que es imposible en dichas vías, a causa de su sutilidad. A ello hacen referencias las Escrituras diciendo: "Deteneos en los caminos y ved. Preguntad acerca de los senderos del mundo". En dicho versículo, los caminos están relacionados con la visión y los senderos se asocian a la interrogación.[108]


De entrada, el recién iniciado en los misterios de la Cábala reconoce su enorme ignorancia; en el centro de su corazón se abre un gran interrogante y se agolpan las preguntas en tropel: ¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿De dónde surge? ¿Hay un orden que lo conforma? y, ¿Cuál es, cómo aprehenderlo? ¿Quién se formula estas cuestiones? ¿Quién contesta? ¿Quién enseña? ¿Quién aprende? ¿Quién es el maestro? ¿Quién en el origen? ¿Y antes...?

La doctrina y los modelos revelados, cual el Arbol de la Vida con sus letras, números y senderos, indican la ruta y constituyen los soportes para la búsqueda y la realización interna. Todo está dentro de uno mismo. Igual para las respuestas, que nunca son un "ya lo sé" para incrementar el archivo de una supuesta memoria mecánica y acumulativa, sino una identidad con lo conocido. Cada formulación es un acercamiento al Centro, o el ascenso de un peldaño hacia la cúspide de la montaña, o sea, la posibilidad de identificar el interrogador, el interrogado y la interrogación, de reunir lo disperso y de descubrir que no hay otro, sino indefinidos destellos de una Realidad única, no-dual, que paradójicamente se revela como binaria; un misterio que en la medida que se va vivenciando en la conciencia es cada vez más misterioso, por su propia naturaleza suprarracional y metafísica. Se trata, pues, de conocer lo cognoscible por identificación y de abrirse a la vivencia de lo que no puede ser concebido como algo con forma, cualidad, o atributo, pero sí experimentado de algún modo directo en la conciencia. Y en el fondo, siempre una pregunta sin respuesta, pues contestar sería limitar y el verdadero cometido no es sino intuir en el corazón lo indecible e indescriptible.

La cosmogonía, que es el símbolo por excelencia de lo innombrable, constituye el sujeto y el objeto permanente de la especulación del cabalista, rito que no tiene que ver con una actividad mental-racionalista, sino que pone a concurso el pensamiento analógico y la facultad supranatural llamada intuición intelectual o del corazón. Por ello Nahmánides agrega en su Comentario:

Sabiduría (Jokhmah). Es el límite de lo que el hombre puede alcanzar por medio de su pensamiento. La tradición sobre este tema nos indica que Corona Suprema –Bendito Sea– posee un contenido tan inmenso que supera todo lo que el corazón podrá jamás meditar sobre Su Gloria. Corona reduce la substancia de su Gloria hasta adoptar la medida que tiene el propiciatorio entre los dos querubines, o sea una palma. La oscuridad recubre todo, pues la ausencia de luz provoca la oscuridad (o bien el exceso de luz es oscuridad). De la fuente del Todo fluye la luz translúcida (Or habahyr) llamada Sabiduría (a través de) treinta y dos senderos que perforan, uno por uno, la oscuridad: las letras según sus formas, y las sefyroth, que respondiendo a la medida que se encuentra en la voluntad del Decisionario –Bendito y Alabado Sea–, fueron hechas diferentes unas de otras. La perforación de la luz de los senderos y la salida de éstos –separados unos de otros– se llama "escultura". Por esta razón se dice que "esculpió Yah", es decir que los senderos de luz son 32 y cuando fluyen de la Corona Suprema, el Escultor –que Sea Bendito– esculpe con ellos la oscuridad, realizando la substancia de Su Gloria, que corresponde al Nombre Yod-Hé. Esta Gloria es lo que se llama Sabiduría, en nombre de los propios senderos. Corona Suprema –Bendito y Glorificado Sea– se representa por las letras 'Alef y del nombre 'Ehyeh, y corresponde a la Unidad perfecta entre todos los aspectos que conciernen al Pensamiento. A la altura de esta primera sefyrah no hay que hacer referencia a la acción llamada "escultura".

Al continuar fluyendo el manantial se vuelve activa la substancia de la Gloria llamada Y-H-W-H –vocalizada como el nombre de 'Elohym. Sumando al primer nombre (Yah), las letras W-H, que corresponden a la sefyrah Entendimiento, o sea el fundamento del Edificio se encuentra en W-H.


Y esta triunidad principial vierte sus efluvios a los mundos inferiores, como manantial que hace discurrir sus aguas ladera abajo, conformando los espejos de la unidad en otros dos planos inferiores (el mundo de Beriyah y el de Yetsirah), hasta que finalmente cristalizan en Asiyah. Tal descenso es también visualizado por Nahmánides como el fulgor del rayo que fecunda y conforma los mundos, y el recorrerlo en sentido inverso da al ser humano la posibilidad de atisbar y penetrar el misterio de cada una de las 10 sefiroth, todo lo cual genera en el interior del cabalista un nuevo caudal de imágenes, un archivo simbólico y significativo en la memoria, que más que almacenar sirve para descubrir y establecer los vínculos, hasta ahora insospechados, entre todas las vibraciones sutiles de la sinfonía cósmica, con lo que el ser humano se suma a su recreación o al mantenimiento del latido del Ser Universal. Por ello, Nahmánides también expone algunas de las analogías con las que ha operado, estableciendo correspondencias numéricas entre el macrocosmos y el microcosmos, ideas que no sólo expone en este comentario al "Libro de la Formación", sino que también aparecen con claridad en el texto de una homilía que escribió para una boda, donde dice:

Todo lo que fue creado arriba, fue (correlativamente) creado abajo, como en el versículo "Todo lo que existe en el cielo, existe en la tierra". ¿Cómo? El mundo tiene cuatro límites y ellos (responden al orden expuesto en el Libro de la Formación) uno por encima de tres y tres por encima de siete (siete por encima de doce).[109] La población (del mundo) se divide entre siete climas distribuidos oblicuamente entre los doce límites de la diagonal. En ellos se encuentran las setenta naciones que descienden de doce familias de los hijos de Jafeth.

Por encima de ellas están los siete hijos de Jafeth. Por encima de estos siete están (los tres hijos de Noé) Sem, Jam y Jafeth. (Las cifras) que les corresponden surgen del interior (de la unidad), pues en el corazón, que es el conductor del cuerpo, se encuentran en su interior.

De uno sólo de los hijos de Noé (que es Sem) descienden tres padres (que son Abraham, Isaac y Jacob) más cuatro madres (que son Sarah, Rebecah, Rajel y Leah) lo que da como resultado siete. Asimismo, de esos siete descienden a su vez doce tribus (que son las doce tribus de Israel) en el interior de las cuales se encuentra la de Levy (que es como el corazón) y de ellas descienden los setenta miembros del Gran Sanhedryn. Todos ellos encarnan (la expresión) "uno por encima de tres, tres por encima de siete, y siete por encima de doce".


Y tal arquitectura del universo signada por los números 1, 3, 7 y 12, halla su íntima correspondencia con la constitución del ser humano, tal como revela este fragmento:

El cuerpo humano en sí mismo se considera como un microcosmos, y fue creado en base al orden (existente en el cosmos), pues él también se divide en cuatro partes, que corresponden a los cuatro vientos y a las cuatro estaciones del año.

La primera sección (de la estructura corporal), está regida por el calor del cerebro; la segunda sección está regida por el (calor) del hígado; la tercera sección por el calor de los riñones y la cuarta sección, que es la que tiene influencia sobre la conducta del hombre, se encuentra bajo la acción de dos humores muy fríos que fluyen de la bilis y del bazo.

En estas cuatro secciones se encuentran dispuestos los doce conductores del cuerpo humano: mano derecha e izquierda, pierna derecha e izquierda, riñón derecho e izquierdo, hígado, bilis, bazo, faringe, esófago y estómago.

Por encima de ellos están los siete orificios de la cabeza. Por encima se encuentran las tres partes del cuerpo: cabeza, vientre y tronco.

En el cráneo hay tres espacios unidos entre ellos y otro más que está por encima. En ellos residen las funciones de vigilia, memoria, discernimiento y conocimiento ordenado según el principio de "uno por encima de tres".


Como se ve, en este sermón que Nahmánides dirige a unos novios está expuesta en clave cabalística toda la Cosmogonía, y ya desde la primera página exhorta a los esposos a entregarse a la búsqueda de la Sabiduría, así como a la permanente interrogación del corazón para escrutar los misterios del Universo, pues es en este órgano simbólico donde reside la facultad supranatural llamada intuición intelectual, la cual promueve el conocimiento directo, no-dual y sin intermediarios del Sí mismo. Además, en el texto se percibe una intención didáctica que denota, al igual que veíamos en Azriel, una clara influencia del método platónico del diálogo, entendido no como una discusión o exposición de opiniones, sino como un recurso para ayudar a extraer del interior lo que uno ya sabe desde siempre pero ha olvidado, lo que el maestro Sócrates nombró como mayéutica o arte de las comadronas. Por eso, hablando de la Sabiduría del rey Salomón Nahmánides escribe:

¿Qué fue lo que le hizo alcanzar el conocimiento para explicar (la Thorah)?

El poseer un corazón que sabe oír.

Eso es lo que él Le solicitó a Dios, y El le otorgó un corazón circuncidado. Dicho corazón es el que contiene los treinta y dos senderos de la Sabiduría: dieciséis inscritos (en el mundo) superior y dieciséis inscritos en (el mundo) inferior.

De esos treinta y dos senderos de Sabiduría emana la vida del Soplo, como lo demuestran las Escrituras en el versículo "La Sabiduría da vida a quienes la poseen" y en "La enseñanza del sabio es una fuente de vida", así como en "Manantial de vida es el intelecto para su dueño".

¿Cuál es la causa que provoca que alguien se vuelva sabio a través de los treinta y dos senderos de la Sabiduría?

Es lo que está escrito en "El hombre que posee el Conocimiento es el que adquiere el corazón".

¿Pero cómo es posible que un hombre sabio pueda "adquirir" el corazón?

(Evidentemente) se está haciendo referencia a los treinta y dos senderos de la Sabiduría que emanan del corazón.[110] (...)

¿En qué consisten estos treinta y dos senderos mencionados?

Son las diez palabras –ma'maroth– con las que fue creado el mundo, más las veintidós letras del alfabeto hebreo de cuya combinación fue creado el Todo. (...)

¿Por medio de qué alcanza el hombre la Sabiduría?

Por medio del Discernimiento, como lo dicen los sabios: "El Sabio Bendito Sea otorga la Sabiduría solamente a quien posee Discernimiento" (Binah).


El texto concluye mostrando la analogía entre la estructura numeral del macrocosmos, del microcosmos y de la propia ceremonia de la boda, en el sentido que en ésta son tres los ritos a cumplir (el del dosel, el de la santificación y la bendición), siete el número de bendiciones y doce el número de palabras utilizadas para describir el regocijo de los esposos.

Quien tenga el mérito de desposar una mujer cumpliendo con estos preceptos vivirá y tendrá hijos consagrados a la Torah, a los mandamientos y a las acciones positivas.


Esto nos hace pensar que en la cultura judía los preceptos exotéricos han sido rígidos (y por la misma razón cambiantes con las circunstancias e intereses del momento) y controlados por un rabinato estricto, mientras que la enseñanza esotérica ha aparecido siempre como lo verdaderamente universal y liberador y en realidad, no podría ser de otra manera, dada la naturaleza metafísica y por tanto incondicionada de su cometido.

Y así como la religión ha marcado una separación cada vez más insalvable entre la hembra y el varón, relegando a aquélla a una posición de subordinación y sumisión y hasta de anulación en ciertas condiciones[111], en cambio, la enseñanza medular, la esotérica, ha contemplado en todo momento al paredro hombre-mujer como un símbolo del binario con que la deidad se "fracciona", se revela y conforma el Cosmos; y la unión de la pareja (no siempre como esposos, pues la transgresión de la legalidad es la que en ciertos momentos ha hecho posible el engendramiento de la descendencia, no sólo de sangre, sino fundamentalmente espiritual) se ha visto como el soporte para la permanente restitución del estado de Unidad. Por ello, el tema de la conjunción de los opuestos (expresado a muchos niveles y con diferentes simbólicas) ha sido una constante en la Cábala, y nunca se ha despreciado ni censurado la unión del hombre y la mujer, sino que se la ha contemplado como un poderoso vehículo de conocimiento e intelección de la cosmogonía y simultáneamente como una ayuda para la deificación del iniciado.

Decimos esto porque durante muchos siglos se ha atribuido a la pluma de Nahmánides el texto Carta Santa sobre la relación entre marido y mujer,[112] y aunque últimamente algunos estudiosos lo ponen en duda y se lo asignan ya sea a Azriel, ya a Chiquitilla o a otro autor anónimo, lo cierto es que se trata de un pequeño opúsculo doctrinal escrito en el círculo de Gerona o de Castilla, en el cual se aborda el tema de la esencia de la entrega de los esposos, así como el tiempo idóneo para el encuentro, los alimentos más adecuados, la intención del acto y las maneras apropiadas. Dice cosas tan significativas como:

El sentido escondido de los conocimientos que te confío es que el ser humano está incluido en el misterio de la Sabiduría, de la Inteligencia y del Conocimiento: el hombre es Sabiduría; la mujer Inteligencia y la unión carnal pura de ambos, el Conocimiento. Este es el secreto del hombre y de la mujer en la Tradición íntima [ha-qabalá ha-penimit]. Así, pues, la unión carnal comporta una gran altura cuando se cumple como es justo. Es el misterio de los querubines unidos el uno al otro a semejanza de la unión del macho y de la hembra. Si hubiera algo de innoble, el Señor del mundo no habría ordenado hacer a los querubines y no los habría ubicado en el lugar más santo y más puro de todos los lugares, encima de un fundamento profundísimo.


Y también:

Así, pues, la unión del marido y la esposa figura, cuando se cumple como es debido, el misterio de la edificación del mundo y de su población; a través de dicho acoplamiento el hombre deviene colaborador de Dios Santo, ¡bendito sea!, en la obra de la Creación. Es el misterio del que nos hablaron nuestros Doctores al decir que cuando el hombre se junta con su propia mujer en santidad, la Divina Presencia está entre ellos, como significa el versículo: "Antes que te formara en el vientre de tu madre te he conocido".


Pero ésta no es la Presencia de una deidad externa que se inmiscuye en casa ajena; ni el ser humano la vive como una intromisión extranjera a su ser, sino como la posibilidad de nacer y conocer lo que verdaderamente es, de ahí la importancia de la intención en cualquiera de los actos de su vida, y en especial en el de la unión carnal, donde todo pensamiento debe tender a la identificación con lo más alto, con el Pensamiento de donde todo emana:

Por lo que respecta a "conócelo", ya sabes lo que quiere decir el verbo "conocer": es el ajustamiento del alma racional, de su unión con la luz suprema, al igual que la unión de marido y mujer se denomina "conocimiento". La unión del alma al mundo del intelecto se denomina "conocimiento". Ya sabes que uno no puede decir que conoce una cosa hasta que el inteligente se une con el inteligible. Entiende bien todo esto.


Y en otro momento se apunta, respecto de la atracción, fusión y circulación vivificadora del Pensamiento:

Los que poseen la Tradición [qabalá] saben que el pensamiento del hombre tiene su origen en el lugar del alma racional, la cual procede a su vez del mundo de lo alto, y también que el pensamiento tiene la fuerza para descender y para ascender y alcanzar el lugar de origen, por lo cual se une [místicamente] en el secreto supremo, y de allí desciende y devienen, ella y El, una sola cosa. Cuando el pensamiento vuelve de arriba hacia abajo, todo deviene parecido a una sola línea, y aquella luz suprema emana hacia abajo por la fuerza del pensamiento, que la atrae hacia abajo, y la Divina Presencia se manifiesta abajo; entonces la luz resplandeciente es atraída y se difunde por el lugar del que tiene ese pensamiento. Así es como los santos hombres de la antigüedad unían el pensamiento con el mundo de lo alto y atraían hacia abajo parte de la luz suprema, de manera que las cosas [de aquí abajo] recibían incremento y bendición de acuerdo con la fuerza del pensamiento.


Y continúa este texto en el que se perfila el trato respetuoso, delicado y amoroso que se deben los amantes, reconocidos no sólo como seres complementarios sino como andróginos, pues igual que el hombre emite el líquido seminal, también se menciona en el escrito la existencia del semen femenino:

el semen de la mujer se puede comparar a la materia; y cuando después viene el del hombre, es a semejanza del Creador que da forma a la materia (p. 60).

Y de esa cópula sagrada se engendrará la descendencia, que desde el punto de vista esotérico no se refiere únicamente a los hijos de la carne o de la sangre, sino a los espirituales, a esos hijos de la luz que tomarán el relevo de la encarnación, vivificación y transmisión de la tradición. Eso sin olvidar que todo este proceso unitivo del hombre y la mujer es también el símbolo de las constantes nupcias y cópulas que debe realizar todo iniciado o iniciada en el mundo intermediario, el del Alma (inferior y superior, o en términos cabalísticos Yetsirah y Beriyah para restituir la androginia primordial y el estado de Unidad, en el que ya no hay trazas de ninguna distinción.

NOTAS

[108] Sefer Yetsirah. Ed. Obelisco, Barcelona, 1992. Apéndice I.

[109] No podemos dejar de mencionar la íntima relación de este fragmento con el pasaje siguiente de la Tabla de Esmeralda: "Es verdad, sin mentira, cierto y lo más verdadero. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para que se obren los milagros de una sola cosa. (...) Su padre es el Sol, su madre es la Luna, el Viento lo llevó en su vientre, su nodriza es la Tierra".

[110] En una nota a pie de página nos dice el traductor: "Juego de palabras: en hebreo, la palabra 'corazón' y el número 'treinta y dos' se escriben de la misma manera: lev". (Sefer Yetsirah, Obelisco, Barcelona, 1992. Apéndice II). Por tanto existe una identidad entre el corazón y los senderos, en el sentido que dicho órgano es en el ser humano el símbolo del centro donde reside el Principio del que fluye el orden universal. Además, corazón se escribe con las letras Lamed (30) y Beth (2), y al invertirlas se forma la palabra Nada, lo que indica la no-dualidad entre el Infinito y el Principio de la manifestación que anida en el corazón.

[111] Lo cual ha sucedido también en el islam, la religión católica y en el cristianismo en general.

[112] El texto con el que hemos trabajado es: Mestre Mosse de Girona. Lletra Santa Concernent l'Ajustament carnal de Marit i Muller. Ed. Columna, Barcelona, 1986.