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Siguiendo nuestro recorrido histórico
sobre los libros Herméticos, hemos llegado ya a Paracelso y la Alquimia,
aunque es necesario aclarar que éste a su vez fue precedido por
autores y libros de la importancia de Petrus Bonus, que escribió
en 1330 su Pretiosa Margarita Novella aunque no fue divulgada en
forma impresa hasta 1532, y sobre todo de Nicolás Flamel, autor
del famoso tratado Libro de las figuras jeroglíficas donde
da cuenta de sus extraordinarios descubrimientos acompañado de su
esposa "Perrenelle". También dar cuenta de los ingleses Tomás
Norton (Ordinal of Alchemy, 1480-90) y Jorge Ripley (1402-1490:
Las Doce Puertas, Compound of Alchemy, 1471). Igualmente
de Bernardo Trevisano (1406-1490: La Palabra Abandonada, La Filosofía
Natural de los Metales, Tratado de la Naturaleza del Huevo de los
Filósofos, El Sueño Verde) quien hubiera según
fama obtenido la Piedra Filosofal habiéndose dedicado a la alquimia
desde los catorce años, también de Géber (s. IX) al
que le son atribuidas El Libro de la Misericordia y el Libro
de las Balanzas, de Salomon Trismosin y su Splendor Solis que
tanto influjo tuvo en su momento, publicada en francés en 1612 bajo
el título La Toyson d'Or, ou la fleur des thresors. Respecto
a otro curioso libro que inclusive se le ha atribuido a Tomás de
Aquino, Aurora consurgens, nos dice J. Van Lennep en su Alchimie:
"es anterior al más antiguo manuscrito conservado. Sin duda hay
que fechar diferentemente sus dos partes que son bien distintas, siendo
la primera una combinación de textos bíblicos, y la segunda
el comentario." Como se ve este manuscrito bellamente ilustrado podría
ser anterior al de Petrus Bonus del que acabamos de hablar.
Sólo en el libro de S. Klossowski de Rola, El Juego Aureo61 y en el catálogo de dos exposiciones de libros de la Bibliotheca Philosophica Hermetica de Amsterdam podemos encontrar las siguientes obras: G. Aurach: Ortus diviciarum sapiencie dei [Pretiosissimum Donum Dei], s. XV; Rosarium philosophorum, s. XV, Frankfurt 1550; A. Bocchi: Symbolicarum quaestionum libri quinque, Bolonia 1560; G. B. Nazari: Della tramutatione metallica sogni tre, Brescia 1572; H. Reusner: Pandora, das ist, die edleste Gab Gottes, Basilea 1582; S. Trismosin: Aureum Vellus, 1598; Coronatio Naturae [ó Sapientia Veterum, ó Opus Angelorum], final s. XVI; H. Khunrath: Amphitheatrum sapientiae aeternae, 1602; F. Beroalde de Verville: Le Voyage des princes fortunez, París 1610; A. Libavius: Alchymia, Frankfurt 1606; S. Michelspacher: Cabala, Augsburgo 1616; M. Maier: Arcana arcanissima, Londres 1614, Lusus serius, Oppenheim 1616, De circulo physico quadrato, 1616, Silentium post clamores, 1617, Examen fucorum, Frankfurt 1617, Jocus severus, íd. 1617, Symbola aurea mensae duodecim nationum, íd. 1617, Atalanta fugiens, íd. 1617, Tripus aureus, íd., 1618, Viatorium, Oppenheim 1618, Themis aurea, 1618, Septi mana philosophica, Frankfurt 1620-21, Subtilis allegoria super secreta chymiae; T. Schweighardt: Speculum sophicum rhodo-stauroticum, Frankfurt 1618; J. D. Mylius: Opus medico-chymicum, íd. 1618, Antidotarium, íd. 1620, Philosophia reformata, íd. 1622; Calendarium Naturalium Magicum, 1620; H. Madathanus: Aureum Seculum Redivivum, 1621; O. Croll: Basilica chymica, Frankfurt 1622; D. Stolcius: Viridarium chymicum, íd. 1624, Hermetico-spagyrisches Lustgärtlein (Hortulus Hermeticus), íd. 1625; J. Grasshoff: Dyas chymica tripartita, íd. 1625; Musaeum hermeticum, íd. 1625 (conteniendo asimismo: Hydrolithus sophicus seu Aquarium sapientum, Tractatus aureus de lapide philosophico, Via veritatis unicae, Gloria mundi, Tractatus de generatione metallorum, N. Flamel: Summarium philosophicum, J. de Mheung: Demonstratio naturae, Lambsprinck: De lapide phi losophorum); J. D. Mylius: Anatomia auri, íd. 1628; D. de Planis Campy: L'Hydre morbifique exterminée, París 1628, L'Ouverture de l'escolle, íd. 1633; D. L'Agneau: Harmonie mystique, íd. 1636; E. Ashmole: Fasciculus Chemicus, 1650 (incluyendo A. Dee: Fasciculus, 1629 y J. de Espagnet: Theatrum arcanum hermeticae philosophiae opus, París 1623); E. Ashmole: Theatrum chemicum britannicum, London 1652; J. A. Siebmacher: Wasserstein der Weisen, Frankfurt 1661; J. de Monte-Snyders: Von der Universal Medicin, Metamorphosis planetarum, Amsterdam 1663, Chymica vannus, íd. 1666; V. de Monte Cubiti: Dreyfaches hermetisches kleebat, Nuremberg 1667 (incl. S. Norton: Mercurius redivivus, 1630); J. J. Becher: Oedipus chimicus, Amsterdam 1664, Physica subterranea, Frankfurt 1669; T. Kerckring: Spicilegium anatomicum, 1670, Commentarius in Currum triumphalem Antimonii, 1665, Amsterdam 1671; G. van Vreeswijk: De Roode Leeuw, íd. 1672, De Groene Leeuw, íd. 1674, De Goude Leeuw, íd. 1675, De Goude Son, íd. 1675; C. A. Balduin: Aurum superius & inferius hermeticum, íd. 1675; A. von Franckenberg: Raphael oder Artzt-Engel, íd. 1676, Oculus aeternitatis, id 1677; Altus: Mutus liber, La Rochelle 1677; H. van de Sande, ed.: M usaeum hermeticum reformatum et amplificatum (incluyendo Janitor Pansophus, J. F. Helvetius: Vitulus aureus, M. Sendivogius: Novum lumen chemicum –atribuido a su maestro "El Cosmopolita"–, Aenigma philosophicum, Dialogus Mercurii Alchymistae et Naturae, Novi luminis tractatus alter de sulphure; Philaletha: Entrada abierta al Palacio cerrado del Rey, Metallorum metamorphosis, Brevis manuductio ad rubinum coelestem, Fons chymicae veritatis), Frankfurt 1677; etc.62 Merecen ser rescatados de este árido listado casi la mayoría de autores y obras, que por muchas de sus características deben ser estudiadas. Como se ve el número de libros es inmenso, inmenso es también el valor de cada cual, tanto por la forma en que se vierte la doctrina, como por el Arte en que se expresa y los datos que aporta.63 No es pues este el lugar para tratar este tema extraordinario que, si Dios quiere, expondremos en detalle en otro estudio que será la continuación de éste, ya que nuestra intención aquí sólo es subrayar la proyección intelectual e histórica que el pensamiento hermético y su literatura ha mantenido viva hasta el presente. También debemos mencionar ahora una corriente de estudiosos contemporáneos ocupados en reproducir y comentar textos hermético-alquímicos, lo cual es de enorme utilidad pues pueden consultarse directamente: el belga Jacques Van Lennep (Alchimie; Arte y Alquimia: estudio de la iconografía hermética y sus influencias), los ingleses Adam McLean (The Crowning of Nature, The Rosicrucian Emblems of Cramer, The Steganographia of Trithemius, Solomon Trismosin's Splendor Solis, The Che mical Wedding of C. Rosenkreutz, etc., director y editor del The Hermetic Journal: Oxford) y Joscelyn Godwin (Robert Fludd, Athanasius Kircher, Michel Maier's Atalanta Fugiens), los que vienen a sumarse a la gran cantidad de investigadores y Adeptos contemporáneos que han compuesto brillantes obras sobre Alquimia y Filosofía Hermética, demostrándonos de este modo sofisticado como está de viva la Alquimia en nuestros días, pese a que se pudiera pensar lo contrario.64 De todos modos es insoslayable el remarcar la figura y la obra de Michel Maier (ver obra en listado anterior), autor de La Fuga de Atalanta, curiosa obra que contiene un texto, un grabado, y una partitura musical en cada página, lo que sin duda es una afirmación del orden y la correspondencia que vinculan a las artes como expresión de la interpenetración y armonía Universal; por otra parte prefigura los medios audiovisuales de comunicación, tan importantes para las ciencias y las artes, especialmente para la enseñanza. Se señala a Michel Maier como uno de los fundadores de la Hermandad Secreta de los Rosacruces, de inmensa importancia para el desarrollo de las ideas herméticas, a la que también pertenecieron Robert Fludd (1574-1637: Apologia compendiaria, Tractatus Apologeticus, Tractatus Theologo-Philosophicus, Utriusque CosmiHistoria, Anatomiae Amphitheatrum (incl. Monochordum Mundi), Veritatis Proscenium, Philosophia Sacra, Medicina Catholica, Philosophya Moysaica, etc.), discípulo de John Dee (1527-1608: famoso autor de La Mónada Jeroglífica, y de Propaedeumata Aphoristica, General and Rare Memorials, etc.), y J. Valentín Andreae (1586-1654: Las Bodas Químicas de Christian Rosencreutz, Mythologias Christianae, Turris Babel, Cristianópolis), al que se le considera su motor. Esta sociedad esotérica secreta, de pensamiento y tradición herméticos, publicó dos manifiestos anónimos, aunque se los suele adjudicar a Andreae: la Fama Fraternitatis, o el descubrimiento de la fraternidad de la muy noble Orden de la Rosa Cruz, y la Confessio Fraternitatis, o la confesión de la loable fraternidad de la honorabilísima orden de la Rósea Cruz, dirigida a todos los doctos de Europa, publicados en 1614 y 1615, que tuvieron la virtud de alborotar y entusiasmar a muchos pensadores de la época. Tampoco se puede dejar sin comentar la figura y la obra de Giordano Bruno (1548-1600: Explicatio triginta sigillorum, Sigillus sigillorum, De umbris idearum, Cantus Circaeus, La cena de las cenizas, De la causa, principio y uno, Del infinito, el universo y los mundos, Expulsión de la bestia triunfante, Cábala del caballo Pegaso, De los heroicos furores, Articuli adversus mathematicus, De lampade combinatoria lulliana, De innumerabilibus, immenso et infigurabili, De triplici minimo et mensura, De monade numero et figura; así como: Lampas triginta statuarum, De magia y De vinculis in genere, publicadas en el s. XIX, etc.) y su extraordinario peso en siglos posteriores. Peregrino infatigable no sólo era un hermetista en el que había encarnado la Tradición viva, sino un apóstol de estas ideas que llevó a Inglaterra y en la que sostuvo una acendrada polémica con los "gramáticos" aristotélicos de Oxford –ya que la Universidad había caído en sus manos por entonces–, unos oficialistas pedantes a los que desenmascaró oportunamente.65 Por su ardiente carácter, su entusiasmo heroico, su firmeza –que le impidió retractarse de lo que para él era la verdad– y su adopción, en ciertos aspectos, (como también lo hace la doctrina hermética) de la teoría heliocéntrica, ya que para ella el sol –el dios visible– es también el centro de un sistema en su concepción antropocéntrica, fue condenado por la Iglesia de Roma, a la que pertenecía, y quemado vivo. Todo esto lo hace una figura de primer orden dentro de la Tradición Hermética, aunque sólo hasta hace poco F. Yates puso en relieve el Arte de la Memoria, disciplina de origen clásico y medieval que cultivó y difundió el "Nolano" (o Napolitano) como él mismo gustaba llamarse.66 Esta ciencia y arte es verdaderamente extraordinaria por las posibilidades supranemotécnicas que implica, más relacionadas con la magia que despiertan los símbolos y sus potencias más altas, ligadas a la metafísica, y a la "reminiscencia" platónica. Estos "despertadores de imágenes" y su posibilidad de encadenar con otros planos de la existencia Universal fueron bastante conocidos y aplicados en el Renacimiento (aunque de herencia clásica). Por otro lado la pintura y la estatuaria cumplían análoga función teúrgica. Varios autores escribieron sobre el tema de la memoria, forjándose una corriente que participó de estos métodos que tuvieron importancia en su día, ya que estas técnicas herméticas de conocimiento no se popularizaron posteriormente; lo que no es así con las cartas del Tarot (llamado también el "Libro de Thot"), juego de láminas de sentido multidimensional y de efectos mágicos, que debe controlar el teúrgo que se ocupe de ellas.67 Frances Yates, en el libro que ha dedicado al tema nos advierte (cap. V, "Los Tratados de la Memoria"): "Para el período con el que hemos tenido que ocuparnos durante los dos capítulos anteriores, el material efectivo con el que se cuenta es escaso. Para el período en el que estamos entrando en este momento, los siglos XV y XVI, lo contrario es el caso. El material se hace demasiado abundante y habremos de seleccionar sobre una gran muchedumbre de tratados de la memoria si es que no queremos abrumar con demasiados detalles a nuestra historia." Es decir, que con este segmento correspondiente sólo al tema del Arte de la Memoria (al que la autora dedica 440 páginas) sucede lo mismo que con las obras de la Tradición Hermética en general y por lo tanto sólo mencionaremos algunos autores y obras: Anónimo, manuscrito De memoria artificiali, siglo XV; Oratoriae artis epitome, Venecia 1482, que llevaba un apéndice sobre Ars memorativa, de Jacobo Publicio; de Pedro de Rávena el Phoenix, sive artificiosa memoria, Venecia 1491, con muchas ediciones y traducciones a distintas lenguas; de J. Romberch su Congestorium artificiose memorie, 1520; de Cosmas Roselins el Thesaurus artificiosae memoriae, Venecia 1579. Hay que hacer un punto y aparte para hablar de Julio Camillo (1480-1544: De l'humana deificatione, Sermoni della cena), el "divino" Camillo, inventor de un Teatro de la Memoria, aparentemente una construcción de madera llena de imágenes esotéricas pintadas en diferentes cajoncitos y a distintos niveles que indicaban un lugar, un espacio fijo en las operaciones de la mente, a la vez que se encontraba todo ello relacionado con distintos aspectos de la manifestación cósmica y los Principios y los planetas según son revelados en el Corpus Hermeticum. Sin embargo el Teatro tal cual él lo imaginaba en todas sus posibilidades no pudo ser, aunque sus ideas tuvieron muchísima importancia en el Renacimiento Italia no. Finalmente queremos citar a un Adepto al que tampoco se le suele dar la relevancia que ha tenido; se trata de Elías Ashmole (1617-1692), un anticuario inglés que fue de los primeros en otorgar a la arqueología y al estudio integral del hombre y su mundo, un valor real y no el de simples "curiosidades". Fundador en Oxford del primer Museo de Ciencias Naturales del mundo, donó sus colecciones de plantas, animales y minerales y especialmente las de arqueología y arte y convenció a numerosos amigos para que lo hicieran, siendo tal la importancia de los objetos atesorados que el museo se dividió en dos, pasando la de Arte y Arqueología después de su muerte a llamarse con su nombre. Se trata del afamado y excelente Ashmolean Museum, de Oxford, que hoy en día exhibe públicamente sus colecciones. Pero no sólo reunió obras de la antigüedad sino textos y libros herméticos que hoy pueden consultarse, así como también los escribió (Institutions, Laws and Ceremonies of the Order of the Garter, 1672) y publicó: Theatrum Chemicum Britannicum (1652), que contiene las obras de los alquimistas ingleses más importantes.68 Su figura, poco investigada, adquiere mucho interés, cuando se sabe que fue gran dignatario masón de los primeros tiempos de la Orden (antes de Anderson y Desaguliers). Como se sabe, la Masonería tiene íntima relación con la Tradición Hermética y su simbólica, y puede verse como la transposición del Arte Alquímico, basado en el fuego y la transmutación metálica, al simbolismo de la Ciencia Constructiva, reflejo de la Construcción Cósmica. La importancia de la Masonería, como transmisora de la Iniciación y, más concretamente, de las ideas de la Tradición Hermética a las que ha permanentemente fomentado, ha sido fundamental, tanto en este siglo como en el pasado. El Hermetismo se prolonga en la Masonería en numerosos grupos e individualidades que, aunque siempre minoritarias, son difíciles de ubicar históricamente a ciencia cierta por las mismas reservas que ellos se imponen, en parte porque su tipo de pensamiento ha sido una y otra vez perseguido (creen que lo que la mayoría considera la más elemental realidad es solo ilusión) por la ignorancia de los muchos. Por lo que en la mayoría de los casos debemos contentarnos con seguir la cauda del pensamiento hermético sólo por los libros que han escrito algunos Adeptos y unos pocos documentos sobre sus vidas. Sin embargo este material espigado aquí y allí, acompañado de textos hallados en distintos sitios y tiempos (y muchos de ellos por su interés, cada vez más investigados), es suficiente para darnos una idea de la transmisión iniciática de estas ideas y su influencia espiritual a lo largo y ancho de la cultura de Occidente. Las proyecciones varias y disímiles que ha tomado este extraordinario pensamiento presente en el Corpus Hermeticum, a partir del siglo XVIII, cuyos rayos siguen iluminando la actualidad, han sido también estudiadas; basta citar entre otros los nombres de Antoine Faivre y Jean-Pierre Laurant y sus obras dedicadas a este respecto. Por nuestra parte dejamos aquí este recorrido acerca de algunas ideas expresadas en los libros herméticos, verdaderos tesoros de sabiduría y documentos testimoniales de la Filosofía Perenne, siempre presente y vivificante; un tipo de literatura que jamás perderá actualidad, por la índole Universal de su temario y la vigencia que le transmiten una minoría de seguidores que, hoy como ayer atienden a sus trabajos, pese a la cada vez más densa atmósfera que les ha tocado respirar. Como hemos podido observar la transmisión mediante el libro juega un papel fundamental en la Tradición Hermética, al punto de que Hermes, el escriba de los dioses o el dios escritor, es quien la patrocina. Y si bien han existido y existen pequeñas organizaciones basadas en el Hermetismo, generalmente nucleadas alrededor de escritores y grupos ligados a su forma de ver los Principios de esta Tradición, expuesta en los textos antes citados, la Revelación (Realización) Hermética se da en lo individual, en cada uno de los Adeptos en los que se revela el Noûs, por cualquier motivo que fuese. Se trata por lo tanto del influjo espiritual de Hermes, o del pensamiento Hermético, lo que equivale a recibir su legado y afiliarse a él, pues mediante su vehiculación ligamos con aquello que se busca, ya que conocer es ser. Son los libros por ello funda mentalmente los iniciadores en la Tradición Hermética (si no ¿para quién hubieran sido escritos?) y muchos nos narran directamente la Revelación de Hermes Trismegisto, o sea la Revelación Hermética 59; las enseñanzas no son necesariamente orales, como en las Tradiciones Orientales, ni hay ashrams o tarîqas.69 Ni siquiera hay una religión, ni normas, ni dogmas, ni compromisos especiales, salvo con el Conocimiento. Por lo tanto no hay templos (salvo la excepción del caso de la Masonería), ni imágenes, es a cielo descubierto y en esto, como en otras cosas, hay correspondencias con el Taoísmo. Por eso es que esta Tradición suele ser también tan cruda, tan poco amparada, acaso a la intemperie, y en todo caso sin la búsqueda de un "refugio"; pero al mismo tiempo cuando se observa la calidad de los autores y personalidades que han contribuido a ella, la naturaleza luminosa de sus textos, la profundidad y belleza de sus símbolos, etc. no puede uno dejar de asombrarse y de reconocer en ella una vinculación directa con el Origen, con la Tradición Primordial, por intermedio de la Cosmogonía Perenne, el Plano Intermediario y las Ciencias de la Naturaleza. Igualmente hay que considerar los grabados simbólicos de los libros alquímicos como soportes rituales de meditación y vehículos de Conocimiento; incluso puede observarse que muchos de estos libros llevan incluidas imágenes análogas o idénticas a otros, como si hubieran sido copiadas en base a trabajos herméticos de tipo ritual, labores propias del Aprendiz que, de este modo, rememora una y otra vez la estructura cosmogónica para así potenciar su salida de ella. Agregaremos que esta posibilidad de incorporarse a la Tradición Hermética es especial mente significativa para la mujer, ya que si es prácticamente imposible para los varones pertenecer a un grupo realmente ligado al Conocimiento, ni que decir de las mujeres, cuyo papel en todas las religiones actualmente es rechazado o tenido en menos. En el siglo XVIII, A. J. Pernety (1716-1796: Les Fables égyptiennes et grecques, devoilèes et réduites au même principe; Diccionario Mito-Hermético)70 definía así a lo hermético en su Diccionario: "La ciencia Hermética tiene en Hermes su propagador, algunos lo consideran como el primero que sobresalió en ella de manera que ha recibido su nombre. El gran Arte, la Filosofía Hermética, la Gran Obra, la Obra de la Piedra Filosofal, el Magisterio de los Sabios, todas estas son expresiones sinónimas de la Ciencia Hermética. La física Hermética depende de esa ciencia que hace consistir a todos los seres sublunares de tres principios: sal, azufre y mercurio, relacionando todas las enfermedades con un defecto de equilibrio en la acción de estos tres principios; por ello, (la ciencia hermética) se propone y tiene por objeto la búsqueda de un remedio que mantenga este equilibrio en el cuerpo o que reponga a estos tres principios cuando uno de ellos tiende a dominar con excesiva violencia sobre los otros. El segundo objeto de este arte es el componer lo que llaman el Elixir al blanco o al rojo, al que también llaman Polvo de proyección o Piedra filosofal; con este elixir pretenden cambiar los metales imperfectos, en plata con el elixir al blanco o en oro con el elixir al rojo". Y agregaba, con sorna: "En todos los tiempos han habido locos inclinados a esta búsqueda, aunque se autotitulan Verdaderos Sabios y verdaderos Filósofos y únicos conocedores de la Naturaleza. Pretenden que los Filósofos de la antigüedad, Demócrito, Platón, Sócrates, Pitágoras, etc. todos ellos estaban iniciados en los secretos de esta ciencia y que los jeroglíficos de los egipcios al igual que todas las fábulas que componen la mitología han sido inventadas para enseñar esta ciencia". Así las cosas nos despedimos del lector, al que también ofrecemos la traducción anotada de los XI primeros capítulos del Poimandrés, realizada junto con José Manuel Río. También tenemos que agradecer a SYMBOLOS por el apoyo gráfico que constituyen los grabados71 de este Nº doble, y que ilustran tanto el contenido de este artículo como el de los restantes estudios sobre la Tradición Hermética, con los que este texto se complementa. |
NOTAS | |
61 | Ed. Siruela. Madrid 1988. |
62 | Y también: C. K. von Rosenroth: Kabbala denudata, 1 parte: Sulzbach 1677-84, 2: Frankfurt; P. Kaim: Helleleuchtender Hertzens-Spiegel, Amsterdam y Gdansk 1680; B. C. van Helpen: Escalier des sages, Groninga 1689; A. T. de Limojon de St.-Didier: Le Triomphe Hermétique, Amsterdam 1689; B. Urbigerus: Aphorisme Urbigerani, Londres 1690; C. L. Morley y T. Muykens: Collectanea chymica, Leiden 1693; V. Weigel: Studium universale, 1695; D. A. Freher (1649-1728): Paradoxa, Emblemata, Ænigmata, Hieroglyphica, de Uno, Toto, Puncto, Centro, 1717-20, Serial elucidations of Boehmius, Three Tables, Hieroglyphica Sacra; G. von Welling: Opus mago-cabalisticum et theologicum, Frankfurt 1719; J. G. Gichtel: Theosophia practica, 1722; íd. y J. G. Graber: Eine kurtze Eröfnung, 1723; A. Eleazar: Uraltes chymisches Werck, Erfurt 1735; I. C. von Vanderbeeg: Manuductio Hermetico-philosophica, Hof 1739; Des aufrichtigen Hermogenis Apocalypsis spagyrica et philosophica, Leipzig 1739; A. Wienner: Splendor lucis, Viena 1747; Hermaphroditisches Sonn- und Monds-Kind, Mainz 1752; T. du Chenteau: Carte philosophique et mathématique, Bruselas 1775; A. A. P. de Jolyfieff: Der Compass der Weisen, Berlín y Leipzig 1779, etc. etc. Igualmente ha habido literatura alquímica en España, y se encuentra depositada en sus bibliotecas. Ver La Alquimia en España, J. R. de Luanco, Obelisco, Barcelona 1995 y Cinco tratados españoles de alquimia, Tecnos, Madrid 1987; así como Historia de la Alquimia en España, J. García Font, Barcelona 1995. En cuanto a las bibliotecas europeas, estas poseen miles de volúmenes específicamente hermético alquímicos: Bodleian Library, Oxford; Bibliothèque de l'Arsenal, París; Trinity College Library, Cambridge; Sainte-Geneviève, París; Universitaria, Bolonia; etc. etc. |
63 | Como ejemplo mencionaremos que Julian Paulus nos advierte la importancia de una biblioteca alquímica-hermética encontrada recientemente en Hamburgo con más de 600 títulos, muchos de ellos desconocidos hasta hoy, en Alchemy Revisited: Proceedings of the International Conference on the History of Alchemy (Actas del Coloquio de Groningen, abril 1989). E. J. Brill, Leiden-N. York-Copenhage-Colonia, 1990. |
64 | J. Van Lennep: Alchimie, Dif. Dervy-Livres, París 1985; Arte y Alquimia, Ed. Nacional, Madrid 1978. Obras de A. McLean: Phanes Press, Grand Rapids (MI) U.S.A. J. Godwin: Atalanta Fugiens, íd. íd. 1989; Robert Fludd, Ed. Swan, Madrid 1987; Athanasius Kircher, íd. 1986. Asimismo las publicaciones de Gutemberg Reprints y de La Table d'Emeraude, de París. En castellano hay que destacar las ediciones de la "Biblioteca Esotérica", en Barcelona: Mutus Liber, Viridarium Chymicum, El Rosario de los Filósofos, Las Doce Llaves de la Filosofía, Las Doce Puertas de la Alquimia, Naturaleza del Huevo de los Filósofos, los Manifiestos Rosacruces, Teosophia practica, De signatura rerum, entre otras, así como las de Ed. Obelisco, de la misma ciudad: El Libro de las Figuras Jeroglíficas, Tratado de la Piedra Filosofal (Lambsprinck), Las Bodas Químicas de C. Rosenkreutz, La Entrada Abierta al Palacio cerrado del Rey, etc. Ver también de Julius Evola su excelente libro La Tradición Hermética (Martínez Roca, Barcelona 1975), donde trata ciertos temas obvios en Alquimia, vinculados con la sexualidad, que no suelen ser reconocidos, y los relaciona con el Tantra Yoga. La Alquimia vista como transformaciones psicológicas: C. Gustav Jung: Psicología y Alquimia, S. Rueda ed., Bs. As. 1959 y J. Fabricius: Alchemy, Diamond Books, Londres 1989. Otros libros ilustrados a color y recomendados para una visión panorámica: Andrea de Pascalis: Alchemy, the golden art, Gremese International, Roma 1995, y S. Klossowski de Rola: Alquimia, Ed. Debate, Madrid 1988. |
65 | Ver F. Yates, Ensayos reunidos, tomo II. FCE, México 1991. |
66 | Ver Frances Yates, El Arte de la Memoria, Taurus, Madrid 1974. También Mundo, Magia, Memoria, textos de Bruno, edición de Ignacio Gómez de Liaño. Taurus, Madrid 1987. |
67 | Ver: Stuart R. Kaplan: The Encyclopedia of Tarot, 3 Vols., U. S. Games Systems Inc., Stamford (CT) 1978, 1986, 1990; Raymond Abellio: Approche de la nouvelle Gnose, cap. "Histoire, structure et symbolisme du Tarot", Gallimard, París 1981; Federico González: El Tarot de los cabalistas, vehículo mágico, Kier, Bs. As. 1993. |
68 | Otras antologías de textos alquímicos análogas al Theatrum Britannicum han sido efectuadas en diferentes países entre los siglos XVI y XVIII, no mencionadas en el listado anterior: Ars chemica, 1566; Artis chemicae principes, 1572; Artis auriferae, 1593; Theatrum chemicum, 1602; J. J. Manget: Bibliotheca Chemica Curiosa, Ginebra 1702; Deutsches theatrum chemicum, 1728-32; W. Salmon: Bibliothèque des philosophes chimiques, París 1740; Hermetisches A.B.C., 1778-9; C. G. H.: Eines wahren Adepti besondere Geheimnisse von der Alchymie, 1757; Geheime Figuren der Rosenkreutzer, Altona 1785-88; etc. |
69 | "Cantemos la luz que lleva por el camino del retorno a los hombres;/glorifiquemos las nueve hijas del gran Zeus,/de luminosas voces;/cantemos a estas vírgenes que,/por la virtud de las puras iniciaciones que /provienen de los libros, despertadores de inteligencia,/arrancan de los dolorosos sufrimientos de la tierra, /a las almas que erran en el fondo de los pozos de la vida" Proclo, Himno a las Musas. A. Bosch, Barcelona 1980. |
70 | Les Fables, 2 tomos: La Table d'Emeraude, París 1991; Diccionario: Indigo, Barcelona 1993. |
71 | Por falta de espacio no hemos podido penetrar en el mundo de los impresores y grabadores de los Libros herméticos. Baste sólo citar a Teodoro de Bry, jefe de una familia de impresores en la que participaban su hijo Juan Teodoro y su yerno W. Fitzer (que publicaron entre muchas cosas la obra completa de Fludd con el grabador Mateo Merian) y a Lucas Jennis que luego emparentó con esta familia. También nos llama la atención no haber encontrado en la literatura hermético-alquímica más libros escritos por mujeres, salvo María la Judía, Teosebia (la "hermana hermética" de Zósimo de Panópolis), Isabelle vom HL. Geist (carmelita en Colonia, 1606-1675: Recreationem), Barbara de Gilli, Sabina Stuart de Chevalier (Discours philosophique, 2 vol. París 1781), Marie le Jars de Gournay (1566-1645) y otras mujeres citadas cuyas funciones no están del todo claras como es el caso de Cristina de Suecia (1626-1689: Apologies, Ed. du Cerf, París 1994), patrocinadora de bibliotecas y libros esotéricos, a pesar de ser la mujer un tema recurrente y constante en la iconografía de esta Tradición. Se sabe, por otra parte, de numerosas Adeptos femeninos, lo cual es obvio si se tiene en cuenta el interés actual de la mujer en la Tradición Hermética; a las damas anteriormente nombradas debe agregarse el nombre de la española Teresa de Avila (1515-1582: Libro de la Vida, Meditaciones sobre los Cantares, Las moradas del Castillo interior, Camino de perfección, Libro de las Fundaciones, etc.: Obras completas en B. A. C., Madrid 1986) discípula de San Juan de la Cruz (1542-1591: Subida al Monte Carmelo, Noche Oscura, Cántico espiritual, Llama de amor viva; íd., Madrid 1982) y el de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), mexicana, discípula de A. Kircher y autora del Primero Sueño, dedicado a la diosa Isis, y de Neptuno Alegórico. |
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