El Zohar (cont.)
Por otra parte un tema fundamental que ya ha sido esbozado por Azriel y que en el Zohar aparece repetidamente es el de la derecha y la izquierda divinas, que en una lectura exotérica se equipararán al bien y al mal siempre en conflicto, pero que son en realidad otra manera de expresar simbólicamente la polarización de la deidad. Ya vimos que esta separación se revela a veces como un arriba (jerárquicamente superior) y un abajo, y también como una diestra y una siniestra, donde la derecha es de igual modo preeminente sobre la izquierda. Dice el Sifra en el capítulo 5:
4.- El Edén superior está oculto y sellado. El Edén inferior nació, por lo que puede ser transferido y manifestado.
5.- Pues el Nombre YHVH, Yod, He, Vau, He, incluye al nombre YH, Yah, ALHIM, Elohim.
6.- ATH, Eth, ADNI, Adonai, Señor, AHIH, Eheieh, la derecha y la izquierda, las cuales son unidas en uno.
Y en otro momento, en el capítulo 4 se describe:
Desde que el hombre de abajo descendió según la imagen de lo de arriba, hubo en él dos espíritus, [procedentes] de dos lados, el de la derecha y el de la izquierda. El hombre fue compuesto, por la derecha, de un alma santa (neschamá), y por la izquierda, de un alma animal (nefesch). El hombre pecó, y el lado izquierdo se extendió, y se expandieron los que no tenían cuerpo; cuando se unieron los unos a los otros, engendraron, de la misma manera que una multitud procede de un animal por un solo acoplamiento.
La fragmentación de la unidad en dos lateralidades, que en el Arbol de la Vida da lugar a las dos columnas –la de la Fuerza o Misericordia y la de la Forma o Rigor– agrega nuevas posibilidades en el desenvolvimiento del entramado del universo, pues como dice de nuevo el Zohar, ahora en la sección Vayéchev publicada en el tomo III de Verdier:
Así pues hay dos grados: "Bendito" y "Maldito", uno va hacia su lado, el otro va hacia su lado. Del primero salen todas las bendiciones de los mundos de lo alto y de lo bajo, y todo bien, toda luz, toda salvación, todo perdón. Del segundo salen todas las maldiciones, toda ruina, toda sangre, toda desolación, toda maldad y toda impureza del mundo.
Estas tendencias, lejos de ser irreconciliables, son las que dan curso a la manifestación, pues no podría hablarse de la luz sin la contrapartida de la oscuridad, ni de la Gracia sin el Rigor, ni del día sin la noche, etc. El lado de la Misericordia emite unas energías expansivas, centrífugas y fecundas, pero todo ese caudal generativo se esfumaría si no hubiera un lado contractivo, centrípeto y acogedor que recibiera los efluvios benéficos, y poniéndoles límites, facilitara las coagulaciones al nivel que fuere. Optar por uno u otro costado es abocarse a la disolución, por exceso o por defecto, ya que sólo por su conjunción se restablece el orden, la armonía, la vía del centro, simbolizada en el Arbol sefirótico por la Columna del Equilibrio. Además, en el Zohar así como en otros textos cabalísticos, la vertiente izquierda no se presenta únicamente como lo negativo en el sentido de "malo", sino que más bien se refiere al olvido, tal como vemos en este fragmento:
"Sucedió que, al fin" (Génesis 1, 41). ¿Qué es "al fin"? Rabbí Simeón dijo: Un lugar sin memoria, y es el fin de la izquierda. ¿Por qué razón? Porque está escrito: "A ver si te acuerdas de mí cuando te vaya bien" (Génesis 40, 14). ¿Le convino a José el Justo haber dicho: "Si te acuerdas de lo que hice por ti"? En efecto, cuando José hubo analizado su sueño, se dijo: "Evidentemente, se trata de un sueño que restituye la memoria"; pero él se equivocaba a este respecto, pues todo dependía del Santo, bendito sea. En consecuencia, el lugar donde estaba el olvido se alzó ante El. Está señalado: "Pero el gran escanciador no se acordó de José, sino que lo olvidó" (Génesis 40, 22). Puesto que está dicho: "Pero el gran escanciador no se acordó de José", ¿por qué añadió "y lo olvidó"? Es porque "lo olvidó" se refiere al lugar del olvido, que es el "fin" del lado de la oscuridad. "Al cabo de dos años" (Génesis 40, 1). ¿Qué significa dos años? Que un grado retorna al grado donde está la memoria. (Op. cit., pág. 260)
O sea, que "el otro lado" o el lado de la izquierda llevado a su extremo se equipara a una inmersión total en la ignorancia, el error y la estupidez, de ahí también su relación con el diablo, con Satán o el Angel de la muerte, entidad que por cierto no está fuera del cosmos ni del ser humano, sino que se identifica con esas energías necias, torpes y estultas que se contentan con lo perentorio y anecdótico, por tanto con la muerte, pero que una vez reconocidas, nombradas, domadas y transmutadas pueden ser un motor para iniciar el ascenso por los claroscuros del Arbol de la Vida, pudiendo así encarnar todas sus energías y conjugarlas en cada uno de los mundos, hasta alcanzar la Plenitud o el Bien que está por encima de cualquier oposición o complementariedad, pues siendo de un orden jerárquicamente superior incluye y reúne en sí toda polarización, por más alta o universal que sea. Charles Mopsik anota en el capítulo titulado "La inclinación al mal y el combate del justo" del Tomo III del Zohar de Verdier:
Más adelante, al principio de la sección Miquets, el Zohar propone un desarrollo sobre el "barro del oro" que es otra denominación de este desecho de la oscuridad (fol. 193a, ver infra Miquets nota 1.9) percibido todavía como el límite extremo del "lado de la izquierda", la exteriorización de la potencia del juicio desbordando por abajo el mundo de la emanación. En cambio, en otros pasajes, el Zohar identifica la inclinación al mal no tanto con el "desecho de la oscuridad" sino con "la oscuridad", a saber la sefirah Gueburah misma, lo cual relativiza su negatividad; ver Zohar I, 23a, 49a; II, 26b passim y comparar con Moisés de León, Nefech ha-Hakhama (p. 123): "La inclinación al mal es una expansión de la dimensión de la izquierda" y sobre todo en Tratado sin título (fol. 347b): "La inclinación al bien viene del lado derecho y es la realidad de la derecha misma, la inclinación al mal viene del lado izquierdo y su realidad es la izquierda". Derecha e izquierda son respectivamente los símbolos de las sefiroth Hesed y Gueburah. La fuente del Zohar y de Moisés de León sobre el origen de las dos inclinaciones es aparentemente la enseñanza de R. Moisés de Burgos: "[La inclinación] al bien emana del secreto del grado de la plenitud de la derecha tendida para recibir a los que se convierten, que es la realidad del bien perfecto que hace subsistir y perdurar toda cosa en una eterna continuidad, por la gracia (Hesed) de Dios, todos los días. [La inclinación] al mal procede dando tumbos y por turbaciones penosas y malas, sobreviniendo con grandes fracasos y fuertes sacudidas, desde la raíz del fundamento de la izquierda, que conduce a la izquierda a la sombra de la muerte y del desorden…" (Sefer 'Amoud ha-Smoli, ed. Scholem, Tarbiz, IV, 1993).
En la tradición judía, la figura del justo, que en un sentido es la del cabalista, se relaciona con aquel ser humano que penetra e identifica en su interioridad esas dos tendencias, y al mantener una actitud totalmente guerrera, no se doblega a la presión de lo oscuro o descendente, sino que busca el sendero luminoso y ascendente, simbolizado por la derecha, como muestra este fragmento del tomo III del Zohar:
Ven y mira: El Santo, bendito sea, modela al hombre para que se fortifique por la Torah y para que marche sobre el camino de la verdad, para que encuentre el lado derecho y no el lado de la izquierda. Y puesto que les incumbe marchar sobre el lado derecho, [los hombres] deben aumentar el amor recíproco, hacer que no haya odio entre ellos, para no renegar de la derecha, que es el lugar al que se adhieren los israelitas.
Pero como ya apuntábamos más arriba, no se trata de sustituir una corriente por otra, sino de arremeter con ambas una batalla de sucesivas purificaciones en el mundo intermediario del alma para conquistar finalmente la Gran Paz del estado de Eternidad, lo que se ejemplifica en estos dos fragmentos, correspondiendo el primero al libro de Moisés de León titulado Chéquel ha-Qodech citado por Mopsik en el mismo tomo:
[Los ancianos] han dicho que las almas de los justos en la gehenna [terrestre] deben lavarse y purificarse de la suciedad de este mundo, con el fin de entrar en el jardín del Edén terrestre vestidos de pureza. No hay limpieza ni purificación del alma si no es por el fuego, pues el origen mismo del alma es el secreto del Fuego devorador. Ella se lava, pues, en el fuego para ser purificada y blanqueada de su suciedad, con el fin de penetrar pura en el jardín del Edén terrestre, lavada y blanqueada, como una mujer que viene de purificarse de su suciedad. Cuando ella se mantiene en su lugar en el jardín del Edén terrestre, purificada y lavada de su suciedad, ella es como una mujer que se purifica de su impureza sin estar unida a su esposo. Cuando llega el día en el que el alma se eleva para unirse a su Esposo, sube para contemplar sin velo la luz de la vida "de luna nueva en luna nueva y de sabbat en sabbat" (Is. 66, 23); entre tanto, existe una gehenna en lo alto donde ella se baña y se lava y se purifica por más tiempo, de la misma manera que la mujer se baña y se lava la noche en la que se queda encinta al unirse a su esposo. Así el alma, al subir a la gehenna superior, se baña, se lava y se purifica más, con el fin de acceder al jardín del Edén de lo alto para contemplar la vida escondida.
Lo que Moisés de Burgos, del que supuestamente recibió estas enseñanzas Moisés de León, expresa en este fragmento del Sefer 'Amoud ha-Smoli citado también por Mopsik:
Y después de haber sido probadas y blanqueadas [las almas] y de haber pasado por el gran fuego que simboliza a la izquierda, después de ser purificadas, después de haber pasado por el fuego de las aguas lustrales, ellos [los justos] habrán expiado y podrán elevarse hasta el grado de la fuente pura, manteniéndose estrictamente en toda santidad, para entrar en todo momento en el Santuario interior. (Verdier, tomo III)
Y así continúa desenvolviéndose y regenerándose el Libro de la Vida en estos textos arcanos, los cuales se han visto abocados con demasiada frecuencia a interpretaciones muy groseras y literales, horizontales y restringidas, sobre todo entre aquellas mentalidades de corto alcance (ya sean las religiosas, dogmáticas y moralistas o las completamente desacralizadas, racionalistas y materialistas), las cuales por estupidez, ignorancia o afán de poder, pequeño y particular, los han manipulado y tergiversado a su antojo.
Siendo el origen de todos los mundos o esferas de la unidad del Cosmos de naturaleza supraceleste, vertical y atemporal, no caben aquí interpretaciones talladas a medida humana, para el contento y satisfacción del personal apalancado158. La Creación es siempre ahora, se regenera a cada instante, poco tiene que ver con conceptos como los de evolución, progreso o avance, y sí con la idea de simultaneidad y certeza, pues como dice un cabalista, "hoy es el primer y último día de la Creación", y por tanto el ser humano, agraciado con el don de la conciencia, puede experimentar con la intuición intelectual e invocando a los dioses, las facetas cada vez más sutiles de la realidad, y ser rescatado así del pozo del olvido recuperando la memoria de unas ideas que son la proyección cósmica de lo Ilimitado. Si leemos el siguiente pasaje de la Creación del ser humano desde la virginidad de un corazón desprogramado, muchas cosas nuevas nos puede sugerir, y acaso un atisbo de luz sobre lo Invisible e Intangible será reconocido por lo más puro de nuestra alma:
Elohim dijo: "Hagamos al hombre" (Gn. 1, 26). "El secreto de YHVH es para quienes le temen" (Sal. 25, 14). El Anciano de Ancianos empezó así sus palabras: Simeón, Simeón, ¿quién es el que dijo: "Hagamos al hombre"? "Y Elohim dijo": ¿quién es este Elohim? Pero entre tanto, el Anciano de Ancianos había desaparecido, no se le veía. Cuando rabbí Simeón hubo oído que había sido llamado por el nombre de Simeón, sin ser calificado de "rabbí" (mi maestro), gritó a sus compañeros: ¡Ninguna duda posible! Era el Santo, bendito sea, quien (nos ha visitado). El de quien se ha dicho: "El Anciano de los días se sentó" (Dan. 7, 9). Ha llegado el momento de abrirnos a la pregunta que El nos ha planteado, pues sin duda contiene una idea que no era legítimo desvelar antes, pero se nos acaba de manifestar que podemos arriesgarnos a intentarlo ahora.159
¿Se está dispuesto a correr este riesgo? Si es así, adelante, pero si por el contrario seguimos aferrados a la complacencia de lo conocido y al pequeño mundo prefabricado por un medio donde todo está etiquetado, cuantificado y archivado en un fichero inamovible o sólo intercambiable por otro producto de valor equivalente, el paso nos será vedado. En los senderos de la Cábala más bien se trata de ir perdiendo toda seguridad, confort, condicionamiento o posesión ya sea física-material y sobre todo psicológica, para poder nacer entonces a la concepción simbólica del mundo y de uno mismo. Es preciso soltar todas las amarras y reconocer, que no poseer, el valor de lo que verdaderamente lo tiene. No hay mayor tesoro que ser lo que se conoce. Y lo que proponen constantemente estos escritos sapienciales que estamos estudiando es encarnar el verdadero secreto que encierra el ser humano:
Rabbí Simeón explicó: Sucede como le sucedía a un rey que tenía numerosos edificios que construir y que, para ello, disponía de un arquitecto. Este último no construía nada por propia iniciativa, era el rey quien decidía. Un versículo alude a esto: "Seré para él un artesano" (Pr. 8, 30). El rey es sin duda alguna la Sabiduría Suprema Arriba, así como la Columna central Abajo. Elohim es como un arquitecto Arriba, y es la Madre suprema; pero como arquitecto Abajo, es la Presencia (Shekhiná)de Abajo. La esposa no tiene la iniciativa de emprender algo fuera de la autoridad de su esposo, y así sucede con todas las construcciones que dependen de lo más próximo (Atsiluth). Además, el Padre supremo se dirige para decirle a la Madre suprema: Que estas construcciones sean como esto y como aquello. Y lo son enseguida. Un versículo lo indica (que leeremos en el orden en que se da): "Y él dijo: ¡Elohim, sea la luz! y la luz fue" (Gn. 1, 3). Las palabras "Y él dijo", muestran que El [el Padre supremo] se dirigía aquí a Elohim, pidiéndole: "sea la luz". El Maestro de la Obra es el que dice, el arquitecto comienza entonces los trabajos sin demora. Así sucede con todas las construcciones que dependen de lo más próximo (Atsiluth), por ejemplo El decía: "Haya un espacio" (Gn. 1, 6), "Haya luceros" (Gn. 1, 14), y todo era inmediatamente realizado. Cuando llegó a las inmediaciones del mundo de la separación, que es el de los individuos diferenciados, el arquitecto160 dijo, dirigiéndose al Maestro de la Obra: "Hagamos al hombre a nuestra semejanza, conforme a nuestra forma" (Gn. 1, 26). El Maestro de la Obra respondió: Desde luego, es bueno hacerlo así, pero que sepas que faltará ante ti porque es estúpido. Un versículo lo atestigua: "El hijo sabio alegra a su padre, y el hijo necio entristece a su madre" (Pr. 10, 1). La Madre –el arquitecto– dice entonces: Puesto que su falta concierne a la Madre y no al Padre, querría que sea creado según mi forma, además "Elohim creó al hombre a susemejanza" (Gn. 1, 27). La Madre no quiso ser asociada con el Padre (en la creación del hombre). Por lo tanto, cuando el hombre faltó, se aplicó [22b] el versículo: "A causa de vuestros arrebatos vuestra madre ha sido rechazada" (Is. 50, 1). En efecto, el rey (el Padre) dijo a la Madre: ¿No te había prevenido que más tarde el hombre faltaría? Envió entonces al hombre al exilio y exilió a su Madre con él. Lo que aclara el versículo ya citado: "El hijo sabio alegra a su padre y el hijo necio entristece a su madre" (Pr. 10, 1). "El hijo sabio" es Adán –el hombre en tanto que depende de lo más próximo (Atsiluth). "El hijo necio" es el hombre en tanto que pertenece a la Creación (Beriyah). Los compañeros, habiendo escuchado estas palabras, se levantaron a la vez y exclamaron a coro: Rabbí, rabbí, existe pues una separación entre el Padre y la Madre. Desde el punto de vista del Padre, el hombre depende de lo más próximo (Atsiluth), y desde el punto de vista de la Madre está en la Creación (Beriyah). Rabbí Simeón les declaró: Compañeros, compañeros, no es exactamente como decís. El hombre de lo más próximo era a la vez masculino y femenino, por lo tanto estructurado por el Padre y la Madre juntos, lo que un versículo subraya: "Y él dijo: ¡Elohim, sea la luz! y la luz fue". Las palabras "sea la luz" indican al Padre, y las palabras "y la luz fue" indican a la Madre. Esto es el hombre: dos caras. Sin embargo, el hombre no tiene semejanza y forma más que de la Madre suprema, ésta se comprende como siendo un nombre sustituto…161
La androginia es un estado de conciencia del Ser Universal jerárquicamente superior al sexuado, y simultáneamente es el punto central o la síntesis de cada uno de los indefinidos estados de la Creación, estando inscrita en la médula del macrocosmos y del microcosmos, luego en el ser humano, que en esencia es rebis, masculino y femenino, aunque exteriormente prime una de las dos facetas.
Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, es decir, participando de seis direcciones, compuestas de todas, según la pauta superior, con miembros dispuestos como para sugerir la Sabiduría esotérica, creatura totalmente excepcional. "Hagamos al hombre": la palabra Adam (hombre) implica masculino y femenino, creados completamente por la Sabiduría superior y santa. "A nuestra imagen, según nuestra semejanza": estando los dos combinados, de modo que el hombre pudiese ser único en el mundo y gobernar sobre todo". Adam, masculino y femenino a imagen y semejanza. (Dujovne, El Zohar, I. Bereschit)
Pero al mismo tiempo, la Cábala también revela que el mundo aún no se ha manifestado cuando ya la dualidad está presente, es decir, la paradoja constante impuesta en nuestro corazón, con respecto a la cual la manera más elemental de solucionarla es optar por una sola de sus partes en detrimento de la otra. También en este punto los textos esotéricos aportan luz una y otra vez, tal el ejemplo del Zohar, que en innumerables episodios informa sobre la tarea de reconocer los aparentes opuestos que se manifiestan en todos los órdenes como complementarios, y la necesidad de conjugarlos siempre en el interior de uno mismo:
Una vez que las tres letras hubieron venido hasta el mundo inferior, fue percibido en su forma, completo, el nombre de Adán para comprender en un nombre al varón y a la hembra. La hembra estaba pegada al costado del hombre y Dios le envió al hombre un sueño profundo y él se recostó en el sitio del templo. Dios entonces le cortó a la hembra. (Scholem, Zohar. El libro del Esplendor…)
¡Cuán erróneamente se ha interpretado este pasaje y a cuántas confusiones y estupideces ha conducido! En su literalidad ha dado pie a las innumerables muestras de dominio del macho sobre la hembra o a la reacción contraria, esto es, a la tiranía de las mujeres sobre los varones. Estas lecturas exotéricas y vulgares han hecho emprender un sinfín de luchas que dividen y hacen casi imposible la conciliación. Y eso está tan arraigado en nuestra cultura que es un lastre aún hoy identificable. Pero de nuevo la lectura esotérica desvela nuevas concepciones, emanadas de la verdad y de la no dualidad. Varón y hembra han estado presentes en la historia sagrada de la tradición judía desde el principio, desempeñando funciones simbólicas universales, tal la de la polarización primordial en el seno de la deidad, gracias a cuya separación se ha originado el juego del emisor y el receptor, y sus indefinidas conjugaciones, equilibrios y desajustes, contracciones y expansiones de una danza que repite a cada instante la armonía de lo de arriba y lo de abajo, lo de la derecha y la izquierda, etc. Además, la unión del hombre y la mujer equiparada a lo alto y lo bajo que se repite de manera constante en la Cábala, y especialmente en el Zohar,se remite en última instancia a la unión o conjunción de los opuestos (conjuctio-oppositorum) que es absolutamente propia de todo sistema metafísico e iniciático, y de las labores ingentes de conseguir esta accesis, de lo cual el ejemplo más conocido es el de la tradición extremo-oriental del yang y el yin y su complementación en el Tao del que se dice no es ni lo uno ni lo otro. He aquí varios ejemplos en los que a partir de las relaciones de la pareja se expresan los vínculos secretos que religan todo el universo:
Corresponde al hombre ser siempre "varón y hembra", para que su fe permanezca estable y para que la Presencia nunca lo abandone. (…) "incluso es obligación del varón, una vez de vuelta al hogar, dar placer a su mujer, ya que gracias a ella, él obtuvo la unión celestial". (…) "Por tanto, el hombre debe ser tan celoso al gozar de este placer del Sabbath, en cuyo tiempo se consuma la unión de los sabios con sus esposas. Así, 'sabrás que tu tienda está en paz', pues la Presencia te acompaña y habita en tu casa y, por esta razón, 'visitarás tu habitación y no pecarás', al llevar a cabo con alegría la obligación religiosa de tener relaciones conyugales ante la presencia. Así es que los estudiosos de la Torah, lejos de sus esposas durante los seis días de la semana que le dedican al estudio, se encuentran en este lapso unidos a un compañero celestial, y no dejan de ser 'varón y hembra'." (…) "De igual modo, cuando la esposa de un hombre está en sus días de separación, en esos días, mientras él la espera, el hombre tiene consigo al compañero celestial y continúa siendo 'varón y hembra'. (…) "De acuerdo con la doctrina secreta, los místicos han de ofrecer toda su mente y propósito al Uno [Shekhinah]".162
Y como ya se ha repetido en otra oportunidad, la Creación está inacabada, y precisa de la acción teúrgica del ser humano para completarla, para mantenerla viva. El día que no quede un solo hombre sobre el manto de la Tierra que encarne tal misión, esta humanidad expirará, y justo en ese instante el albor de un nuevo mundo despuntará. Pero ahora, a quien asume tal misión con entrega y valentía, el rito de la oración del corazón, que no promueve sino la unión, debe ser constante:
La verdad es que la forma shmá siempre se dirige al aspecto masculino de la Divinidad, mientras que la forma shmiah se dirige al aspecto femenino. (…) Además, las palabras "escucha, Oh Señor, mi plegaria" se refieren a la plegaria silenciosa, mientras que las palabras siguientes "y escucha mi clamor" se refieren a la plegaria en alta voz del hombre angustiado, como leemos, "y el clamor de ellos ascendió a Dios" (Ex. II, 23). El término que significa "el clamor de ellos" indica la elevación de la voz y la elevación de los ojos, de la mirada, hacia el cielo. (…) Por eso esta plegaria se recita de sentado, pero cuando la oración se acerca al Rey Supremo, El está por recibirla, y entonces nos ponemos en pie ante el rey Altísimo, pues entonces lo femenino se une con lo femenino. (Dujovne. El Zohar, II. Jayé Sara)
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