Arte de la Memoria Empero sus alcances son mucho más vastos, como lo entendió el Renacimiento y autores como Giulio Camilo (que construyó una edificación en madera llena de cajones con diferentes imágenes en distintos lugares en forma de escenario, el Teatro del Mundo, o Tomasso Campanella que en los muros de su ciudad utópica La Ciudad del Sol se narró la cosmogonía pintada de diferentes maneras, colores y en distintos lugares; igualmente Giordano Bruno dedicó varios tratados al tema entre ellos Ars Reminis (ver Frances Yates, El Arte de la Memoria y Giordano Bruno y la Tradición Hermética). Demostraban así su interés y un conocimiento que ya en la Edad Media lo había practicado Ramón Llull, que utilizando elementos de la Cábala (pero no en hebreo) en su Ars combinatoria plasmó una ciencia semejante. En la actualidad nosotros, en La Colegiata Marsilio Ficino, utilizamos un sistema análogo combinando las sefirots de la Cábala con las láminas del Tarot (en sí un libro de la memoria) con los números pitagóricos y las imágenes particulares que este tratado mudo contiene. Igualmente, como ya hemos dicho, empleamos junto con él al Árbol de la Vida, diagrama cosmológico de la Cábala hebrea y su división en tres planos o mundos de existencia. Este último sistema tiene múltiples asociaciones con distintos otros (como la astrología y la mitología, la geometría y numerología, por lo que innumerables analogías multidimensionales se manejan de una manera permanente, sin contar las que el idioma hebreo efectúa de continuo con los atributos y nombres divinos (sefirots), y su ubicación y relación con los restantes dentro del Árbol de la Vida Cabalístico. Por lo que esta metodología y sus visualizaciones combinadas con la respiración y la simbólica de todos los pueblos que aquí sólo se apunta en sus múltiples variantes, constituye un verdadero sistema de Conocimiento, basado en la meditación y en construcciones y edificios mentales que el estudiante debe incorporar en su interioridad y que darán fruto a corto, mediano y sobre todo a largo plazo, produciéndose cada vez por medio de transmutaciones, muertes y renacimientos, una concepción totalmente nueva del Universo que se expresará en todos los ámbitos de su vida de un modo permanentemente nuevo y de una forma que algunos podrían tildar de Teúrgica. Las armas estratégicas son la fe y la paciencia en los momentos en que por muy distintos motivos éstas son imprescindibles. Arte Real Teatro Sagrado El mundo entero es un gran teatro donde se produce la ilusión de la existencia de los personajes, por eso su emulación es una forma indicadísima de la labor iniciática donde se conjugan la memorización (una forma del Arte de la Memoria) de los textos junto con la comprensión del personaje y lo que éste dice, su situación y movimiento en el espacio teatral, el tono de la voz, sus gestos, etc., a lo que deben agregarse los ensayos, el estreno y la suma que resulta de todo ello que abre en la conciencia mundos siempre renovados que mantienen perennemente vírgenes a quienes se prestan para ello y que mueren y nacen con cada personaje al que actualizan permanentemente en cada representación. El teatro ha sido siempre una representación de la vida. En el Teatro sagrado chino, japonés y balinés se representa la cosmogonía, la intervención de los dioses y sus andanzas como es el caso de los hindúes. En cuanto al occidente judeo-cristiano y greco-romano que es nuestra herencia y al que pertenecemos –igual que en las tradiciones precolombinas– el teatro tiene orígenes sagrados y en él se suelen representar no sólo las aventuras de sus dioses, sino también la de sus héroes y guerreros unánimemente presentes en todas las culturas, asimismo íntimamente ligadas a la danza, por lo que ésta, el canto y la música se presentan como entrañablemente unidas y conjugadas en el teatro que las acoge. Frecuentemente el teatro es asociado a la irrealidad de la existencia, visto así por los propios autores teatrales, igualmente la vida como un sueño, o la realidad en la que acreditamos como el gran Teatro del Mundo según Calderón de la Barca. Shakespeare tampoco es una excepción al pretender que la vida está hecha de la misma sustancia de los sueños. En todo caso siempre hay algo paródico y hasta por ello grotesco en cada representación, lo que puede ser sublimado por los actores en la catarsis que acompaña siempre a la actuación, a veces en los insospechados medios en que se expresa la posibilidad universal, la que por definición es indefinida. Por nuestra parte queremos insistir en esta posibilidad vinculada con la magia y aún con la teúrgia. Generosa madre, el teatro nos brinda la activación de la memoria original sobre todo aquello que hemos olvidado, que no podemos recordar, y consolida paradójicamente nuestro núcleo central al que se llega en este caso de la memoria, por la anamnesis, la "reminiscencia" y también por otras tantas vías tradicionales. Nos dice René Guenón en su estudio El simbolismo del Teatro (publicado en Aperçus sur l’Initiation) que los "misterios" o autosacramentales medievales son formas de teatro sagrado. Así lo entendemos, pero sin olvidar el teatro (comedia del arte), representaciones, procesiones y desfiles renacentistas italianos u obras como La Tempestad de Shakespeare y todo el tono de su dramaturgia (y comedia) propios de lo espiritual-intelectual, tal como lo destaca Frances Yates en su libro La Filosofía Oculta en la Época Isabelina. El espectáculo más teatral de todos es el de una noche serena iluminada por los astros –efervescente de grandeza– que están ya en otra cosa o habrán muerto pues los vemos, tal cual eran hace un millón 600 mil años (debido a la velocidad de la luz), antes del eón actual. |
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