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Guía para navegantes solitarios. (En SYMBOLOS Nº 23-24, Barcelona 2002) Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon. Federico González. Muñoz Moya Eds., Sevilla 2000. 404 págs. S e nos ocurre que en el reino de la multiplicidad creciente, recién inaugurado el nuevo siglo, el esoterismo, o mejor dicho lo que es dado en llamar esoterismo, asemeja un mercado de embarcaciones en el que se ofrecen naves variopintas para los gustos más diversos. Están en exposición desde yates hasta cascarones de fábrica dudosa (hoy en día se fabrican ¡hasta barcos de hormigón!), de primera mano y de ocasión; de todos sin excepción se predica una utilidad probada para la navegación por aguas turbulentas y el cruce de mares. En bastantes casos, la nave se ofrece con patrón incluido, y de él se ensalza su currículum de hombre avezado y aventurero; puede que el barco sea una basura como tal, pero, ¿a quien no le seduce la oferta de una travesía al lado de Indiana Jones? Pues así es el panorama en el siglo XXI de las vías de conocimiento interior o que prometen serlo. Sólo las vías auténticamente esotéricas (las menos y que están menos publicitadas, en general) favorecen la regeneración de la psiqué del hombre –lo que en todas las tradiciones se ha comparado a un tránsito por las aguas– por medio de soportes de distinto tipo, y coadyuvan a la recuperación de la memoria continuada del verdadero Sí Mismo. Se trata de alcanzar aquella orilla imperturbable contra la que las olas del océano agitado se estrellan y rompen; en esa orilla hay un puerto sólidamente construido donde los pocos navegantes que lo alcanzan y penetran en su dársena abrigada queman sus naves, en la gran fiesta con la que celebran su transmutación en ciudadanos de la Tierra de los Vivos. De las ofertas con Indiana Jones incluido, mejor desconfiar. Casi seguro que nos encontraremos con un charlatán que fingirá saber de todo e intentará seducirnos con su 'charme' irresistible para un viaje con rumbo a ninguna parte; y casi seguro que ni saldremos del puerto de origen, pero encandilados como estaremos por el patrón impostor, no nos daremos cuenta... o sí; pero, estando con Indiana, ¿qué importa nada? En la sección de ofertas sin piloto hallaremos infinidad de propuestas de 'mónteselo usted mismo'. Es fácil: uno se traga un manual de instrucciones de un autor 'reputado' (los ejemplos sobran), agarra el barco, lo echa al agua, atraviesa el océano siguiendo las instrucciones, y llega. Tan fácil como eso. Es la autoayuda, o mejor, el 'apáñate'; en ciertos casos se ofrece un 'kit' para que uno mismo construya el vehículo para el viaje (!!). Nada de arte de calafates y de marinos: lo importante es seguir las instrucciones, el recetario, a pies juntillas. El problema surge cuando algo falla (siempre pasa, tarde o temprano) y el manual no ha previsto el caso: no sabiendo cómo actuar a falta de la receta de turno, nos hundiremos sin remedio, acaso de una forma tan patética como la réplica de la carabela colombina en la que viajaba Curro, la mascota postmoderna de la Expo 92, cuando el día de su botadura, tras deslizar por la rampa del astillero, se ladeó graciosamente y acabó volcando (Curro al agua) ante las cámaras de televisión de medio mundo. Y para estos casos, no hay libro de reclamaciones que valga... Nos quedan las alternativas de lo que hemos oído o visto alguna vez, lo acreditado por el bocaoreja o por textos que aparentan ser serios; pero, ¿Cómo decidir? ¿De qué manera advertir el fraude? ¿Qué es lo que es una obra de arte en el verdadero sentido del término, y qué es lo que es simple impostura? Para todos nosotros, navegantes y aspirantes a navegantes del post-2000, es para quien Federico González ha escrito Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon. Un volumen en el que el autor, director de la revista SYMBOLOS desde hace más de 10 años, plasma un punto de vista fidedigno en relación a la Metafísica, labrado alrededor de la obra de René Guénon. El autor identifica a "los poquísimos grupos e individualidades serias y de tipo iniciático que trabajan en Occidente", y retrata a "la enorme masa de personalidades, células, y finalmente sectas, que pululan alrededor de la Ciencia Sagrada, desvirtuándola, y que han traído la confusión, el caos y el error propios de la oscuridad de todo eón que termina" (op. cit., proemio, p. 9). No obstante, Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon tiene poco que ver con un diccionario onomástico, si bien reporta y reseña un conjunto amplísimo de documentos de autor acerca de la obra de Guénon, el Hermetismo y la Masonería. Aquello que no es aunque intente parecerlo una vía auténtica de conocimiento esotérico queda desenmascarado por sus propias producciones (por sus obras los conoceréis), y basta con señalarlo de manera sucinta y general; sin embargo, la obra de Frithjof Schuon y de los conocidos en el ámbito universitario occidental como 'tradicionalistas' es un caso aparte en el libro de Federico González, donde merece un acápite completo amén de otras múltiples referencias. Esto no tiene que ver con ninguna manía especial del autor en contra del suizo: si SYMBOLOS y Federico González a su frente ha venido denunciando sistemáticamente un número tras otro la obra de quien se autoproclamó sheikh y otros han coronado como 'continuador de la obra de Guénon' es porque se trata de un engendro light contrainiciático de sabor dulzón, fácil consumo y creador de adicción edificado sobre un error doctrinal el de la confusión entre religión y metafísica, al que se presta gran crédito en los medios 'filosóficos' universitarios de Occidente y que estos contribuyen activamente a propagar ex-cátedra y ex-libris. "Mientras que Schuon concibe el esoterismo como una hiper religión, Guénon aclara a lo largo de su obra (y su correspondencia) que ambas pertenecen netamente a distintos órdenes y niveles de la realidad. Al caer en tan tamaño y deliberado error, Schuon crea una situación que confunde y asimila la religión a la metafísica, impidiendo la efectivización de esta última, negando así su existencia que es en definitiva la única posibilidad verdadera que le cabe al ser humano, ya que ella es la realización del Conocimiento, por la que le toca al hombre el papel de mediador que le ha sido acordado" (op. cit., apéndice 2, "Schuon versus Guénon", p. 335). Federico González afirma rotundamente la posibilidad, aquí y ahora, de la transmutación hermética, labor que en verdad "no puede realizarse sino en el medio en que estamos insertados, con la 'materia' que tenemos en nuestras manos" (op. cit., capítulo 3, "¿Qué es la tradición?", p. 49). El autor añade: "Como se sabe esta 'transformación de la materia' no es sino la transformación de nosotros mismos, en el medio donde nos ha tocado vivir, del que no funcionamos independientemente, que incluye tanto a Europa como América, pues en cualquier tramo del ciclo está latente la posibilidad de la liberación. Viendo lo que somos en verdad y no suponiendo o imaginando lo que querríamos ser es que vamos a poder realizar nuestro trabajo" (op. cit., p. 49-50). En esta vía de conocimiento interior, siempre jalonada por acontecimientos imprevistos y extraordinarios, se admite a todos los limpios de corazón con independencia de su extracción social, sus estudios y sus títulos civiles o nobiliarios. Para recibir una iniciación en el seno de la Tradición Hermética, como la que la Masonería otorga, no hace falta saberse las obras completas de Guénon, pese a que algún aficionado a los exámenes de reválida defienda lo contrario; pero, eso sí, quienes en su búsqueda han tenido la suerte de dar con alguno de los libros escritos por Guénon reciben una iluminación lo reconozcan de inmediato o no que les permite "evadir la senda oscura tal cual Dante relata en el comienzo de la Divina Comedia y vincularse a una luz duradera en el recorrido de su destino" (op. cit., capítulo 6, "Guénon en el corazón", p. 99). Queremos destacar por último la frescura del pensamiento del autor de Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon, pensamiento que es auténticamente tradicional y por ello, diríamos que por definición de 'tradicional', completamente ajeno a los rigidismos totemizantes de que hacen gala algunos medios pseudoesotéricos de nuestros días en relación con la obra del metafísico francés, a la cual convierten, a base de asimilarla a un nivel exclusivamente literal, en un alegato en favor de la práctica religiosa, una denuncia del budismo y del hermetismo y un panfleto anti-iniciación femenina. Federico González abre las puertas que otros nos han querido cerrar, y por ello le estamos profundamente agradecidos. Marc García. |
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