HERMETISMO Y MASONERIA
Doctrina, Historia, Actualidad
RESEÑAS
 
El Sol y sus indefinidos rayos.
Hermetismo y Masonería. Federico González. Ed. Kier, Buenos Aires, 2001. 270 págs. 23 x 16 cm. 
S i este libro llega a las manos de algún hombre o mujer de nuestro atribulado mundo moderno que aún alberga deseos sinceros de búsqueda y de encontrar una salida de la cárcel en la que se halla prisionera su conciencia, tan caída en la materialidad, puede ser que empiece a vivir acontecimientos bien extraordinarios, sobre todo, si se sumerge plenamente en la aprehensión de sus capítulos, concentra todas sus facultades en lo que transmiten y se abre al influjo espiritual que vehiculan. Por lo pronto, descubrirá que en el Occidente moderno pervive milagrosamente una rama de la Tradición Primordial –la Tradición Hermética–, heredera, conservadora y transmisora de saberes cosmogónicos intermediarios entre la concreción sensible del mundo y la realidad supraindividual o universal del Ser, primera determinación del No-ser o de la Nada metafísica, que se ayuda de Hermes, deidad o energía intermediaria, para hacerse consciente en la interioridad del ser entregado al recuerdo de Sí-mismo. Y acaso de una manera extraordinaria y asombrosa, tal individuo accederá a un recorrido mágico-teúrgico e iniciático en el que, guiado siempre por la doctrina, copado por la gracia de la revelación, sutilizado cada vez más por los continuos desapegos, muertes y resurrecciones, impregnado de silencio y soledad y sumido en la meditación constante del corazón de los códigos simbólicos que propone esta Tradición, irá siendo conducido gradualmente, de eslabón en eslabón, a una toma de conciencia de la simultaneidad y jerarquía de los estados del Ser y de lo que constituye su verdadera identidad interior y suprahumana; esto es, se vinculará a una cadena áurea de iniciados bajo la advocación de Hermes, adentrándose en un sendero divinizante cuya meta es la 'Liberación' o la 'Identidad Suprema'. Eso es posible por la propia naturaleza de los libros alumbrados en el seno de la Tradición Hermética –y ahora nos encontramos ante una de tales pequeñas joyas–, en los que la deidad intermediaria se manifiesta y expresa a través de los adeptos que se brindan, cual varillas huecas de cristal, a la vehiculación de las Ideas universales y suprahumanas en aras a la realización espiritual de los seres que laboran con las herramientas simbólicas, míticas y rituales propias de esta Tradición.

Puede suceder también que el libro sea adquirido por adeptos vivos de la Tradición Hermética, en cuyo caso éstos lo acogerán con gozo y deleite por la inmensa gracia derramada en cada una de sus páginas, emanadas del inagotable manantial de la Sabiduría divina, que por intermedio de la Inteligencia se hace Palabra y se convierte en huella viva del perenne viaje de Hermes entre el Cielo y la Tierra, deviniendo guía y fuente de inspiración y abriendo ventanas hacia el estudio y la profundización en la multifacética concreción de esta Tradición tan plástica, poliédrica, rica y variada en sus producciones, aunque una y única en su esencia.

Combinando constantemente los opuestos, Federico González hila un discurso impregnado de las enseñanzas de Hermes hasta la médula, un equilibrado juego entre la gracia y el rigor, la poesía y una prosa directa y clara, donde se transmite al unísono la doctrina inspirada por las musas y el mismo Hermes con la investigación rigurosa y fielmente documentada, articulándose todo en un mensaje revelador a la vez que velado y que tiene como protagonista la impresionante huella de la Tradición Hermética. Con demasiada frecuencia, esta tradición ha sido ignorada o silenciada conscientemente por el 'poder oficial' de Occidente, y en esta nueva ocasión Federico González, uno de los autores contemporáneos que más luz ha aportado para mantener viva la conciencia de la tradición propia de Occidente, nos brinda un testimonio nítido, amplio y contundente de la vigencia de un legado universal que ha contribuido de una manera fundamental en la configuración y pervivencia de nuestra civilización. A lo largo de los cuatro capítulos, la conclusión y los cuatro apéndices de que consta la obra, González nos sumerge en el universo de lo sagrado, mundo de mundos simultáneos y de la expresión que esta sacralidad ha tomado en Occidente.

Ya desde el mismo prefacio podemos conectar con las altas funciones simbolizadas por Hermes y reconocerlas como análogas a otras tantas energías presentes en la interioridad del ser humano que, tocado por el influjo de esta deidad, puede tomarlas como soporte para su realización espiritual, en un viaje iniciático 'solitario' y muy 'a la intemperie', sin dogmas, ni templos (a excepción de los de la Masonería), ni maestros o directores espirituales y en donde lo central es "la vivencia de su doctrina por medio del Conocimiento". A destacar también la insistencia del autor de que el libro juega un papel fundamental en la Tradición Hermética como iniciador y transmisor de enseñanzas esotéricas que antaño eran orales, pero que habida cuenta de la dificultad creciente de transmisión por este medio tan directo y sutil, los hombres de conocimiento optaron por fijar de forma escrita. Ello puede considerarse como una adaptación a las condiciones cada vez más oscuras del ciclo de manifestación en el que nos hallamos inmersos para garantizar que esos saberes puedan prolongarse y continuar de este modo fecundando y alumbrando a los seres humanos llamados al tránsito por el mundo intermediario o del alma, preámbulo del viaje espiritual.

El volumen continúa con un primer capítulo que nos sumerge de lleno en un vasto recorrido por la multiplicidad formal que las doctrinas herméticas han tomado a lo largo de su concreción en el tiempo y el espacio, sin que esta diversidad aparente afecte en nada a su unicidad esencial e íntima; todo ello, expuesto siguiendo la pista de la cadena impresionante (tanto por la cualidad como por la cantidad) de autores herméticos rescatados del olvido o del equívoco, ya sean filósofos, poetas, escritores, alquimistas, arquitectos, pintores, escultores o músicos, en definitiva, Artistas y Sabios de todas las artes liberales y ciencias que han laborado desde los albores de nuestra cultura con la rica e inagotable simbólica hermética. Simultáneamente, se da cuenta de muchas de sus brillantes y luminosas obras escritas, que de una forma a veces pública y oficial, y subterránea u oculta en otras ocasiones, han perpetuado el mensaje vivificador de la Tradición Hermética, incidiendo con más o menos fuerza en la conciencia de los hombres y mujeres que se han abierto a su influencia, y que gracias a la comprensión y vivificación de las Ideas Universales que estas obras vehiculan, han contribuido al sostenimiento de este mundo hasta que se agote su tiempo.

En el segundo capítulo se aborda la cuestión del estrecho vínculo entre la Tradición Hermética y la Masonería así como de la permanente interpenetración de ambas desde sus orígenes míticos e históricos, la cual permite afirmar que ésta última es una de las formas que adopta hoy en día el hermetismo para procurar la Iniciación, al haberse convertido en un arca de los códigos simbólicos, doctrinales y mítico-rituales de otras vías herméticas ya desaparecidas, pero que se han perpetuado transfiriendo su herencia espiritual a la Masonería. Son muy interesantes también las indicaciones sobre ciertos personajes míticos e históricos y su incidencia en la difusión de las Ideas Universales en el marco de estas vías de conocimiento.

El acápite tercero arranca con la presentación de una sorprendente y novedosa visión sobre los orígenes de la ciencia, usando como base documental los catálogos de dos bibliotecas con grandes fondos de obras herméticas (la Colombina, radicada en Sevilla y la Chemica) que aportan "dos maneras de encarar el tema de la Ciencia, aunque con abundantes puntos en común", todo ello con el fin de intentar "ilustrar esta paradoja: la de que la Tradición Hermética está en el Origen de la Ciencia considerada esta última como aplicación a la realidad concreta de los principios herméticos y las doctrinas alquímicas y teúrgicas, y a la vez la de cómo la visión literal y racionalista se fue apoderando poco a poco del hombre de Occidente, quien ha transferido conocimientos de orden vertical a la parcialidad horizontal y así ha procedido indefinidamente a la deriva, al punto de amenazar su suerte. Pero al mismo tiempo eso ha producido a su vez otra paradoja: que la progresión brinda ahora innumerables puertas de acceso para todos aquellos llamados al conocimiento, lo que es también una extraordinaria riqueza cuando se ordena y se logra sintetizar. De lo Uno a lo múltiple y de este al retorno a la Unidad: un doble movimiento simultáneo, que se expresa mediante series de parcialidades que toman formas sucesivas y disímiles, como las que estamos describiendo." (pág. 155-156).

Y a propósito de las 'puertas de acceso' al conocimiento de realidades de orden suprahumano, creemos que ésta es una de las altas funciones que cumple el presente libro, en el que de una forma sugerente, otras veces sorprendente y siempre muy viva y espontánea, Federico González insinúa muchísimos campos de investigación interiores y afines a la Tradición Hermética. Ésta, como si del Sol se tratara, emana desde su centro indefinidos rayos de luz y calor a los que cada hombre o mujer puede vincularse y recorrerlo inversamente, desde la periferia manifestada hasta el núcleo inmutable e invisible, reflejo del Principio Supremo. Federico González menciona muchas de esas líneas de luz, reconociendo no poderles dedicar en el presente volumen el estudio profundo que requerirían; pero lo cierto es que insinuándolas abre una inmensidad de posibilidades para abordar la aprehensión interior de esta tradición tan plástica, colorista y sinfónica. Por ejemplo se refiere a la atmósfera mágico-teúrgica-científica que envolvió el periodo del Renacimiento y los tiempos históricos que le siguieron, con la fascinante apertura hacia otros mundos exteriores como reflejo del despertar de realidades interiores de la conciencia (al respecto, véase la gesta del descubrimiento de América y las aspiraciones espirituales de Colón y otros hombres que se lanzaron a tales aventuras expedicionarias, cuyo valor simbólico más que literal no se ha acostumbrado a destacar en los estudios históricos y sobre las cuales Federico González aporta novedosas lecturas); y la eclosión de nuevos desarrollos del Conocimiento cuya expansión protagonizaron diversos hombres de estudio y ciencia como Francis Bacon, Copérnico, Galileo, Brahe, Newton, Boyle, etc, quienes, fundamentándose en saberes propios del hermetismo, difundieron bajo nuevas formas (utilizando por ejemplo la experimentación) esas mismas ideas, aunque más adelante el discurso científico se desvincularía de los principios superiores del que procede, haciendo caer al hombre cada vez más en la cruda materialidad. Pero todavía se proyectan más rayos; así, Federico González también menciona la estrecha vinculación de la Tradición Hermética con otros vehículos simbólico-rituales como la Cábala, la Alquimia y todas las Artes Liberales en su conjunto; también sugiere la posibilidad de investigar en la inmensa labor que desempeñaron los grabadores e impresores de obras herméticas, y apunta el enorme campo de estudio que suponen las obras en las que el grabado es el texto y el comentario la ilustración. Y qué decir del fabuloso mundo de las 'Utopías' relatadas por autores como Moro, Campanella, Andreae, Bacon, etc que 'idearon' esos mundos acordes en todo a los principios tradicionales, así como la reseña de muchas mujeres, algunas de ellas totalmente desconocidas en la actualidad, que, nacidas en el seno de la Tradición Hermética, la adoptaron como vía de realización interior, como bien lo atestiguan muchas de sus obras mencionadas en el libro de González. El autor también subraya la importancia del estudio de los diversos ritos y grados masónicos, así como de distintas 'técnicas herméticas' de Conocimiento entre las que destaca el 'Arte de la Memoria' y más, mucho más que el lector atento y despierto descubrirá.

Todo este conjunto, unido a lo versado en el capítulo cuarto sobre la Iniciación en el seno de esta Tradición, que con mucha frecuencia y más en los tiempos modernos adopta una forma solitaria y a la intemperie como muy bellamente explica el autor, y complementado por unos apéndices en los que se ofrecen los once primeros capítulos del Poimandrés, más una extraordinaria genealogía de la Escuela de Pitágoras y la Academia de Platón, una relación de textos de la biblioteca Colombina y de otras obras alquímicas no citadas en el texto, confiere a este volumen un tono y un contenido verdaderamente magistral, radiante, multicolor y polifacético a la vez que sintético. Su lectura resulta de lo más ameno, como si de un soplo de aire regenerador se tratara y efectiviza la 'reunión lo disperso' de la Tradición Hermética, 'difundiendo la luz' que ilumina al hombre y mujer que la acoge de corazón, esto es, intelectualmente. Mireia Valls 

 
 

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