LAS UTOPIAS RENACENTISTAS,
ESOTERISMO Y SIMBOLO

Apéndice 2
Acerca de brujas, hechiceras y herejes en el Renacimiento español y la criminalidad de la Inquisición.

FEDERICO GONZALEZ

Pasemos a examinar someramente algunos documentos de la Inquisición sobre estas hembras, específicamente sobre las brujas vascas, publicados por Julio Caro Baroja.1 En 1466 en Guipúzcoa se llamó la atención al rey sobre brujas y se pedía (lo que se concedió) la facultad de los alcaldes para juzgarlas sin apelación. Posteriormente se menciona a las hechiceras de Amboto (un monte sagrado en Durango). En 1507 la Inquisición hizo quemar a treinta y tantas brujas (que amén de cabalgar por el aire comían niños), en 1527 el famoso proceso a las brujas de Navarra donde se ajusticiaron 50 perdidas que se untaban el cuerpo con un ungüento mágico cuyo componente principal era la cabeza de sapo; de allí se pasa a otros procesos desde esta fecha a 1558 en Guipúzcoa y Navarra sin número de víctimas; en ese mismo año en Vizcaya se detecta a una bruja terrible: Catalina de Guesala, una niña de ocho años. Ella, sus padres y parientes se untaban también y participaban del aquelarre. Fueron condenados a suplicio de agua y cuerda. Tuvieron mucha suerte. Las brujas de Zugarramurdi, juzgadas en Logroño en 1610, han dado lugar a uno de los procesos más famosos de este tipo; en él aparece el demonio como cabrón y, cojonudo, y las brujas se untan con una poción y juntos bailan y gritan en el aquelarre. Se descubrió la secta gracias a la confesión de María Iureteguia denunciada por su marido, que era bruja desde niña, ya que los infantes eran catequizados desde pequeños; al sapo se le atribuye un papel fundamental en estos autos inquisitoriales, al igual que en otras relaciones donde también aparecen niños embrujados, abusos sexuales, maleficios, misas negras, vampirismo, sacrilegios y necrofagia. El modelo sobre el que se realizan estos ritos es para los acusadores el de las bacantes griegas y bacanales romanas de las que da cuenta la literatura clásica.

Todas las circunstancias que dan lugar a las acusaciones que hemos estado viendo también se manifiestan en el país vasco-francés –según los documentos que publica Caro Baroja– y en el resto de Francia, agregamos nosotros, ya que sin ir más lejos nos basta sólo recordar el nombre de Juana de Arco, niña sacrificada por hechicera en el fuego como muchísimas de sus hermanas.2

Y así se continúa con las brujas vascas sin mencionar las gallegas, las castellanas, las andaluzas, catalanas, etc. de las que hay algunos estudios y ciertas menciones en oscuros textos, aunque la temática en España no parece haberse tratado a fondo, y pensamos que hay mucho material para investigar, parte de él inédito, que duerme en grandes y pequeñas bibliotecas.

¿Quiénes son estas mujeres? ¿Qué hacen? ¿Porqué se las mata y se les tiene tanto miedo?

Desde hace ya cierto tiempo se ha especulado que aquellos ungüentos con que se frotaban eran una combinación de varios productos enteógenos, herencia de antiguas costumbres autóctonas precristianas, máxime cuando los ingredientes de los ungüentos estaban relacionados con la belladona y especialmente con los sapos que llevan en su cabeza unas glándulas estrechamente vinculadas con efectos alucinógenos, según han estudiado actualmente varios investigadores.

De allí seguramente la idea de "vuelo" o "viaje" que se les atribuyó en toda Europa a sus experiencias, salvo que se ha interpretado en forma literal estas circunstancias y se asignó al diablo la responsabilidad de lo que no eran sino ritos ancestrales vinculados con la comunicación entre la simple cotidianidad y otras formas de la conciencia, el más allá, y que nunca ha sido el patrimonio exclusivo de cualquier institución. Por otra parte hay informes médicos de la época que ya apuntan a lo mencionado, como el del doctor Laguna, médico del Papa Julio III y otros testigos.

En el ambiente estrictamente religioso y siguiendo a Marcelino Menéndez Pelayo, en su Historia de los Heterodoxos Españoles donde nos habla de "abominables herejes" (gnósticos) del siglo XVI, entre los que nombra de modo despreciativo a gran cantidad de mujeres, citaremos unas pocas religiosas de las muchas condenadas, las primeras son las beatas de Toledo y Llerena mencionadas entre toda clase de insultos que incluyen al Maestro Eckhart, Tauler, Suso, Ruysbroeck, "estos alemanes" dedicados "a la embriaguez contemplativa" y al repudiado quietismo que desemboca en los iluminados entre los que hay muchas mujeres, son ellas la Beata de Piedrahita, la beata toledana Isabel de la Cruz; Magdalena de la Cruz (clarisa enclaustrada en Córdoba) y famosa por sus milagros y profecías y la priora de esa orden en Lisboa, sor María de la Visitación. También las afiliadas a la secta de los alumbrados que "andaban siempre absortas en la supuesta contemplación" en Extremadura. Igualmente en Sevilla a la beata Catalina de Jesús y sus seguidoras que profesaban la doctrina del puro amor y decían tener contacto directo con la deidad. En el siglo XVII el Tribunal de la Inquisición condena en Madrid a María de la Concepción; en Valladolid, pasaba por santa, Luisa igualmente de la Concepción, asimismo, la toledana Lucrecia, y la madrileña Manuela de Jesús María. También en esa ciudad en un convento conocido por su perfección se descubrió que 25 de las 30 religiosas estaban endemoniadas y su fundadora Teresa de Silva, de noble linaje, y las otras monjas acabaron encarceladas en Toledo.

En general todas ellas practicaban el "aniquilamiento interior" y por ello fueron condenadas. Esto sin contar las muchísimas damas quemadas vivas por ser "luteranas" entre la que destacan María de Virnés, María Coronel y María Bohorques que entre las llamas de la hoguera llamó ignorante, idiota y palabrero a su acusador, lo mismo hizo Francisca de Chaves que llamó generación de víboras a los inquisidores. Creemos que esto es suficiente para rendir homenaje a estas damas prácticamente desconocidas y darnos una idea del panorama religioso de la península en el Renacimiento.



NOTAS
1 Julio Baroja Las Brujas y su Mundo, Alianza Editorial, Madrid 1973 y Brujería Vasca, Editorial Txertoa, San Sebastián 1992. Además de estos libros, recomendamos también leer Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los Heterodoxos Españoles, t. I, B.A.C. Madrid 1998, aunque esta última obra de talante inquisitorial debe tomarse sólo como información. En términos generales, Victoria Sendón de León, La España Herética, Icaria, Barcelona 1986.
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En este periodo se inventó un cliché europeo donde las brujas surcaban el aire en sus escobas, se exponían desnudas, sacrificaban niños, olían fétidamente y se les atribuía determinadas características presentes en todos los procesos de la Inquisición, que de ese modo se generalizaron, entre ellas que si eran inspiradas por el demonio, si oían voces, etc. Algunos de estos datos eran reales, pero tomados de modo literal y la mayoría inventados y utilizados repetidamente, como puede comprobarse leyendo los documentos de dichos procesos.