Del fondo
 de la galera del mago se han extraído este par de conejos que
 se reproducen indefinidamente ante nuestros ojos, con una velocidad
 que alarma en ciertas ocasiones como esta. Un bello par de animales,
 un prototipo de la multiplicidad que los aztecas veían en la
 luna. Muy blancos y tiernos y agradables, un poquito repugnantes, tal
 vez cegados por una fiebre activa, veloz, acaso imaginando que son
 hombres: intelectuales, científicos, sacerdotes, gobernantes
 o burócratas de alguna otra profesión espantosa, reclamando
 hipotéticos derechos, mientras se hallan en las manos pacientes
 del prestidigitador. Que está completamente sonriente y en otra
 cosa.
 
 
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