Me he
 jugado en el casino de la vida la gran muralla china, la oveja vegetal,
 a Dios gracias todo lo he perdido. A decir verdad, hasta mi futuro
 está comprometido, debo pensar en la vejez. Para ser franco
 estoy bastante reventado y camino hacia la urna, hacia el nicho, con
 una diligencia asidua, aunque necesitando descansar a veces, bebiendo
 algún refresco, imaginando mirarlo todo desde la otra vereda.
 No podré jamás satisfacer mis deseos. Por fin he comprendido
 que es imposible poseer. Que también la boca y el ano del universo
 son orificios artificiales.
 
 
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