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Los penúltimos malditos han advertido su pureza al irse desprendiendo las adherencias. Vuestra vida era verdaderamente un caldo tibio que nos queríais dar a beber. Un espeso y módico infierno condenado a la mediocridad desde siempre. Vuestros intereses son vulgares e innumerables, simples aprontes más o menos análogos. Ganar en tonteras no tiene caso, en esa competencia cualquiera vence. Si los objetos se os derriten en derredor, si exudáis gusanos que os devoran y las cosas no son nunca para vosotros, lo que son para los demás, estad completamente alertas porque una descarga eléctrica inocente y convenientemente aplicada por el medio, puede borraros temporalmente la Memoria.