PRESENCIA VIVA DE LA CABALA II
LA CABALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS

CAPITULO VI
CABALA Y ALQUIMIA (3)

Medallón de Blaise de Vigenère a los 73 años, 1595.
Medallón de Blaise de Vigenère. Estampes, Res. Qb 211, fol. 52.
 

Blaise de Vigenère (1523-1596)
En nuestra galería de sabios y cabalistas nos toca el turno de presentar a un auténtico adepto, según lo demuestra su Tratado del Fuego y de la Sal (sin terminar), tal vez la exposición más completa sobre el fuego, agente y motivo central de la obra alquímica al que no cuesta equiparar con el amor por el Conocimiento, sed permanente en el alma del iniciado en los Misterios, lo que va comprobando paso a paso, y de ese modo, igualmente testificando. Pero fue además un destacado humanista que conoció diferentes cortes italianas y trabajó para sus respectivos príncipes, en particular en las de Mantua y Ferrara, siempre bajo la protección de parientes o allegados a las familias d'Este y Gonzaga.

Bajo este último aspecto escribe crónicas muy interesantes y privilegiadas –de primera mano– sobre acontecimientos de esas Cortes, tal la entrada a Mantua de Enrique III de Francia o las fiestas del Renacimiento, donde relata con lujo de detalles y describe la ceremonia y la parafernalia simbólica y alegórica, incluidas escenografía y vestuarios, y sobre todo los grabados que acompañan al texto y que aquí asimismo publicaremos.

Por otra parte, Blaise de Vigenère inicia con sus comentarios sobre lo que ve en las distintas ciudades que visita como diplomático y en muchas de las cuales vive, como Roma, la crítica de arte391 y simultáneamente las formas de ver la arqueología y la arquitectura de la antigüedad en el Renacimiento, atestiguadas por este actor y espectador privilegiado de la época. Es pues un precursor392 incluso del lenguaje en áreas del francés relacionadas con las bellas artes, además de dedicarse a la traducción de muchos de los clásicos latinos. En la introducción del libro Blaise de Vigenère ou la Renaissance du regard,393 Richard Crescenzo apunta:

Es aquí que se encuentran en él dos centros de interés en apariencia alejados: la exégesis cabalística de un lado, que conoce por el Zohar, por la enseñanza de los hermanos La Boderie, por numerosas lecturas (Cornelio Agrippa, Reuchlin), y de otro lado, por el arte. Contemplar una obra de arte invita al alma a remontarse hacia el sentido primero de las cosas, hacia el mundo de los arquetipos, hacia la harmonia mundi a la cual Giorgi de Venecia, otro de los grandes cabalistas del Renacimiento, consagró un tratado que Vigenère conocía bien. Una de las aportaciones más remarcables de la reflexión de Blaise de Vigenère es, en efecto, la rehabilitación de las artes para promoverlas al rango de disciplina del espíritu.394

El propio Blaise de Vigenère se refiere con estas palabras al libro que dedicó a describir la entrada a Mantua del susodicho rey:

Vosotros (benignos Lectores) no habríais seguido gozando de los triunfos y magnificencias que fueron realizados el año pasado en la muy noble y célebre ciudad de Mantua al paso de su muy cristiana majestad por Italia. Para representaros mejor los arcos triunfales, las puertas, las estatuas y otras bellas fantasías e inventos tan fastuosos, ha sido necesario hacerlos retirar, retratarlos al natural y tallarlos en planchas de cobre, como podéis ver aquí.395

Y en notas que acompañan al texto anterior, Richard Crescenzo aporta estos datos sobre el ambiente en el que se movió nuestro autor:

1. La casa de los Gonzaga, reinante en Mantua, es próxima a Enrique III. Margarita Paleóloga, esposa de Federico de Gonzaga, fue madrina de bautismo de Enrique en 1551. Luis de Gonzaga, duque de Nevers, fue uno de los más fieles servidores de Enrique III, y el mismo Vigenère estuvo al servicio de la casa de Nevers. Entró en ella como secretario de François de Clèves, duque de Nevers, en 1547. Este muere en 1562. El ducado de Nevers pasa entonces, en 1565, tras la muerte de los dos últimos hijos de François de Clèves, a la familia de los Gonzaga al convertirse Luis de Gonzaga en el esposo de Enriqueta de Clèves, la hija primogénita de François. En 1574, en el momento de la etapa mantuana de Enrique III, es Luis de Gonzaga el duque de Nevers. El duque de Mantua y de Montferrat es Guillermo de Gonzaga, segundo hijo de Federico II Gonzaga. Es a él a quien designa la expresión "Su alteza" del texto.

2. Enrique, duque de Anjou, tercer hijo de Catalina de Médicis (tras Francisco II y Carlos IX) fue elegido en 1573 Rey de Polonia. Tan pronto como se anuncia la muerte de su hermano Carlos IX marcha de Cracovia, pues resulta ser el heredero del trono al haber muerto Carlos IX sin descendencia. La etapa de Mantua en el camino de regreso a París tuvo lugar del 3 al 6 de agosto de 1574.396

Nos pasearemos ahora por las recreaciones grabadas y explicadas por el propio Vigenère sobre esos fastos y construcciones que acompañaron la entrada del monarca, verdaderos ritos socializadores que constituían una didáctica muy poderosa y una forma de transmisión simbólica dirigida a la ciudad y a todos sus habitantes por entero, con el soporte de la arquitectura, la estatuaria, la mitología, los lemas, inscripciones, etc.

Al respecto nos aclara Joscelyn Godwin refiriéndose a Florencia:

Todas las "entradas triunfales" y los festivales descritos hasta ahora eran eventos simbólicos cuidadosamente organizados, con la intención de impresionar a la audiencia con el poder y majestad del príncipe, y esperanzadamente iniciar una era favorable para todos los concernientes. Es más, dadas las asunciones metafísicas de la época, había esperanza que el evento, así como las misas y las oraciones que les seguían, ayudaría a alcanzar el resultado deseado. Pero la diferencia entre la Celebración de las Musas, como las decoraciones del Palazzo Vecchio, es que los Medici estaban, en efecto, practicando magia, ambas, la celestial del tipo de Ficino y la variedad más sutil cabalística.397

En la Encyclopaedia Judaica G. E. Silverman anota:

Blaise de Vigenère (1523-1596), diplomático francés, humanista y cabalista cristiano. Como embajador francés en Roma desde 1566, Vigenère buscó a eruditos judíos y se sumergió en estudios hebreos y en la Cábala. Fue discípulo de Gilbert Genebrard y de Nicolás Le Fèvre de la Boderie, dos eminentes hebraístas franceses cristianos, y empezó a publicar a la edad de 50. Vigenère era un traductor bien conocido, pero principalmente adquirió fama como el autor de libros sobre alquimia, astrología, criptografía y Cábala.

El material cabalístico fue más prominente en su Prieres et oraisons (París, 1595), probablemente basado en la segunda traducción del Zoharpor Guillaume Postel. El mismo Vigenère escribió que los contenidos estaban "principalmente extraídos del Zohar, el Sefer ha-Bahir o El libro del Esplendor, el Midrash Tehillim, y otras obras poco conocidas".

Dirigimos ahora la atención sobre otra faceta de este humanista completo, la de alquimista, y de su Tratado del Fuego y de la Sal398 queremos empezar extrayendo este fragmento:

He aquí los tres fuegos de los que pretendemos hablar, pues no hay nada más común entre nosotros que el elemental de aquí abajo, grosero, compuesto y material, es decir, siempre ligado a alguna materia, ni hay, por otra parte, nada que sea menos conocido: qué es, de dónde viene y a dónde va, volviéndose nada en un instante tan pronto como su alimento le falta, pues sin él no puede consistir ni un solo momento, sino que se va tal como había venido, y permaneciendo completo en cada una de sus partes. De tal modo que se puede multiplicar al infinito en un instante, pues una pequeña llama encenderá a placer fuegos tan grandes como uno no podría imaginarse, sin por ello perder ni disminuir en nada su sustancia. Mille licet capiant, deperit inde nihil. Y en Santiago, 3. Parvus ignis quam grandem succendit materiam! Podríamos ver una pequeña chispa inflamar de fuego en un abrir y cerrar de ojos todo este vacío inmenso del Universo, si estuviera lleno de pólvora de cañón, o nafta, y enseguida desvanecerse todo en la nada. De todos los cuerpos no hay ninguno que se aproxime más al alma como el fuego, como dice Plotino. Y Aristóteles en el 4. de la Metafísica, dice que hasta su época la mayor parte de los filósofos no habían conocido bien el fuego, ni tampoco el aire, por no ser perceptibles a nuestra vista y sentido. Pero se podría también decir que ni Aristóteles ni los demás griegos de su época conocieron tampoco muy bien el fuego y sus efectos, por lo menos tan exactamente como lo han hecho un tiempo después los Arabes por la Alquimia, la cual depende enteramente del conocimiento del fuego.399

Y este otro, en el que hace gala de la completa integración de la simbólica hermético-alquímica y cabalística:

Así, el fuego, el sol, el cielo y el aire, van juntos, y la tierra, bajo la cual están comprendidos los elementos bajos, agua y seco, por su parte. Son el Cielo y la tierra de Moisés, y lo bajo y lo alto de Hermes, que se relacionan uno con el otro. Quod est superius, est sicut quod est inferius, et e converso, ad perpetuanda miracula rei unius, dice éste en la Tabla de Esmeralda. El Zohar, el mundo inteligible y el sensible, por la contemplación del cual vamos al conocimiento de las cosas espirituales, lo cual habría dicho ya antes el Apóstol en Romanos, I, Invisibilia ipsius a creatura mundi per ea quae facta sunt intellecta conspiciuntur. Pues todo lo que es aquí abajo en la tierra, lo es de la misma forma que allá arriba en el cielo. Pues Dios el Creador, hizo todas las cosas unidas las unas a las otras, lo cual no ignoró Homero en su cadena de oro, para atar este mundo inferior al superior, y para que se adhiriesen uno a otro, a fin de que su gloria se expandiera por todas partes, arriba y abajo. Y a imitación de esto, el hombre, que es la imagen del gran Mundo y la medida de toda cosa, fue por él hecho y formado de las cosas bajas y de las altas. Accepit Deus pulverem et ex eo formavit Adam, et insufflavit super eum spiritum vitae. La luz misma que luce en el mundo sensible, depende de esta luz superior que nos está velada, de donde proceden todas las facultades y virtudes, que desde allí se explican para nuestro conocimiento. Pues no hay nada aquí abajo que no dependa de allá arriba, por un poder particular que le es designado para gobernarlo y excitarlo a todos sus apetitos y movimientos, de modo que todo está atado y ligado entre sí.400

Siguiendo con este curioso pasaje en el que equipara simbólicamente el aguardiente con lo incorruptible o el fuego del Espíritu que nunca se consume:

El aguardiente, por otra parte, preserva mucho de corrupción como se puede ver por las cosas vegetales y animales que se conservan en él, por este medio, en su totalidad por mucho tiempo. Conforta y mantiene a la persona en vigor de juventud, que restaura de un día a otro; rejuvenece y refuerza los espíritus vitales, digiere las crudezas y reduce a una igualdad las superfluidades excesivas y los defectos que pudieran haber en nuestro cuerpo, causando diversos efectos según la disposición del sujeto al cual se aplica, como hace el calor del sol, que funde la cera y endurece el barro, y lo mismo hace el fuego. Y es este celeste espíritu que reside en el aguardiente tan susceptible de todas las cualidades, propiedades y virtudes, que se puede volver cálido impregnándolo de cosas cálidas, frío con cosas frías, y así con todo el resto; neutro como es, conforme a nuestra alma, inclinable al bien y al mal. Pues aunque consista de los cuatro elementos, están sin embargo tan proporcionados que uno no predomina en modo alguno sobre el otro. Por lo que se le llama cielo, al cual se aplican las estrellas que se quiere, a saber, los simples elementales, de los que él concibe las propiedades y efectos. Se le puede pues comparar a este fuego [con el] celeste del altar.401

Y entrando de lleno en la simbólica de la Cábala y su metafísica del lenguaje:

Los cabalistas, penetrando más en algunos misterios allí escondidos, meditan algunas sutilidades por una regla de la Guematría llamada ghilcal, que consiste en las equivalencias de los números, que los hebreos asignan a las letras. Las equivalencias de la palabra malach que significa sal, ascienden en su cómputo a 78, pues mem vale 40, lamed 30 y heth, 8. Y dividiendo del modo que se quiera estos 78, siempre resultará algún número que represente un misterio de los nombres divinos. Por ejemplo, la mitad, que son 39 suman igual que las letras de chuzu, la vaina o revestimiento del gran nombre, pues caph vale 20, vav 6, zain 7 y la otra vav 5. Si se divide en tres partes, cada una valdrá 26, que es el número del tetragrámaton Ihuah, valiendo yod 10, he 5, vav 6, he 5. En seis partes, sería 13 para cada una, que equivale a la numeración de la piedad. En trece, serían seis, que es el valor de la vav, letra que representa la vida eterna, aparte de que el seis es el primer número perfecto, porque sus partes lo constituyen, la sexta uno, la tercera, dos; y la mitad tres; y esta perfección no la tiene ninguno de los demás números, y en seis días fue terminada la estructura del Universo. Hay muchos otros misterios en la Escritura. En XXVI, será el número de la muy santa y sagrada TRINIDAD, pues tres veces XXVI, son LXXVIII. En XXXIX, dos, que es el valor de beth, símbolo del Verbo o segunda persona y la casa de las Ideas del Arquetipo, que Platón ha conocido tan bien, y Aristóteles no. Y finalmente los 78 denotan otras tantas unidades, en donde cada una representa la unidad de la esencia de un solo Dios. Lo mismo ocurre con la palabra lechem, pan, que es un anagrama de la precedente y está constituida por las mismas letras, pues no sin causa dice el proverbio: comer la sal con su pan.402

Decir también que en este vasto tratado (conjuntamente 230 páginas apretadas y de difícil lectura que es como un torrente de citas bíblicas, paganas, cristianas y filosóficas), una de las obras más citadas en particular referidas al hebraísmo y la Cábala es el Zohar, que Vigenère ha estudiado –y tiene presente reiteradamente– en la versión de Guillaume Postel.

Pero este hombre tan polifacético sigue sorprendiéndonos. En el Tratado de las cifras o Secretas maneras de escribir,403 de 1586, Vigenère estudia de forma exhaustiva diversos códigos de escritura, y todo ello tomando como referente principal la lengua de los hebreos, que se ve que escrutó en profundidad, sobre todo su estructura numérica y las indefinidas combinaciones a que se presta,404 por lo que podríamos decir que nos encontramos frente a su libro más cabalístico. Es una constante en toda esta obra la idea de que el universo encierra mensajes sobrenaturales que se reescriben sin cesar –y que los códigos cifrados ayudan a desvelar–, y al mismo tiempo que estas notaciones son símbolos que debidamente interiorizados tienden puentes hacia las ideas arquetípicas. Veamos cómo lo expresa en varios pasajes:

Este tratado, pues, será acerca de parecidos usos de las cifras, diversificado de varias maneras; tanto para recorrer de pasada lo que se presentará acerca de estos buenos y ocultos misterios, ensombrecidos bajo la corteza de la escritura, como para imitarlos trazando muchos artificios raros y apenas divulgados. Una parte de ello lo hemos aprendido y recibido de otros, viajando aquí y allá por diversos lugares de Europa; y la mayor parte procede de nuestra fragua y meditación.405

Y luego añade:

… más pertinentemente, a propósito del pasaje siguiente de Lucas 10, alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos, es decir en el libro de la vida. Lo que es confirmado por la tradición de los Mecubales y de los Magos: que toda la naturaleza no es sino un bello volumen y registro donde están escritas las maravillas del Creador, e igualmente en el cielo, con bella letra bien legible, al menos para aquellos que la conocen.406

Esto lo mueve a investigar innumerables cifrados que interrelaciona de forma asombrosa, por momentos casi desbordante, tal la cantidad de saberes que maneja, ofreciendo a veces largas y precisas explicaciones, mientras que en otras ocasiones los sintetiza en cuadros esquemáticos donde números, letras, notas musicales, formas geométricas, términos alquímicos (los principios, los elementos, los cuerpos minerales, los colores de la Gran Obra, etc.), y también símbolos espaciales y geográficos, así como temporales, y los siempre presentes nombres de poder (de ángeles, arcángeles y demás jerarquías celestes, tanto en hebreo como en latín o francés) hallan sus coincidencias e identidades, remontando al alma desde la realidad sensible y exotérica a los secretos invisibles que se ocultan tras las apariencias. Ya hemos dicho que en toda su exposición se apoya en las operaciones combinatorias tan exploradas por los cabalistas, de las que da testimonio extrayendo citas del Sefer Yetsirah y otros textos fundamentales, y aplicando la ciencia del Tseruf con sus indefinidos desarrollos. Por lo que no erramos al afirmar que nos hallamos, además, frente a una obra de verdadera magia, cargada de potentes efluvios teúrgicos, rigurosa y a la vez suelta, sin complejos a la hora de vislumbrar al universo como un concatenado de pensamientos ligados por las leyes de la analogía.

He aquí las diez sefiroth o numeraciones y medidas tan célebres de los cabalistas con los nombres atributivos aquí añadidos, por medio de las cuales, dicen aquéllos, Moisés y los otros Profetas alcanzaron el conocimiento de la Merkabah y de Bereshit, es decir de los divinos secretos y de la naturaleza; e hicieron cosas maravillosas que trascienden el alcance y el crédito humano. Estas Sefiroth se relacionan con la pluralidad de los Dioses en Orfeo, o más bien con los diversos efectos procedentes del gran Dios, así como del sol proceden todos sus rayos luminosos. También con la cadena de oro en [el capítulo] 8 de la Ilíada, por la que Júpiter extrae de sí todas las potencias celestes, y la tierra y el mar con toda la máquina del mundo. Igualmente la verdadera escala de Jacob, por la que ascienden nuestras meditaciones, nuestras voces, oraciones y ofrendas a lo alto hasta el trono divino; y ello por cuatro grados, a saber, el sentido, la imaginación, la fantasía y la inteligencia; y fluyen los divinos influjos descendiendo aquí abajo a través del cielo, como a través de ciertos canales y conductos, lo que es el verdadero matrimonio entre aquél y la tierra; en lo que se sustenta toda la magia natural de los antiguos Caldeos y Persas, muy versados y expertos en el conocimiento de las cosas celestes, y elementales, entre quienes esta palabra de Mago significa lo mismo que la de Brahman o Gimnosofista entre los hindúes, de Sacerdote entre los Egipcios, filósofo entre los griegos y Chacam o profeta para los hebreos.407

Entre la inmensidad de "juegos simbólicos" que propone, nos llama mucho la atención varios ejemplos para transformar, por ejemplo, una frase de la Biblia en una nueva expresión cifrada (que ahora aparece como un cielo estrellado o una rama de un árbol con frutos) a través de una tabla de doble entrada en cuyos casilleros ubica cada una de las letras de la oración según cinco posiciones fijas, obteniendo al final del proceso un nuevo "mapa topográfico", indescifrable si no se conoce el sistema de transmutación empleado, pero nítido para el que posee las claves. Lo que da idea del universo como un entramado totalmente codificado, pero muy arcano, que sólo gracias al soporte de la Vía Simbólica se va revelando, siendo los lenguajes cifrados de letras y números los puentes fundamentales.

Pues todavía hay muchas palabras que nos parecen hechas por placer, o al azar, por no significar nada en ninguna lengua; no obstante, podrían ser una escritura cifrada, de la que no pueden extraer ningún sentido quienes no entienden el secreto, mientras que los que conocen el artificio saben discernir muy bien lo que quiere decir: Y lo mismo puede pasar con los caracteres y las palabras, que siendo desconocidas para nosotros, no dejan de tener algún significado para los espíritus a los que ellas se dirigen. Aquí hemos tratado de pasada sobre la magia, porque es la ciencia del mundo celeste, que comprende en sí los diez cielos o esferas; que son los instrumentos y medios por los que actúa en nosotros la divinidad; a saber, nueve móviles y el décimo firme y estable, llamado por algunos el cielo empíreo, y en la escritura el cielo del cielo…408

Son un total de 344 páginas dobles las que Vigenère dedica a estas especulaciones en el verdadero sentido del término, advirtiendo siempre del peligro que tales labores caigan en un uso profano y materializado, pero sin dejar de emplazar al limpio de corazón a vivir inmerso en este proceso, verdaderamente operativo en lo que a la realización espiritual se refiere.

Nos pasa con este personaje algo ya acontecido con muchos de los otros que hemos tratado, y que vendrán luego, y es que nuestro discurso se queda corto ante la cantidad de teclas que llegaron a tocar; aunque pensamos que con estos apuntes damos testimonio de la gran influencia de la Cábala en los brillos intelectuales de muchos sabios de la época.

NOTAS
391 Tanto de arquitectura, escultura y joyería, pintura, perspectiva, como de alegorías, mitología, etc.
392 Vigenère es considerado uno de los promotores de los estudios arqueológicos y arquitectónicos, de la crítica artística y aun de la literaria (inclusive la adaptación de nuevos vocablos derivados del latín a la lengua francesa); mitólogo e historiador así como observador de todo un mundo que gracias a su ojo crítico y a su gran poder descriptivo brindó nuevas perspectivas en todos estos campos entre sus contemporáneos, y así se le ha reconocido hasta la actualidad.
393 Richard Crescenzo, Blaise de Vigenère ou la Renaissance du regard. École nationale supérieure des beaux-arts, París, 1979.
394 Ibid., pág. 18-19.
395 Ibid., pág. 37.
396 Ibid., pág. 37.
397 The Pagan Dream of the Renaissance, op. cit., pág. 194
398 Blaise de Vigenère, Tratado del Fuego y la Sal. Editorial Indigo, Barcelona, 1992.
399 Ibid., pág. 52-53.
400 Ibid., pág. 161-162.
401 Ibid., pág. 177-178.
402 Ibid., pág. 211-212.
403 Blaise de Vigenère, Traité des chiffres ou Secrètes manières d’écrire. Guy Trédaniel Éditeur, París, 1996.
404 Tras asegurar que la escritura hebrea es revelada directamente por la deidad y que "todas las cifras hebraicas tienen doble sentido, uno aparente y otro escondido", agrega que cada figura tiene significados ocultos en lo referente a sus agrupaciones, separaciones, grandeza o pequeñez, acentos, coronamientos, etc… ibid., pág. 37.
405 Ibid., pág. 4.
406 Ibid., pág. 256.
407 Ibid., pág. 65. Es tan vasta la cultura y capacidad de síntesis de Vigenère que incluso reconoce identidades con la simbólica de las civilizaciones precolombinas, como atestigua este fragmento: "Y las narraciones de las Indias occidentales incluyen que en México o Temestitán, cuando Fernando Cortés lo conquistó para el Emperador Carlos V, se encontraron ciertas memorias y pancartas que contenían las gestas de los Reyes de esta región, constituidas por figuras de hombres y animales…". Ibid., pág. 10-11.
408 Ibid., pág. 67-68.