LOS LIBROS HERMETICOS  V
FEDERICO GONZALEZ
Al nombre de Pico de la Mirándola habría que sumar el de su discípulo J. Reuchlin (1455-1522: De Verbo mirífico, De arte cabbalistica) infatigable luchador en el seno de la Iglesia por estas ideas en su aspecto cabalístico, y a F. Giorgi, de Venecia (1460-1540: Problemata, Apología), que une a lo cristiano y hebraico, lo hermético y lo musical, en su obra principal bien llamada De Harmonia Mundi. De más está decir que estos que mencionamos son los autores y libros más conocidos y estudiados; a la par de ellos hay una serie de autores y obras importantes que tuvieron influencia en su medio y tiempo, y apenas son conocidos hoy; por las características de este artículo no podemos explayarnos sobre ellos, ni mencionarlos siquiera para no cometer injusticias; por otra parte se encuentran ampliamente citados en los estudios que hemos estado mencionando.53 

Sólo por falta de espacio no podemos aquí ahondar sobre la vida y andanzas de los hermetistas citados, casi todos grandes viajeros, cuyas aventuras en busca de la Ciudad del Cielo y su reflejo en la Tierra, y las múltiples peripecias de su camino, constituyen las historias más ricas y extraordinarias a las que los contemporáneos puedan tener acceso, dada la extravagancia y la inagotable creatividad y gala intelectual de que hacen alarde, sin contar la genialidad explícita de los medios de que se valen y el caudal de desarrollo de posibilidades, que abarca todos los campos de la Ciencia y el Arte para desembocar siempre en el Conocimiento. 

Pero no ha sido sólo en el espacio de la literatura y los libros herméticos donde se volcó el pensamiento renacentista; por el contrario este pensamiento era totalizador y por lo tanto englobaba todas las artes y ciencias del hombre, así como los re-descubrimientos y las nuevas perspectivas que se iban ofreciendo en una sociedad de modelo tan abierto y homogéneo como fue aquella, donde las ideas filosóficas actuaban revestidas también con los aires más bellos y armónicos, de lo cual dan fe innumerables monumentos, edificios y santuarios.54 

Como muestra de ello basta sólo con mencionar la escultura y la pintura renacentista y, desde luego, su arquitectura integral, donde habitaciones, aulas, fuentes y jardines funcionaban de modo conjunto y animado, al igual que las representaciones teatrales y las danzas y funciones musicales, permitiendo así el libre juego de la inteligencia, el conocimiento y la acción, expresados a través del Arte de Ser y Vivir como hijos y herederos del Dios cósmico, el que a su vez nos da la posibilidad de ser demiurgos en nuestro plano y ensamblar a nuestra vez una creación propia, un espacio y un entorno sacralizado a Imagen y Semejanza del Original que es su Arquetipo.55 Por lo que la magia natural y las nuevas ciencias y técnicas que ensayaba se encontraban perfectamente articuladas en una concepción sacra donde todo contribuía, por mediación de la Belleza, cuya raíz es la Inteligencia fundada en la Sabiduría, a la plena realización del hombre sobre la tierra, es decir a la primera asunción de su dignidad, como lo señala Pico de la Mirándola, o sea, a la conquista del Hombre Verdadero u Hombre Nuevo, en detrimento del hombre viejo que ha de morir y que no tiene lugar en una sociedad, o en un conjunto de hombres que han encontrado el Ser y se saben partícipes de tal Revelación. 

No queremos pasar por alto la figura de G. Postel (1510-1581: Alfabeto de las doce lenguas, Gramática árabe, República de los atenienses, De orbis terrae concordia, Absconditorum clavis, Candelabrum typicum, Euclides christianus, Las razones de la monarquía, Restitución de todas las cosas, El libro de las causas, El vínculo del mundo, La eversión de los falsos dogmas de Aristóteles, Divinationis, colaboración en la edición del Nuevo Testamento siríaco, comentarios sobre el Libro de la Creación, Apocalipsis, Libro de Ruth; traducción del Zohar, del Bahir, del Protoevangelio de Santiago) que junto con otro compatriota, Lefévre d'Étaples (1450-1536: Teología vivificante, Introducción metafísica, ed. del Crater hermetis de L. Lazarelli y Sobre la triple vida de Ficino, trad. del Poimandrés, ed., prol. y com. de la obra de Aristóteles, así como de: una Aritmética medieval, Contemplaciones y Sobre el amigo y el amado de Llull, el Corpus areopagítico, los Elementos de Euclides, De ars oppositorum de Bouelles, los Salmos, la obra casi íntegra de Nicolás de Cusa), llevó la cábala y el hermetismo renacentistas a Francia, después de haber estado en Italia y habiendo tomado contacto personal con los académicos florentinos y otros cabalistas, inspirando los aires renacentistas y herméticos que también soplaron en ese país, continuados por Guy Le Fèvre de la Boderie (1541- 1598: Diccionario sirio-caldeo, Enciclia de los secretos de la eternidad, Himnos eclesiásticos, participación en la edición de la Biblia Políglota, traducción de Harmonia Mundi y el Heptaplus, etc.) y su hermano Nicolás y otros autores, pese al catolicismo cerrado y el carácter agresivo del medio, que tuvo en Marin Mersenne su más destacado representante.56 La figura de G. Postel es tan imponente como tan extraordinaria fue su vida, inspirada por un genio tan cumplido, por un fuego o furor tan avivado, que la mayoría de sus contemporáneos, desde su chatura, lo consideraban un loco, y como tal fue perseguido y escarnecido; prototipo éste que se repite una y otra vez entre los autores de los libros de la Tradición Hermética, y que por otra parte es común a todo esoterismo. Ya lo dice el Poimandrés (IX, 4) ".el que ha aprendido a conocer a Dios, como está colmado de todos los bienes, tiene sus intelecciones de Dios mismo, y ellas no son semejantes a las de la muchedumbre. De ahí que aquellos que están en el Conocimiento no agraden a la multitud y que esta tampoco les guste a ellos. Los hacen aparecer como locos y son expuestos a la burla pública, se les odia y desprecia, y hasta puede que incluso se les de muerte." 

Nos interesa mucho esta actitud de Postel, o mejor, lo que se produce cuando un hombre lleno del espíritu de la Verdad, es decir de la Revelación y la Tradición (cábala) que conoce de modo directo, a saber: que se ha hecho en él, se enfrenta a unos petulantes doctorcetes, tan literales como incapaces, refugiados en la suprema verdad de su oficialidad y de su módico bagaje, reflejo de la mediocridad de sus supuestos maestros, muchos de ellos autores de libros acerca de filosofía religiosa, o defensores de una Fe inventada de acuerdo a sus intereses particulares que transforman en grandes verdades, normas y reglas. El caso de G. Postel es como un modelo en el Proceso de Conocimiento y ha sido también el del "maldito" y "demoníaco" Cornelio Agrippa de Nettesheim, nacido en Alemania (1486-1535: comentarios de El Banquete y de Poimandrés; Sobre la triple manera de conocer a Dios, Diálogo del hombre que es la imagen de Dios, Sobre el pecado original, Impugnación de la teología gentil, Sobre la vanidad de las ciencias, etc.). Cabe a este último personaje el haber escrito el primer tratado sistemático (traducido y editado una y otra vez hasta el presente) sobre hermetismo que a la vez aúna de modo claro y decisivo la filosofía hermética, representada por los textos del Corpus, con la corriente popular del hermetismo "práctico" que se vale de la magia natural, la astrología, los talismanes e invocaciones, las simpatías y correspondencias, e incluso de la Cábala en cuanto considera a las letras hebreas como signos de realidades espirituales concretas, moldeadas o coaguladas en los propios signos que, al combinarse e intercambiarse entre sí, son capaces de generar la vida (o modificar la existente), por la propia naturaleza del cosmos que hace del hombre un pequeño demiurgo a escala: "Dios dio al hombre el espíritu y el discurso que son, como dice Hermes Trismegisto, la señal de su virtud, de su poder y de su inmortalidad; y dio a través de su omnipotencia y providencia el discurso en diferentes Idiomas, los que, según su diferencia, tienen Caracteres de Escritura propios y diferentes, cierto orden, un número y una figura que no están distribuidos por azar ni por accidente, ni por capricho de los hombres, sino formados divinamente, lo que los hace coincidir y corresponder con los cuerpos celestes, los cuerpos divinos y sus virtudes." Su Occulta Philosophia, manual de varias generaciones de ocultistas, es un tratado bastante claro y bien estructurado ilustrado con numerosos grabados, donde se conjugan una amplia erudición sobre la Filosofía y la Teosofía avalada por las más altas autoridades de todos los tiempos, con "recetarios" astrológicos y mágicos que un espíritu culto pudiera tomar hoy como una "vulgarización", o calificarlo de superstición, o aún de ignorancia, si no tuvieran como telón de fondo las explicaciones –bastante vagas a veces– del autor, que basa todo su trabajo en la ley de las analogías entre el cielo y la tierra y sus estrechas correspondencias con la vida y el ser humano, doctrinas éstas que se encuentran en el meollo de la Tradición Hermética. Cornelio Agrippa, perseguido en toda Europa, con fama de nigromante y acompañado de un supuesto perro negro es una figura fantasmagórica que refleja el temor de las multitudes a lo desconocido. Debemos decir que Agrippa al asumir estas ideas asumió también su papel, y aunque erudito de fama y protegido por distintas casas reinantes o nobles, y amigo de gran parte de los filósofos y grandes de su tiempo, tuvo que vivir en un constante peregrinaje perseguido en distintos lugares por una misma mediocridad. Su obra, aparte de su Occulta Philosophia, merece ser reconsiderada, al igual que su figura independiente y rebelde con respecto a su medio. En 1512 publicó un comentario sobre la obra de Platón, recién traducido por la Academia Florentina, y en 1515, otro sobre el Poimandrés en la versión de M. Ficino. 

Cuando se observa la figura de un Postel o posteriormente, de un Giordano Bruno, o de Agrippa –todos ellos desbordantes del "furor" o entusiasmo divino platónico– que proponía la unificación de los credos y los ritos, y que basaba todo ello en la idea de una Filosofía Perenne, o sea de una misma verdad entre todos los pueblos del mundo aunque expresada de modo diferente según las características que toma en variables espaciotemporales, y por otra parte se repara en sus ardientes convicciones, en su actitud viril, incluso frente a la Iglesia, a la que pertenecían y por la que fueron de una manera u otra condenados, puede pensarse, como bien se ha dicho, que su dios era Hermes, el revelador del Noûs. En efecto, Hermes es el Dios de los que no tienen Dios, es decir la sagrada presencia con la que conviven aquellos que no tienen un dios personal y no se sienten ligados a ninguna religión y a sus deidades, dogmas y ritos específicos, pues habiendo trascendido numerosas apariencias no pueden encontrar modos fijos o determinados que puedan contener lo que ellos Conocen, lo cual las formas religiosas por su misma condición niegan, o tienden a negar, por lo que se constituyen más bien en enemigos del Conocimiento por su limitado alcance y sus indefinidos prejuicios sentimentales y pseudo-morales capaces de vedar el proceso de una verdadera transformación alquímica, a cambio de consuelo, compasión, y la necesidad cobarde de pertenecer a algo; de sumarse a lo legal y oficial aunque esto sea cualquier engaño o algo distinto a lo que "soñaron"; pero es tanto el pavor al No-Ser que mejor es sujetarse a cualquier cosa que pueda parecer segura, haciendo caso omiso de "lo otro", nomás sea sino para conservar ante ellos mismos, por lo menos, un mínimo de apariencia. Por lo que Hermes es el éter en el corazón de aquellos que osaron el cruce de las grandes aguas y no puede albergarse en corazones pequeños, o mezquinos.57 

Siguiendo con nuestra relación bibliográfica, debe mencionarse aquí una obra muy importante en el desarrollo de la literatura hermética, pues incluye numerosos grabados y símbolos iconográficos, que marcarán posteriormente, mediante la evolución de las artes gráficas, todo un tipo de libros hermético-alquímicos; se trata de la Hieroglyphica58 de Horapolo (Horus-Apolo) descubierta en los comienzos del siglo XV, y editada en 1505 por primera vez, aunque ya circulaba en varios países europeos como muchos incunables que son manuscritos. Los libros impresos, fundamentalmente de grabados alquímicos, vuelven a reflejar a su modo los esplendores de los manuscritos iluminados medioevales, sólo que ya no se trata de ilustraciones de texto, sino que en muchas de ellas el grabado mismo pasa a ser el texto, y el comentario, inversamente, lo ilustra. Esto ha dado lugar a un arte singular, permanente depósito de imágenes mudas, de símbolos de un silencio por demás elocuente, como el del Mutus liber, que no lleva textos sino sólo grabados. Esta nueva forma de transmisión se expandió rápidamente y dio lugar a ciertas series de libros de alegorías y de emblemas, entre los que la Hypnerotomachia Poliphili, (1499, su versión francesa es Le Tableau des riches inventions, atribuida al padre F. Colonna, París, 1600) fue posiblemente el más divulgado,59 a la par que se publicaban los libros alquímicos en cantidades limitadas, constituyendo todo el conjunto un nuevo lenguaje que ha sido capaz de generar no sólo un "estilo" de literatura ligada específicamente a lo hermético, sino de proyectarse e influir en el incremento de las artes visuales en general, lo que hoy se traduce en formas tan dispares como la publicidad, el cine, el tebeo, etc. 

Otro autor alemán de una gran importancia es A. Teofrasto Bombasto de Hohenheim, Paracelso (1493-1541), individuo de una vida tan rica y experimentada como la de Agrippa y los autores antes mencionados. Médico y Filósofo recorrió toda Europa exponiendo y practicando sus ideas sobre la Espagiria, el Arte de Curar, la Farmacopea (es el antecesor de la homeopatía y de su lema Similia, similibus curantur) y la Alquimia. Escribió mucho y en muchos lugares por lo que se ha disipado en parte su obra, atribuyéndosele varias apócrifas. Por ello es que Sudhoff estudió y editó sus Obras Completas. Entre sus libros deben mencionarse Filosofía de las generaciones y frutos de los cuatro elementos, Libro del Hospital; Sobre la enfermedad francesa, Exposición y descripción de todas las artes, Sobre las riquezas honestas, Sobre las causas de las enfermedades invisibles, Sobre el matrimonio de los sacerdotes, Sobre el lecho conyugal, Sobre las cosas magníficas, Prognosticatio., Astronomia magna, Meteorología; El Tesoro del Tesoro de los Alquimistas, etc.). 

Rehusó todo tipo de mecenazgos y protecciones ya que poseía un carácter sumamente independiente y franco, actitud que le acarreó numerosas dificultades. Su nombre figura a la cabeza de cualquier investigación alquímica, aunque ha sido su influencia personal en lo social, más que su obra escrita, lo que ha preservado su fama. Despreciaba las vanidades académicas, vestía y vivía sencillamente, hablaba y escribía en dialecto alemán y no en latín como era "de rigor" en la época. En su obra se destaca la relación astronómica de las enfermedades y la analogía como sistema; también es una constante invitación a la búsqueda. Por su trabajo y por la popularización de la tríada de los principios alquímicos es considerado uno de los padres de esa Ciencia y Arte. Serge Hutin en su obra La Alquimia (Eudeba, Bs. As. 1973) después de explicarnos el principio alquímico de la unidad de la materia nos dice: "Los tres Principios: Azufre, Mercurio y Sal. Los alquimistas, sin embargo, distinguen dos principios opuestos: el Azufre y el Mercurio, a los cuales asocian un término medio: la Sal. Fue Paracelso quien popularizó la famosa división tripartita: Azufre, Mercurio, Sal (llamada también Arsénico), que había sido desarrollada antes de él por Géber, Roger Bacon y Basilio Valentino." A continuación Hutin señala a los cuatro elementos Fuego, Aire, Agua, Tierra de la Antigüedad presentes en nuestro Corpus Hermeticum y a los siete planetas, que con el título de regentes juegan su papel en la cosmogonía hermética, como conformando una de las características propias de la Alquimia, conceptos estos siempre tratados por los hermetistas. 

Por otra parte los procesos de la Obra Alquímica, identificables por distintas fases signadas por colores y otras características (como el olor y el frío), son equiparables al ascenso de las almas del Corpus hermético, efectuado a partir de un fuego determinado y sujeto a la coagulación y la disolución; el atanor de los Adeptos es la crátera del libro IV del Poimandrés. 

En otra obra, Historia de la Alquimia, el mismo S. Hutin nos dice: "Es así que los tres colores principales de la Obra (el negro de la putrefacción, de las tinieblas, de la 'cabeza de cuervo', más el blanco del cisne y el rojo del éxito glorioso) figuran a la vez en las etapas materiales del desarrollo de las operaciones de laboratorio y en los estados psíquicos que jalonan el ascenso interior, gracias a los cuales el alquimista progresa hacia su liberadora iluminación interior. Y –otro símbolo fundamental– así como la materia inicial debe ser purificada para que sea capaz de resucitar, así también es necesario que el 'hombre viejo' muera para permitir a la consciencia del adepto obtener su gloriosa y radiante resurrección. No resulta errado recordar que el legendario Hermes Trismegisto, habría de ser, entre otras funciones simbólicas, el guía, el conductor de los muertos en su búsqueda de la Vida Eterna. Jamás se insistirá lo suficiente sobre esta clave alquimista esencial: el estricto paralelismo entre las operaciones materiales y los ejercicios espirituales." 

Efectivamente, los alquimistas buscaban a través de su ciencia y arte una transmutación espiritual que involucraba una regeneración psíquica, donde todas las imágenes eran rebobinadas, si así pudiera decirse, y llevadas a su estado virginal, aunque el ser, ahora libre de prejuicios e identificaciones se encontraba a sí mismo en sí mismo, como lo había estado desde siempre. 

Hemos visto que desde el período Alejandrino, y lo mismo en la Edad Media, perpetuándose a lo largo del Renacimiento, los Alquimistas se identifican expresamente con Hermes, o bien poniéndose bajo su patronazgo, o invocándolo, o nombrándolo de una u otra manera; lo mismo cuando citan sus orígenes egipcios, o mejor grecoegipcios, que cuando la deidad se les revela en su gabinete de trabajo iluminando sus investigaciones y meditaciones individuales, su contemplación de los Universales en medio del devenir, las prisas y las obligaciones del mundo profano. 

Lo cierto es que asocian el color negro a la muerte, a la putrefacción, etapa que se corresponde con un previo descenso a los infiernos o a las entrañas de la tierra que, como bien lo dice Basilio Valentín (Azoth, Las Doce llaves de la Filosofía, El Carro triunfal del Antimonio -1525-, Révélation des mystères des teintures essentielles des sept métaux, etc.) es una parte indispensable del viaje hermético-alquímico de transmutación: "Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta". 

Esta muerte indispensable, casi es innecesario aclararlo, equivale a una resurrección, a una vuelta a la verdadera vida de la que el hombre se había desvinculado a raíz de la "caída", es decir del olvido de sus posibilidades verdaderamente humanas, paso previo a la realización de su potencial supra-cósmico. 

Así, paso a paso, color a color, grado a grado, el alma se va purgando por medio del sacrificio, (del fuego), de sus más gruesas cortezas a través de una serie de muertes-renacimientos, donde su densidad va poco a poco sutilizándose, refinándose la percepción, y "aprendiendo el oficio", como es el caso del aprendiz constructor masón cuya labor es desbastar la piedra bruta.  

En Alquimia aquello que se busca es la piedra filosofal, equiparada a un brillante y a veces, en un grado menor, a un perfecto rubí. Previamente hay que llegar al oro, equiparado al sol, es decir al Jardín del Paraíso. Esta piedra molida es el polvo de proyección o sea la posibilidad demiúrgica por medio de los teúrgos y, licuada, el Elixir de Inmortalidad, símbolo de la regeneración y del paso a distintos estados de existencia del Ser Universal. 

De hecho, también se torna un tema común en todos los tratados alquímicos la presencia de "sopladores", es decir de falsos alquimistas que sólo tenían un concepto literal de las operaciones en una gama que va de simples estafadores o buscadores del oro material, a simples imitadores deslumbrados por la posibilidad de algo que les excedía y que traducían en confusos aires graves y religiosos, en reverencias y estúpidos golpes de pecho, en ilusiones infantiles que ponían como fuera de sí mismos, o como si no fueran los sujetos de la obtención del Oro Filosófico. 

Los Adeptos verdaderos se llaman a sí mismos filósofos y artistas, y cuando su patrono no es Hermes, como ya hemos dicho, es Elías Artista, un personaje perfectamente asimilable a Hermes, puesto que a su vez se identificaba con Henoch, ya que ambos, tanto Elías como Henoch, no están muertos, pues han sido arrebatados por un carro de fuego y aún viven, es decir, que la Enseñanza de Hermes-Henoch y Elías, su influencia espiritual y su poder regenerativo, está tan intacta hoy como cuando fue revelada, en el comienzo del tiempo, por lo que esta energía-fuerza puede ser encontrada por aquel que la busque pues es perenne, siempre presente y se muestra a los que la solicitan mediante duros y exigentísimos trabajos y pruebas iniciáticas que siempre se sufren y se reconocen en la soledad.60

NOTAS
53 En lo que se refiere a la Cábala queremos destacar La Cábala y su simbolismo, Siglo XXI, México 1976, así como Desarrollo histórico e ideas básicas de la Cábala, Riopiedras, Barcelona 1994 y Grandes temas y personalidades de la Cábala, íd., todos de Gershom Scholem. También: Cábala, Ed. Debate, Madrid 1989, de Z'ev ben Shimon Halevi. En lo que concierne más detalladamente a las sephiroth o "numeraciones" ver: Leo Schaya. El significado universal de la Cábala. Ed. Dédalo, Bs. As. 1986.
54 La Tradición Hermética no construyó grandes templos pero está implícita en casi todos los cristianos, desde el románico al gótico pasando por cientos de construcciones particulares que, parcialmente o en su conjunto, estaban fabricadas con las Reglas del Arte (como ejemplo solo señalaremos Las moradas filosofales de Fulcanelli). De hecho el discípulo de Hermes no necesita templos para efectuar sus ritos y oraciones que realiza en su gabinete de trabajo, tal cual se lo puede ver en grabados de textos alquímicos. Agregaremos que la construcción de jardines simbólicos ha ocupado una plaza muy destacada en este sentido (ver Los jardines del sueño, Polifilo y la mística del Renacimiento, E. Kretzulesco-Quaranta, Siruela, Madrid 1996) al igual que los ingenios mecánicos (que efectuaron personalidades tan destacadas como Leonardo da Vinci), y los juegos esotéricos.
55 Para mayores desarrollos ver E. Wind. Misterios Paganos del Renacimiento. Barral Ed., Barcelona 1972. Debe aclararse que estos logros, o ideales de la sociedad renacentista incluían una educación clásica donde la música y la gimnasia jugaban un importante papel a la par de las artes liberales (trivium y cuadrivium) en general. Esta visión de una sociedad ideal ha constituido uno de los géneros literarios más importantes del Renacimiento que desgraciadamente no podemos profundizar aquí; se trata de las "utopías", entre las que podemos mencionar: Tomás Moro (Utopía, 1517), V. Andreae (Cristianópolis, 1619), T. Campanella (La Ciudad del Sol, 1623), Francis Bacon (Nueva Atlántida, 1627), etc.
56 Mención aparte merece Jacobo Boehme (1575-1624: Aurora, De Signatura Rerum, Mysterium Magnum, etc.) artesano iluminado que configura en su obra una cosmogonía cabalística, hermética, alquímica, que, al igual que la de Swedenborg (1688-1772: Arcana Coelestia, Nueva Jerusalén, Cielo e Infierno, El Apocalipsis revelado, Divino Amor y Sabiduría, etc.), hombre de ciencia y profeta sueco, sigue teniendo numerosos admiradores y seguidores a la fecha; por cierto ambos autores son cristianos
57 "¿Hacia dónde corréis hombres, ebrios como estáis, habiendo bebido hasta la hez el vino sin mezcla de la doctrina ignorante, vino que ni siquiera podéis soportar, sino que ya váis a vomitar? ¡Salid de la embriaguez, deteneos! Mirad hacia lo alto con los ojos del corazón." ".Allá donde resplandece la brillante luz, limpia de toda oscuridad, allí donde nadie está ebrio, sino que todos permanecen sobrios, elevando la mirada del corazón hacia Aquél que quiere ser visto." Poimandrés, VII 1-2. 
58 Hay edición castellana en Akal, Torrejón de Ardoz (Madrid) 1991. 
59 Al que hay que añadir Hieroglyphica de Piero Valeriano, Mythologiae de Natalis Comes, los Emblemas de Alciato: Akal, T. de Ardoz, Madrid 1993; también debe destacarse de Vicenzo Cartari o Cartario su libro Le imagine de i dei degli antichi, que contiene una sistemática comparación entre las divinidades grecorromanas y las egipcias. 
60 La iniciación hermética es individual y se va produciendo por una serie de Revelaciones sucesivas del Noûs en aquél que se identifica con lo que va conociendo, es decir con el Uno y Solo (el Si mismo) generador del Intelecto Divino y productor de la Inteligencia. El ascenso por las esferas se va realizando, según el Corpus, a medida que se van dejando los vicios, gobernados por los espíritus más densos, con los cuales tendemos los hombres a identificarnos.