Ahora todo es mucho más misterioso
y sencillo y semejante a la vida cotidiana. Se caería en la
tentación de pensar que no pasa nada, si aquello no estuviese
siempre presente dando realidad a todo lo que existe. Este es un estado
más sutil donde no hay novedad porque en la renovación
perpetua no hay novedad posible. Donde la conciencia no distingue demasiado
entre lo uno y lo otro y donde nada se ha perdido, ni debe hallarse,
porque así ha sido desde siempre.
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