El vientre de la ballena en el que se gesta la «creatura» se equipara al horno del alquimista donde se opera la transmutación del plomo en oro. El fuego de la pasión por la verdad y el amor hacia ella actúa de tal modo que el pensamiento se sutiliza y la tontera desaparece, las concepciones vulgares caen hacia lo bajo por su propio peso y el alma se libera de adherencias.
De manera semejante al embrión físico, el iniciado (alquimista) necesita de lo luminoso, es decir, de la claridad que se irá imponiendo gradualmente mediante el estudio atento y concentrado de la doctrina esotérica (Ciencia Sagrada) cuya asimilación se fortalecerá por la reiteración ritual sucesiva, base fundamental en el proceso.
Teniendo presente lo expuesto, el autor del libro cuyas experiencias e intuiciones en el camino del Conocimiento están vertidas en estos poemas, sigue las vías trazadas por el mensajero secreto del demiurgo del mundo (patrón de los alquimistas), celebrando los ritos (sacrificios, de sacrum facere, hacer sagrado), que mantienen operativo el proceso de gestación del hombre nuevo.
Publicado por vez primera en 1990, este opúsculo fue escrito once años antes, es decir en 1979. En sus orígenes constaba de noventa y nueve composiciones, aunque trece fueron inutilizadas por el maltrato y la humedad de lugares inhóspitos. El autor no ha querido reconstruirlas. |