En la profesión de brujo, las experiencias
iniciales bien pudieran llamarse fracasos. El posible demiurgo ensaya
un gesto y aparecen sombras; esboza un ademán y las cosas se
vuelven contra él. Se ha extraviado en la casa de sustos y esas
imágenes distorsionadas son reflejos especulares de sí mismo.
Estas terribles opresiones y expansiones, lo empujan sin embargo a
otro plano, a distinta perspectiva. Pero mientras se opera la visión
los fantasmas y los espíritus elementales aparecen y desaparecen.
El aspirante es visitado por entidades que toman formas singulares;
una voz nos dice: si estáis en dificultades de cualquier género
es sólo un momento transitorio que tal vez dure algunos años
antes de que cien veces más os sea dado. No hay mago pobre,
aunque no tenga esa noche donde dormir.
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