Visto y oído el expediente sumario,
en razón de pruebas evidentes y con voluntad precisa de esclarecer
la verdad inteligente, declaramos lo que sigue: que este mundo nada
tiene que ver con lo que nosotros imaginamos. Que estamos viajando
constantemente en el tiempo y el espacio mientras pensamos en la casita
propia. Que la vida entera es un código a descifrar. Que esa
simbólica es Arquetípica. Que nosotros, como todas las
cosas, somos signos y por lo tanto significantes. Que los sabios de
todos los tiempos y lugares han conocido esta realidad. Que les ha
sido revelada y es una sola y jamás podría ser propiedad
de nadie. Y que las acciones más gloriosas de los simples mortales
son apenas un remedo de las olímpicas aventuras celestes.
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