Así como en el año alternan
los meses, con las semanas y los días, para no hablar de minutos
y segundos, así un ciclo mayor engarza con uno menor y éste
con otro más pequeño o más grande con el que coexiste
perfectamente: la vida es eso. En oposición, nosotros creemos
que es algo fijo y estático, un mundo de reglas sin sentido,
absolutamente ciertas y veraces. Pretendemos que nuestras versiones
son las cosas en sí, presumiendo que ellas son como las imaginamos.
En un espacio mental de esta naturaleza las valorizaciones han de ser
necesariamente por sí o por no y cualquier insignificancia un
absoluto. Nuestra rigidez nos obliga a ser pecadores o piadosos; unas
víctimas de su arbitrariedad. Y nos tomamos las cosas terriblemente
en serio de acuerdo a nuestra atribuida importancia. En un plan así nada
podrá ser y no ser al mismo tiempo, y por ese motivo nunca nada
será nada de nada; las cosas tendrán a fuerza que ser
como las imaginamos. Y jamás podremos concebir que debemos cambiar
varias veces de vehículo para llegar a destino. Que vivimos
en un mundo móvil, que lo malo de hoy es lo bueno de mañana,
que lo que nos sirvió hasta un punto y fue nuestro aliado, es
el enemigo en otro nivel o situación.
|