Lamentablemente se confunde a la humildad
con la tontera. El humilde sabe que no tiene nada. El tonto quiere
quedarse con lo que nunca tuvo. Dos actitudes mentales completamente
diferentes. El segundo se resigna, lo hace a su pesar y con odio; el
primero acepta y participa de la Obra con amor. Advirtamos otra clara
diferencia: la unidad se desdobla produciendo el binario y nunca el
binario podría ser el origen de la unidad. En esos pequeños
detalles, al parecer molestos, e inatendibles, nos hemos derrochado
toda una civilización. Sólo un mundo ignorante puede
imaginar que el átomo de los griegos, es decir, el concepto
de lo irreductible, pueda ser reducido. Se supone que enfatizando estas
calumnias ante la opinión pública, lo irreductible deja
de ser tal, o desaparece. Si decimos: que lo reductible es lo irreductible,
que la uniformidad es la unidad, que la substancia es la esencia, que
existir es ser, que la personalidad o la individualidad es el Yo, que
la humanidad es lo divino, que lo cósmico es el infinito, que
lo espiritual es material, que lo más bajo es lo más
alto, que lo grande y múltiple es lo valioso, que nuestras miserias
son importantísimas, no diremos sino lo que dice el amo invertido
de este mundo.
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