El sol nos brinda la posibilidad de ser. De
cooperar con su luz. De que el calor sea, debidamente excluida la obsesión
de aprovechar sus utilidades o dividendos. Hasta que nos salen problemáticas
escamaciones en la piel decididamente repugnantes, se pierde todo el
peso, y se percibe el horrible aroma fétido; aquel olor que
se detesta. La esencia de nuestra ambiciosa vulgaridad, un concentrado
de nosotros mismos: la cabaña, el amanecer, la playa, tú y
yo jóvenes y hermosos corriendo por los campos bajo un cielo
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