La patronal actual nos ha llevado a los maestros
a situaciones ignominiosas. A la miseria anímica vil, o pobreza
conforme y digna. Al empequeñecimiento 'espiritual', o ambición
televisiva. Era antaño nuestro gremio quien gobernaba. Imprescindibles
al hombre, todo se lo enseñábamos tomando debida cuenta
de que esta especie nada sabe sin aprendizaje y se identifica con lo
que conoce. Hoy nos vemos desplazados, insignificantes y automáticos
como engranajes. Los hombres han supuesto que lo conocen todo, que
han nacido con la sabiduría puesta, y a medida que se multiplica
su ignorancia, esta creencia se acentúa. En nuestros días
sólo realizamos burocráticas protocolaridades elementales
bajo las que escondemos nuestro amor por autocomplicidad con el medio.
¡Quiero elevar nuestras quejas a la patronal de este mundo! Los antiguos
han perecido. Nuestro gremio ya no es gremio. Nos han matado vuestras
torpes fantasías. No sabéis trabajar la vida. No conocéis
el oficio. ¡Atended a nuestra demanda! La tecnocracia burguesa,
el crimen de la simplificación, la vulgarización, la
cosificación cuantitativa, la aplicación profana de la
Rueda, vuestros horribles deseos perennemente insatisfechos casi han
acabado con los sabios y artistas.
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