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La urgencia de encontrar la fuerza suficiente como para poder salir del pantano. La necesidad de abrir la puerta, pospuesta desde siempre. El amor al conocimiento, sempiterna búsqueda del hombre. La idea de que existe una verdad, una clave, aunque nosotros no la sepamos. Caer en cuenta de que uno va poniéndose mayor, que no puede seguir haciéndose el distraído. Entender que todo es un enigma interesantísimo que apenas se comienza a develar justifica cualquier existencia. Puede ser que haya dolor, cierta angustia muy grande y terriblemente cegadora. Como el sol sale y se pone nuevamente todos los días, esos momentos pasan y se reiteran. Esos instantes jamás podrían ser un fin en sí mismos, sino que ellos nos brindan la oportunidad de trascenderlos. El viaje es largo y por etapas. Recordemos por otra parte que hay una promesa liberadora y un pacto que compromete por igual a ambas partes.