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Nuestro orden es anárquico. En permanente equilibrio en el filo de la navaja. Se ha dicho que la paz no es comodidad ni autocompasión satisfecha. Previamente a resignarnos casi para siempre con el confort estereofónico comprado a plazos carísimos, antes de conformarnos con una 'espiritualidad' más o menos digerible con ciertos ribetes sentimentales, oigamos las palabras del guerrero, aunque no más sea para aclarar la confusión: "No he venido a traer la paz sino la espada". El Yo ha entablado la lucha con el millón de egos. Lo pequeño y lo múltiple se enfrentan. El que vence a la muerte también dice: "Mi paz os dejo, mi paz os doy". "Velad".