PRESENCIA VIVA DE LA CÁBALA II
LA CÁBALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS

CAPITULO V
LA CABALA EN ALEMANIA (4)

Athanasius Kircher (1601-1680)
P
asamos ahora a otra forma de manifestación de la Ciencia Sagrada muy extendida en el Renacimiento vinculada con las imágenes aprovechando en esa época la invención de la imprenta y la extraordinaria difusión que alcanzó inmediatamente por sus características de economía de la mano de obra, es decir, del tiempo que implica producir los manuscritos y, concretamente, reproducir quinientas imágenes, por ejemplo, sin necesidad de repetir, una por una, las letras del discurso, a lo que se suma la reproducción de diseños e ilustraciones que siempre ha caracterizado a la Tradición Hermética, en este caso a la Cábala Judía, y a su expresión en el Renacimiento, por medio de autores neoplatónicos, neopitagóricos, etc. Es decir por aquellos que desenvolviendo el pensamiento cabalístico en Occidente sin ser necesariamente israelitas, o de ellos, algunos convertidos al cristianismo, o viviendo en naciones que profesaban esa religión. Pero siempre acompañados de sus usos y costumbres particulares –muy análogos a los judíos ya que sus mandamientos morales y exotéricos son los mismos– que les llevarían a formular el pensamiento cabalístico de modo casi exclusivo a partir de la Edad Media de Occidente, donde nació la Cábala en Provenza y Sefarad.

De igual manera la idea medieval de iluminar los textos fue recogida en la edición de los libros renacentistas que siguieron publicando grabados que, a través de las nuevas técnicas y su desarrollo paulatino, llegaron a ser fundamentales en esta literatura –pionera de artes de consumo muy actuales– que pasó a utilizar estas imágenes no ya como algo separado de los textos, sino como el texto en sí, y no algo agregado al discurso.

Este es el caso de dos autores que se encuentran distanciados geográficamente y en el tiempo histórico ya que hay entre ellos medio siglo y también la distancia provocada por los casi inexistentes medios de comunicación de esos tiempos que, sin embargo, no constituyeron barreras dada la enorme distribución de los conocimientos cabalísticos en toda Europa, que tomó la forma de una moda que duró aproximadamente todo el Renacimiento y se ha proyectado hasta la fecha.

De ellos debemos destacar por su número y calidad artística en primer lugar a los libros de Alquimia, disciplina que aquí estudiaremos en capítulo aparte, donde veremos las relaciones entre el saber cabalístico y el alquímico, aunque ahora nos limitaremos a mencionar someramente la obra de estos dos estudiosos que en sus grabados y textos nos hablan de la Cábala hebrea, que no sólo conocen sino que incorporan a sus propios idearios, nos referimos a Robert Fludd (1574-1637)334 y Athanasius Kircher (1601-1680) autores de obras enciclopédicas sobre la Ciencia Sagrada que, como acabamos de decir incluyen la Cábala y su relación tanto con las disciplinas paganas y teúrgicas, como con el cristianismo.

En el caso de Kircher estos estudios se prolongan a la inventiva de la naciente ciencia experimental, que algunos llamaban magia natural y que comenzó su andadura histórica en ese entonces con el resto de las disciplinas científicas que se han ido desarrollando, en algunos casos desechando, para bien o mal, según las perspectivas.

Las imágenes poseen un formidable poder comunicador, por lo tanto didáctico, en la medida en que sintetizan, grafican y embellecen conceptos y vivencias que son capaces de transmitirnos por medios iconográficos.

El hermetismo, el gnosticismo y la Cábala se han volcado en diagramas y esquemas, en los que algunos sólo han querido ver talismanes o amuletos. Pero para imágenes ¡qué decir de las de la Biblia! que han sido pintadas una y otra vez por el judeocristianismo ya que puede hacerlo de acuerdo a sus teologías en oposición con el Islam en el que las imágenes están prohibidas, aunque no la graficación de las figuras geométricas y proporciones aritméticas en las que basa su arte.

Especialmente nos lamentamos en este caso de la falta de espacio, puesto que nos gustaría explayarnos más sobre el jesuita, sus textos y grabados, que vincularemos con Robert Fludd y la mención de Michael Maier (1568-1622), un alquimista, que ya hemos abordado anteriormente335 y que aquí no repetiremos por no tener una relación directa con la Cábala sino con la mitología griega, aunque no es el caso de Kircher y Fludd que hacen profesión de la Tradición Hermética y utilizan la Cábala en sus sistemas totalizadores. Recorreremos esta parte de nuestro estudio junto a Joscelyn Godwin, al que hemos agregado algún otro autor, porque consideramos que ha estudiado exhaustivamente la obra de los escritores que estamos considerando. Comenzando con Athanasius Kircher del que Godwin nos dice al inicio de su trabajo a él dedicado336 y que nos lo ubica en un Renacimiento tardío:

Hasta tal punto era Kircher hijo del Renacimiento que estas distinciones no existían para él, que extendió sus intereses y conocimientos a una prodigiosa variedad de disciplinas. Es imposible situarle en una categoría única: ¿Es el gran enciclopedista musical de comienzos del Barroco, el padre de la geología o uno de los primeros autores que escribieron sobre los gérmenes? ¿Es el inventor de la linterna mágica y diversos juegos magnéticos para aristócratas y cardenales o el traductor de los jeroglíficos egipcios? ¿O es, más bien, el compilador de informaciones sobre el Lejano Oriente, el fundador de uno de los primeros museos y el inventor de un sistema lógico y de un nuevo lenguaje simbólico? Porque hizo todo esto y mucho más. Resulta difícil pensar en espíritu más universal desde Leonardo da Vinci. Pero mientras que Leonardo vivió en pleno apogeo del Renacimiento italiano, en la época de Kircher el enciclopedismo renacentista cedía terreno ante la moderna tendencia a la especialización, y los fundamentos mismos del pensamiento tradicional eran desafiados por el avance de las ciencias.

A instancias de su padre, un teólogo con amplia biblioteca, estudió hebreo y otras materias con un rabino en su pueblo que compartía con la educación que le impartían los jesuitas de Fulda, Alemania. Con el tiempo le tocó enseñar hebreo años después en Heiligenstadt, junto con matemáticas, contando apenas con ventitrés años ya que fue siempre un prodigio, a la par que sucedían en su existencia personal toda clase de hechos asombrosos –como fue el caso de Pico de la Mirandola y varios otros según hemos visto– en los que varias veces estuvo en peligro su propia vida.

Casi puede parecer que Kircher nació demasiado tarde –o demasiado pronto–, pues la corriente de los tiempos hizo que su visión holística o totalizadora del mundo le llevara, incluso en vida, a ser rechazado por el mundo de los científicos. Kircher nunca hizo esa clase de descubrimientos históricos que aseguraron la fama de Johannes Képler, Robert Boyle o Isaac Newton y permitieron que los científicos actuales perdonaran a Képler su interés por las armonías cósmicas, y a Boyle y a Newton su profunda preocupación por la alquimia. Por otra parte, se ha criticado a Kircher por sus creencias atávicas en muchos dominios que en épocas posteriores se considerarían supersticiosas. Afirmaba que él mismo había utilizado la palingénesis, es decir, la resurrección de las plantas a partir de sus cenizas. Percibía las influencias astrológicas sobre la salud del hombre y los cataclismos. Creía en sirenas y grifos, en la generación espontánea de los insectos y en la absoluta veracidad del Antiguo Testamento. Así, los investigadores que hoy en día han absorbido el "vasto y aterrador tema de Athanasius Kircher" suelen expresar admiración por sus conocimientos, pero le niegan crédito con pesar, considerándole una especie de dinosaurio barroco que luchó denodadamente por perpetuar una visión del mundo que para ellos cayó hace tiempo en el descrédito. Aluden a su geocentrismo y a su adherencia a la tradición hermética en contra de Copérnico y Casaubon, como si el negarse a aceptar esas nuevas opiniones fuera prueba de una necedad sin límites.337

Su ingente obra es extraordinaria y como posibilidad de construir un eje interno, una estructura a tamaña exuberancia destacaremos dos citas de Godwin, tomadas del propio Kircher que desnudan una parte de su pensamiento bajo el oropel de las ciencias y el "éxtasis del saber".

En el Arca de Noé se asevera que:

Cuando hubo terminado el Diluvio, Noé vivió el tiempo suficiente para ser testigo de la repoblación del mundo por sus hijos Sem, Cam y Jafet. Cada uno fue una dirección distinta convirtiéndose en progenitores de los diferentes grupos raciales y lingüísticos. Fue Cam quien recogió la tradición de las ciencias antidiluvianas convirtiéndose en el primer "Zoroastro", el revitalizador de la magia y de la idolatría. Uno de sus descendientes fue el sabio Hermes Trismegisto, segundo de este nombre y contemporáneo de Abraham.338

Lo cual explica el profundo matrimonio de Hermes con el pueblo judío y el interés de Kircher por la Cábala, incluso como estructura de su pensamiento.

De hecho, cada Sephira es un microcosmos del todo, de modo que cada círculo está rodeado aquí por los nombres hebreos de los diez. En el nivel cosmológico los siete Sephiroth inferiores son los siete planetas caldeos y la tríada superior, según Kircher, la esfera de las estrellas fijas, el primum mobile y el empíreo. Pero también corresponden a los diez nombres de Dios, a los diez arcángeles, a nueve órdenes de ángeles y a las almas de los hombres y a la constitución humana.339

En Aritmología, publicada en 1665 en Roma, y editada en castellano por Atilano Martínez Tomé340 se desvela en gran parte el pensamiento central de nuestro jesuita, siempre inacabado.

En este manual de Cábala Pitagórica en la línea de Reuchlin y Agrippa, agrega nuevos desarrollos matemáticos en la mejor tradición de la Cábala y Alquimia Judía (de la cual ya nos da cuenta Zósimo,341 alquimista y mago greco judío en el siglo IIIIV), respecto a talismanes y amuletos y en particular a la perfección paradójica de los cuadrados mágicos, atribuidos los primeros a los siete planetas y que, como se sabe, tienen la particularidad de producir por medios lógicos y arbitrarios, –propios del sistema decimal y su representación geométrica– el más completo asombro y la idea de que nuestra comprensión está limitada sólo a tres dimensiones, un mundo chato y casi plano, al que le faltan aún se concedan acaso otros que les dieran una perspectiva nueva, multidimensional, dodecaédrica, más bien tenue y transparente, un imaginal con iluminación ambiental, siempre infusa.

La mayor parte de estos asombros son numéricos y en combinaciones indefinidas en cadenas de relaciones y valores, como sucede con todos los aspectos de la Cábala Pitagórica que Kircher desarrolla de modo sintético y que admite varias lecturas de comprensión. Por ejemplo diremos que con la adición de los números que conforman los cuadrados mágicos que, como es conocido, deben sumarse de modo vertical, horizontal y diagonal, se obtienen los siguientes resultados: sello de Saturno: 9 casillas = 15; sello de Júpiter: 16 casillas = 34; sello de Marte: 25 casillas = 65; sello del Sol: 36 casillas = 111; sello de Venus: 49 casillas = 175; sello de Mercurio que surge de 8 por sí mismo, o sea, 64 casillas = 260; y, 

El sello del cuadrado lunar resulta de multiplicar el nueve por sí mismo, 81, cuyos números, colocados en su cuadrado y dispuestos correctamente según las series de números, de forma transversal, recta y oblicua, o en un determinado orden, dan la suma de 369 y la suma de todos ellos es 3321.342

Pero estos cuadrados mágicos son los esenciales porque es lógico que puedan progredir indefinidamente teniendo dentro otros cuadrados a los que llaman hijos, y puede haber varios en un cuadrado cifrado con un número alto de hijos que, eventualmente podrían reproducirse a su vez hasta varias generaciones donde se reproduciría el encuadre que nos signa, de modo sintético, un clon nuestro resumido que a veces es visto como la cárcel de la mente.

Imaginemos que esta explosión numérica sea la de la multiplicidad de los seres y las cosas y por lo tanto de los números que los signan y que además estén cargados de diversos significados en la Cábala Pitagórica que, por otra parte, se corresponde de modo exacto con los cuadrados judíos, donde las letras eran designadas con los signos hebreos, ya que no había llegado la numeración arábiga de procedencia hindú. En todo caso hablamos de veintidós letras que al mezclarse con los números antes vistos obviamente potenciarán las combinaciones posibles.

Y lo más importante es que todas estas letras pueden constituir palabras. Y con ello, sintetizar la totalidad provocando así la generación, siempre junto a quienes elevan un himno de fe, amor, y esperanza por alcanzar la Sabiduría y la Fuerza.

Estamos hablando de un tabernáculo de letras inflamado, el laboratorio del mundo, nuestro athanor, que los números y las letras y por lo tanto las palabras con su poder creador cristalizan.

Respecto a los números nos dice sintéticamente del 1, del 4, del 7 y del 10, 4 = (1+2+3+4=10) = 1+0 = 1; 7 = (1+2+3+4+5+6+7=28) = 2+8 = 10 = 1+0 = 1, formas y nombres que significan la unidad en distintos mundos o planos.

Como se ha dicho repite lo que hemos destacado en nuestros acápites sobre Reuchlin y Agrippa al igual que lo de los cuadrados mágicos que ya hemos mencionado, en tanto que modelos de prácticas teúrgicas y cabalistas. 

Dijimos anteriormente que el flujo de la mente divina del Creador tenía lugar a partir de aquella unidad supramundana y arquetípica, primero hacia dentro, por la tríada a la tríada y desde siempre: en ese inefable punto de la eternidad se comunicaba al exterior a través del cuaternario a todo el ámbito de la naturaleza corpórea y a cada uno de los órdenes de la naturaleza creada, mediante las inteligencias que lo presiden todo.

La naturaleza goza con el número septenario. El arquetipo del mundo está compuesto por siete espíritus que están en la presencia de Dios y que eternamente contemplan las ideas divinas, que están presididas por las siete estrellas de los planetas para ordenar el bien en el universo. En el firmamento la Osa también modera las estrellas en beneficio de los navegantes. Las lunas forman igualmente los períodos de cuatro semanas, o veintiocho días, de cuya actuación brotan desde el mundo sideral las siete especies de metales: plata, oro, hierro, estaño, plomo, mercurio y cobre en la naturaleza mineral.

El denario es el número armónico y el más perfecto de todos; asume en sí todas las diferencias de los números pares e impares y todas las proporciones armónicas, como se comprende a partir del cuaternario desintegrado, que tiene la potencia del denario, puesto que 1 2 3 4 sumados forman el denario, porque, así considerado, contiene en sí todas las proporciones de las cinco armonías, en la proporción 2 a 1 se halla la doble, que los músicos llaman diapente; en la proporción 2 a 3 obtenemos el sesquitercio, llamado diatesaron; en la proporción 3 a 1, la triple, que llaman diapasondiapente; en la proporción 4 a 1, la cuádruple, llamada disdiapason. En todo esto está contenida la música universal, no sólo la artificial o del mundo menor, sino también la del mundo mayor, juntamente con la angélica y con la del coro supremo de Dios óptimo y máximo. Antes que el Creador de todo comunicase la unidad a las cosas inferiores, se difundió como ejemplar a partir de su unidad arquetípica al ternario y cuaternario, incluso al denario, como si fueran diez las ideas y medidas a las que debían ajustarse los números y las cosas, de forma que ya no pudiera darse otro número más allá del denario, salvo que fuera éste multiplicado.343

El estudioso que ha traducido y estudiado esta obra y que ha tenido en cuenta los aspectos esotéricos y los diversos niveles a que se refiere en su exposición, ha comprendido que estos no se anulan entre sí, sino que al enfrentarse se complementan y llegan a superponerse de modo natural.344 Así A. Martínez Tomé en su prólogo nos anota tres importantes consideraciones sobre este tratado de Cábala Pitagórica.

Reconoce, sin la menor duda, que el desarrollo numérico va vinculado de forma muy estrecha a la evolución de los estudios astronómicos y kabalísticos, incluso admite que se extendió su uso gracias al congreso organizado por Alfonso X "El Sabio" para poner un poco de orden en los estudios inconexos que sobre astronomía se hacían por todo el mundo…345

Y en la página 12:

En la tercera parte nos habla de la importancia que daban los árabes a los números, lo mismo que los hebreos, especialmente en la elaboración de sellos y amuletos, portadores de las fuerzas específicas de los dioses que representaban. Aquí nos ofrece la interpretación numérica del nombre de Jesús. El miedo a mezclar lo sagrado con lo profano, tan criticado por él en el libro, va perdiendo el carácter anatematizante.

Acabando en la 13:

A partir de la quinta parte el autor penetra de lleno en el mundo de los misterios esotéricos. Si la Kábala Hebrea ha tenido una importancia decisiva en el desarrollo del pensamiento occidental, como ya se ha indicado, al perderse el conocimiento del idioma hebreo entre los iniciados surge la Kábala Pitagórica, en la que ya se usan las letras del alfabeto latino para los latinos, las del alfabeto griego para los griegos, etc. A veces critica duramente esta utilización kabalística de los números, pero, mediante la utilización de distintos ejemplos para justificar su incoherencia, nos enseña la forma en que se han de utilizar los números.

En efecto, este pequeño manual ritualiza una vez más la Tradición Hermética, el neoplatonismo y la Cábala gnóstica, judía y cristiana, o judeocristiana si se ha de considerar su nacimiento en las juderías y aljamas del sur de Francia y España en el medioevo y que se prolonga en Safed y los judíos Askenazi, y por otra parte en el material que estamos estudiando, el de la Cábala en el Renacimiento, que se expresa de modo cristiano en algunos sectores y autores como el católico Kircher, sacerdote jesuita e igualmente de modo pagano, como es nuestro caso, no sólo por el trasfondo de la filosofía griega, sino también por los ritos numéricos pitagóricos, donde se invocan los dioses, semidioses y héroes del panteón, como parte activa de la realización intelectual a través de las ideas que los números representan. Pero también en relación con el alfabeto hebreo y el nombre de las sefiroth vinculadas con los astros y los poderes conferidos a los nombres divinos, arcangélicos y angélicos, sin la menor vinculación con los usos y costumbres de estos o aquellos, completos profanos, o por la hipocresía de lo político o moralmente correcto, juzgando según la ocasión, pero siempre movido el personal hipnotizado por el odio, producto de la envidia y el miedo que se opone a la iniciación, la que es una simple mentira para ellos, que lo saben con "razones de peso", sin advertir que están siendo víctimas de una burla y que los autores –que algunos han llamado espíritus inmundos– se regodean en ello. Bien grueso. Veamos ahora el cuadro que publica en la página 273 de su tratado.

  1. Kether: Corona Serafín Primer móvil
  2. Cochma: Sabiduría Querubín Firmamento
  3. Binah: Inteligencia Tronos Saturno
  4. Gedula: Magnitud Dominaciones piter
  5. Geburath: Fortaleza Potestades Marte
  6. Tiphereth: Hermosura Virtudes Sol
  7. Nizah: Victoria Principados Venus
  8. Hod: Honor Arcángeles Mercurio
  9. Iesod: Fundamento Angeles Luna
10. Malcuth: Reino Orden animástico Mundo elemental

Como se puede apreciar las correspondencias entre sefiroth y planetas están claras, a lo que hay que agregar los nombres teológicos católicos de los distintos grados del mundo intermediario. 

Pero en Aritmología hay mucho más y de diversa naturaleza, todo ello alrededor de los números y de las sefiroth, cuya traducción ya sabemos corresponde a numeraciones. En el primer capítulo se encuentra un estudio muy interesante sobre la historia de los números y su evolución que, amén del significado que adquiere en este tratado, es igualmente útil para cualquier curioso. En el segundo ya se trata sobre algunos misterios de los números que los prónicos denominan propiedades. En la parte III se habla de los números de los árabes y hebreos y sobre los sellos místicos que elaboraban a partir de ellos. La cuarta parte es un muy documentado trabajo sobre la "Aritmomancia a través de la Isofefia de los misterios de los números de los gnósticos herméticos del primer siglo con los que se servían en sus magias". Este capítulo es un pequeño tratado de 40 páginas donde denostando el pensamiento de las prácticas gnósticas revela los fundamentos y las técnicas de estas artes condenadas. Y así hasta llegar a las cadenas místicas de los números y la Cábala Pitagórica en su expresión geométrica plana y volumétrica, los teoremas, etc.

Pondremos fin a este breve apartado volviendo a las imágenes con las que comenzamos, lo cual nos ha dado pie para publicarlas aquí mismo como texto, ya que consideramos forman parte constituyente desde la Edad Media del discurso hermético y alquímico compartido con la Cábala.

Para terminar queremos citar una frase de un libro dedicado a Kircher de Ignacio Gómez de Liaño346 con un material gráfico extraordinario y un prólogo donde se destaca sabiamente el poder de las imágenes y su razón de ser de este modo:

Los autores de la Contrarreforma, y en particular la Orden de los jesuitas, sabían que las abstracciones del dogma, los misterios de la fe y las enseñanzas de la Iglesia tenían que entrar por los ojos. El movimiento emblemáticojeroglífico de finales del XV y de todo el siglo XVI había, además, acertado a crear un lenguaje de simbología visual que la Compañía de Jesús supo hacer suyo. Pero no se trataba sólo de ir a pedir a las imágenes un buen agente de publicidad o un medio universal de comprensión; todo jesuita sabía muy bien que San Ignacio en sus famosos Ejercicios espirituales había colocado el ejercicio de la imaginación, y de la composición mental del lugar en el mismo corazón de su doctrinario espiritual. Y está fuera de dudas que detrás de la técnica espiritual de los ejercicios ignacianos se hallan las técnicas de la imaginación que habían desarrollado, con un fuerte componente hermético y "egipcio-jeroglífico", las artes de la memoria. Los neoplatónicos herméticos del Renacimiento, como Ficino, o Camillo Delminio, para no hablar de Giordano Bruno, estaban persuadidos de la importancia que poseen las imágenes no sólo para aprehender y consolidar los conocimientos, sino incluso para configurar la estructura del psiquismo.347 Por eso, bien puede decirse que en los siglos XVI y XVII el espejo en que se miraron los príncipes y los pontífices, los místicos y el pueblo llano y, por supuesto, los escritores y los artistas, era un espejo de imágenes, un espejo de la imaginación.

NOTAS
334 Sobre Fludd ver también: Federico González, Las Utopías del Renacimiento. Esoterismo y Símbolo, op. cit., y en el presente libro el acápite "Siglo XVII: Thomas Vaughan, Elías Ashmole…" en "Cábala y Alquimia".
335 Ver en Las Utopías del Renacimiento, op. cit., pág. 228. Muchos de los grabados de los tres autores han sido también publicados en nuestros libros y en la Revista Symbolos, aunque evitaremos reproducirlos debido a la abundancia de material gráfico que estos generosos sabios han producido.
336 Joscelyn Godwin, Athanasius Kircher. La búsqueda del saber de la antigüedad. Editorial Swan, Madrid, 1986, pág. 15. Los pies de página de los grabados que hemos seleccionado de A. Kircher son citas extraídas de esta obra de Godwin.
337 Ibid., pág. 15-17.
338 Ibid., El Arca de Noé, pág. 55.
339 Ibid., Oedipus Aegyptiacus, pág. 101.
340 Kircher, Aritmología, "Historia real y esotérica de los números". Traducción del latín, introducción, glosario y notas de Atilano Martínez Tomé, Editorial Breogán, Madrid, 1984.
341 Ver nota 17. También ver A.J. Festugière O.P., La Révélation d'Hermès Trismégiste. Les Belles Lettres, París, 1989, Tomo I, primera parte, Capítulo VI y ss. Además ver Jean Rivière, Amuletos, talismanes y pantáculos. Capítulo I, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1974; y Textos de Magia en Papiros Griegos. Introducción, traducción y notas de José Luis Calvo Martínez y Mª Dolores Sánchez Romero, Editorial Gredos, Madrid, 1987.
342 Aritmología, op. cit., pág. 79.
343 Ibid., pág. 269-270.
344 Aunque se advierte que estos planos por los que atraviesa el alma son muchas veces opuestos entre sí ya que están invertidos y lo que es mayor en un mundo es menor en otro, debiendo siempre equilibrarse, estabilizarse las cosas por medio del desequilibrio y la desestabilización; en el viaje de ruptura de nivel, siempre una muerte y su resurrección.
345 Aritmología, op. cit., pág. 11.
346 Ignacio Gómez de Liaño, Athanasius Kircher, Itinerario del Éxtasis o las Imágenes de un Saber Universal. Ediciones Siruela, Madrid, 19852001, pág. 25.
347 Ver también Fray Diego Valadés, Retórica Cristiana. Fondo de Cultura Económica, México, 1989, del cual publicamos un grabado en la pág. 610.