PRESENCIA VIVA DE LA CÁBALA II
LA CÁBALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS

Página de una Biblia hebraica del siglo XV
Biblia Hebraica. Segunda mitad del siglo XV. TAV.2 - Florencia,
Biblioteca Medicea Laurenziana, Conv. Sopp. 268, c.310V.

CAPITULO IV
LA CABALA EN ITALIA (1)

Hemos visto en el capítulo anterior cómo la Cábala Hermética, o el hermetismo cabalístico surge en Florencia por la gracia del Conde de la Concordia, lo que es imitado y seguido por distintos estudiosos e iniciados que se van acoplando de modo paulatino, aunque también acelerado dada la importancia que cobró inmediatamente la Cábala en el panorama cultural de Europa, en gran parte gracias a los colaboradores y amigos de Pico, muchos de ellos judíos, –entre ellos Alemmano del que ya hemos hablado– que mediante sus escritos y traducciones actualizaron la herencia tradicional, que tomaba esas formas al expandirse en medios gentiles, abierta a los no judíos, que apuntalaron el edificio de la Cábala en el Renacimiento. Y debe advertirse, como apunta Moshe Idel164 que el peso de los estudios al respecto ha recaído en manos de cabalistas no judíos, a los que se suele llamar cristianos.

Sin embargo, aunque la parte cristiana de este desarrollo cabalístico ha sido suficientemente analizada, el fenómeno paralelo y contemporáneo entre los judíos ha escapado de una presentación detallada, siendo aún "terra incognita" (campo virgen) para la investigación erudita. Basados en las tradiciones similares a aquellas que nutrieron la reevaluación cristiana de la magia, los textos que representan concepciones judías aún permanecen en forma manuscrita y son generalmente ignorados tanto por los eruditos judíos como por los cristianos.  Este hecho representa un obstáculo a un entendimiento más preciso del proceso que contribuyó al desarrollo de la reevaluación judía de la magia y de los magos.165

Y agrega:

Efectivamente, algunos escritores judíos, empezando por los del siglo XII, construyeron gradualmente una interpretación mágica comprensible del Judaísmo, presentando una gama completa de rituales judíos impregnados de resonancias mágicas, y todo esto formulado en términos claramente positivos. Al final del siglo XV, R. Yohanan Alemanno logró desarrollar una interpretación del judaísmo valorizada como la forma más alta de comportamiento mágico. La magia era presentada como la culminación ideal de su plan de estudios incluyendo una lista de obras mágicas para ser estudiadas luego del estudio de la Cábala.

Y no deja de sorprendernos el estudioso judío al abordar el tema de la magia como algo que estuviese fuera de la Cábala, ajeno a ella, estableciendo divisiones y subdivisiones de tipo exclusivamente universitario opuestas totalmente a lo orgánico del tema de la Cábala que rebasa el "encorsetamiento" de una materia que desborda todo tipo de catalogación intelectual ajena a su propia esencia, y que los propios autores, los cabalistas, no establecen. Y prosigue M. Idel:

Aunque elevada a un rango, aún más alto que el campo más esotérico de la visión judía de la creación, como era considerada la Cábala, la magia parece haber contribuido sólo marginalmente en el cambio del comportamiento de aquellos que promovían su importancia. La interpretación del ritual judío cargada de aspectos mágicos fortaleció la importancia de este ritual, y su realización precisa y diligente, así como lo hicieron las interpretaciones teosófico-teúrgicas de la Cábala. En cuanto a nuestra evidencia histórica, Yohanan Alemanno, Abraham Yagel, y otros como ellos, parecen haber estado de acuerdo con el rito judío regular, y no sabemos nada acerca de las actividades mágicas en las cuales podrían haber participado. Menos aún que Ficino y Pico, quienes mostraban un interés teórico y práctico en la magia, los textos judíos no relatan la realización de rituales mágicos per se. Esta situación es verdaderamente rara, a la luz del hecho de que la realización del ritual mágico claramente proviene de fuentes judías y está relatado en textos renacentistas, mientras que la creación de un golem no está atribuida a los judíos contemporáneos de los cristianos que realizaban esta práctica.166

Y en la página 86:

Lo que es sorprendente en estas fuentes cabalísticas es el hecho de que estos practicantes estaban preparados para relacionar el origen de la magia, adscribiéndole así una autoridad sin precedente, a un fenómeno espiritual. La magia era ahora descripta como una tradición proveniente de una revelación divina, directa, que había tenido lugar en el pasado y aún continuaba en el presente. En vez de introducir gradualmente la magia en la tradición judía a través de una reinterpretación del ritual, como lo había hecho Yohanan Alemanno con la utilización de elementos neoplatónicos, herméticos y astrológicos, los cabalistas españoles apelaron a la revelación como la mejor forma para introducirla como un hecho teológico principal, independiente del ritual clásico judío o la halakah. Además la revelación incluida en el Libro de las Respuestas [Entit], insistía que el verdadero propósito del exilio era para destruir los poderes del mal, y repartir una justicia apropiada a los gentiles que estaban inspirados por estos poderes. Como consecuencia directa de la voz divina que le habla al cabalista anónimo, el autor mantenía que el tiempo había ahora llegado para una revelación de los secretos de la ley, asegurando de tal modo el conocimiento y el poder profético del cabalista, mucho mayor que los de las generaciones anteriores. Consecuentemente los cabalistas concebían la revelación de esta magia como parte del diseño divino para redimir a Israel; y como parte de esta revelación comprensible, el libro revelado que había sido compuesto según había sido transmitido por los poderes superiores, incrementaría el conocimiento religioso en general.

En otro texto Idel apunta algo sobre el ambiente judío en Italia en relación con la Cábala, pero antes de la expulsión de España:167

Dos años antes de la expulsión, Rabbi Mor Hayyim visitó Italia de camino a la Tierra de Israel. En Italia conoció, al menos, a dos personas interesadas en cábala y escribió dos cartas a uno de ellos, Rabbi Isaac de Pisa, quien estaba en ese momento en Pisa o en Florencia. La segunda persona, mencionada de pasada, era un tal Rabbi Yohanan quien tenía estrechas relaciones con Rabbi Isaac. Yo le identificaría con el maestro de Rabbi Isaac, Rabbi Yohanan Alemanno. En su carta Mor Hayyim expresa la esperanza de que cuando sus consideraciones difieran de "las del Rabbi  Yohanan, que Dios le guarde, estoy seguro de que encontrarás, dada la cualidad de tu mente, la causa de mi desviación". Luego se vuelve mucho más insistente:

"Cuando tú indagues en estos temas, no deberás seguir las [consideraciones] de esos sabios que consideraron a la intelligibilia como la raíz [de sus especulaciones] e interpretaron los asuntos cabalísticos de manera que acuerdan con la filosofía ['iyyun]. Pero deberás considerar a la Cábala como tu raíz y hacer un esfuerzo por hacer que el intelecto esté en concordancia con ello. Pero si tu excelencia no pudiese hacerlo, sabrás que hay un limite para el intelecto, pero la Cábala, que fue recibida de la boca del profeta, es más alta que el intelecto, por lo que puede corregir todo aquello que el intelecto ha distorsionado".

Las advertencias de Mor Hayyim son su intento de neutralizar la "perniciosa" influencia de Alemanno en relación a la filosofización de la Cábala. Parece que él consideraba peligroso cualquier intento de introducir aproximaciones especulativas a la interpretación de la Cábala. En otra carta, escrita unos meses antes de la citada más arriba, él manifiesta que sus apreciaciones sobre la naturaleza de las sefiroth  pueden ser comprobadas leyendo "todos los libros que están de acuerdo con la apreciación que R. Simon bar Yohai hace en relación a la emanación de las sefiroth y su expansión. Pero la investigación racional concerniente a estos asuntos es algo prohibido para nosotros".

Parece que Yohanan Alemanno no era el único en acoger una aproximación filosófica. Sus contemporáneos más jóvenes (y tal vez también compañeros), Rabbi David Messer Leon, Rabbi Abraham de Balmes, y la carta cabalística que pudo haber sido escrita por Rabbi Isaac de Pisa conjugaban la Cábala y la filosofía. Mientras que Alemanno estaba inclinado a introducir conceptos neoplatónicos, más los aristotélicos destacados por los pensadores medievales, los otros dos cabalistas renacentistas estaban más favorablemente dispuestos hacia las formas variadas del aristotelismo. En el caso de Messer Leon, es evidente el impacto del tomismo en general y también en materia de teosofía, como ha sido expuesto en los estudios recientes por Hava Tirosh-Rothschild.

Italia fue así el centro intelectual del momento, y sus distintas ciudades-estado, repúblicas, condados o ducados acogieron a innumerables sabios judíos, cristianos y gnósticos interesados en desarrollar todas estas formas de acceso al Conocimiento, algunos de los cuales serán invitados a pasear por nuestras páginas, y otros no, aunque no por ello dejamos de reconocer su secreta labor. Florencia es sin duda la capital de todo este renacimiento, con la brillante Corte de los Médici168 auspiciando la Academia dirigida por Ficino, acompañada de una constelación de artistas, intelectuales y hombres de ciencia que de un modo u otro se dejaron penetrar por esos influjos espirituales, produciendo un sinfín de obras acordes con esas ideas, lo que modeló un mosaico extraordinario, un reflejo en esa pequeña geografía de las emanaciones celestes arquetípicas y eternas. Este es un tema que traspasa los límites de nuestro estudio, pero sólo para ver cómo la Cábala llegó a ser fuente de inspiración y teúrgia viva para ese universo en miniatura y sus habitantes, ofrecemos este fragmento del excelente libro de Joscelyn Godwin The Pagan Dream of the Renaissance169 en el que el pintor Vasari explica al Príncipe de Médici la significación de los frescos que decoran el salón de los Elementos del Palacio Vecchio de Florencia:

Cuando el príncipe pregunta acerca del coro de figuras que están rodeando al protagonista, sorprendentemente, Vasari da una exégesis basada (aunque él no lo dice) en las diez Sephiroth de la Cábala:
"Estos son diez poderes o atributos que los teólogos adscriben a Dios, que verdaderamente colaboran en la creación del universo. [La primera, Kether, es] esa corona, que los teólogos mantienen que es el primero de los poderes atribuidos a Dios, que es esa fuente insondable, que da abundantemente para toda la eternidad; así es hecha grande y abundante y rica en piedras preciosas y perlas. [La segunda, Chokhmah, mostrada como un escultor haciendo un cuerpo humano, es] el hijo de Dios, que es la posibilidad de crear todas las cosas, que es la Sabiduría. [La tercera, Binah] está figurada por la providencia de Dios para difundir el espíritu a todas las cosas creadas, por consiguiente él respira dentro de esa estatua (escultura)... La Misericordia es la cuarta [Chesed]... que parece más grande, en tanto que ella se extiende a nutrir todas las cosas creadas; y por lo tanto la he pintado desnuda, y tan bella como puedo, presionando sus propios pechos y haciendo salir la leche a chorros para el nutrimento de todos los seres animados..."

Y tras el impacto de estas imágenes, seguimos nuestro periplo y nos encaminamos hacia Venecia, otro de los importantísimos núcleos culturales dada su privilegiada ubicación, "próxima" a Oriente, lo que facilitó y promovió un intercambio comercial e intelectual extraordinario.


NOTAS
164 Moshe Idel, "Jewish Magic from the Renaissance Period to Early Hasidism", en Religion, Science and Magic, In concert and in conflict. Editado por Jacob Neusner, Ernest S. Frerichs y Paul Virgil McCracken Flesher, Oxford University Press, New York, 1992, pág. 84.
165 Confirmando lo dicho, podemos observar que en la conocida bibliografía del libro de Joseph Leon Blau, The Christian Interpretation…, op. cit, son citadas para el Renacimiento 15 fuentes hebreas contra más de 100 "cristianas".
166 "Jewish Magic from the Renaissance…", op. cit., pág. 85. En su Cábala, Nuevas Perspectivas, Ediciones Siruela, Madrid, 2005, también se refiere, igualmente, a la labor de Alemmano respecto a la eclosión de la Cábala y sus métodos mágicos. Así en la página 353: "No menos que los tipos de Cábala precedentes, la Cábala mágica consideraba al hombre como dotado de poderes superiores que pueden dominar la naturaleza, a los ángeles, los demonios e incluso a Dios. Examinaré aquí solamente dos tipos de Cábala mágica para completar el cuadro de la antropología cabalística. Primero, bajo la influencia de elementos herméticos, los autores judíos fueron elaborando gradualmente una concepción de la halakhah como medio poderoso por el que atraer las potencias celestiales sobre el hombre y el Templo, concepción que culminó en el pensamiento de Yohanan Alemanno. Según esta concepción, si la magia natural está ligada a las ciencias naturales, como la agricultura y la astronomía, la supermagia depende del conocimiento de la ciencia sobrenatural, la Cábala..."
167 Moshe Idel, "Encounters Between Spanish and Italian Kabbalists in the Generation of the Expulsion" en: Crisis and Creativity in the Sephardic World 1391-1648, Capítulo V. Editado por Benjamin R. Gampel, Columbia University Press, New York, 1997, pág. 206-207.
168 Familia de mecenas de las artes y las ciencias del Renacimiento italiano encabezada por Cosme el Viejo (1389-1464), al que sucederán sus dos hijos Piero (1416-1469) y Giovanni (1424-1463), y entre sus muchos nietos, el destacado Lorenzo el Magnífico (1449-1492), uno de cuyos hijos, Giovanni (1475-1521), llegará a ser el Papa León X, gran interesado, como veremos, en el resurgimiento de la cultura hebrea (entre otras facetas del saber), e incluso en la Cábala, muchos de cuyos libros publicados en ese entonces le serán dedicados. A destacar que la influencia de esta saga fue enorme, pues estableció estrechos vínculos, ya sea por uniones o por guerras, con las otras familias de la nobleza, tales los Urbino, los Orsini, los Strozzi, los Gonzaga, etc., constituyendo un sutil entramado que ayudó a dar forma a la manifestación intelectual-espiritual del Renacimiento.
169 Joscelyn Godwin, The Pagan Dream of the Renaissance. Thames & Hudson, Londres, 2002, pág. 77.