LA CABALA CRISTIANA FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS |
CAPITULO VII |
Jacques Lefèvre D'Etaples |
Este es un personaje cabeza de serie del Renacimiento en Francia, pionero en la nueva manera de encarar la exégesis del pensamiento y la forma de transmitirlo; uno de esos seres con una visión y perspectivas universales que podría ser estudiado desde diversos ángulos, incluido también el político y el religioso. Pero en la línea de nuestra exposición no nos fijaremos en tal o cual particularidad, sino que presentaremos los distintos frentes en los que proyectó su acción como las respuestas radiales de un estratega a su intelección unitaria del Conocimiento, muchos de cuyos radios tocan de una manera u otra las enseñanzas cabalísticas. Parece que ya desde muy joven Lefèvre concibió un diseño didáctico que fue ejecutando paso a paso, no mecánicamente, pero sí conforme a un orden; un proyecto sustentado fundamentalmente en la Filosofía y las Escrituras Sagradas, a las cuales saneó de las muchas superficialidades y enquistamientos que las estaban opacando, inyectándoles una savia joven que vigorizó todo su mensaje. La Bibliotheca Philosophica Hermetica de Amsterdam dedicó a finales de 2004 una exposición bibliográfica a este sabio nacido en la Picardía hacia 1460, que estudió artes y teología aunque nunca llegara a doctorarse, y que entregó su vida al estudio y la enseñanza. En el cuidado catálogo423 de la muestra se apuntan una serie de informaciones que nos acercan a la dimensión de este personaje:
La producción de Lefèvre muestra una destacable –y para algunos, quizás difícil de comprender– variedad de textos y temas. En un intento de explorar y situar esta obra, se han distinguido cuatro orientaciones principales en esta exposición: la filosofía del Renacimiento (el interés principal de los filólogos y filósofos humanistas como el cardenal Bessarion, Marsilio Ficino, Pietro Pomponazzi y Giovanni Pico della Mirandola); la Patrística y la Biblia (Erasmo y Lefèvre, especialmente el interés de éste en el pseudo-Dionisio Areopagita y San Pablo); el misticismo alemán y la Devotio Moderna (Jan Mombaer); y finalmente, Hermetismo y cábala: el impacto de las obras sobre filosofía natural y magia (Juan Trithemio, Charles de Bovelles, Juan Reuchlin y Enrique Cornelio Agrippa). Estas diversas inquietudes, en su conjunto, reflejan la visión cultural y filosófica de Lefèvre y en última instancia, también el desarrollo de su propio sistema de pensamiento (aunque él no fuera un teólogo o un filósofo claramente disciplinado). Lefèvre, en un sentido estrictamente profesional, no era un teólogo aunque se interesaba en la teología, ni tampoco era un filósofo independiente, un hermetista o un místico, si bien fue atraído por el hermetismo y el misticismo medieval. Estas tradiciones (y sus intérpretes como Nicolás de Cusa y Ramón Llull) influenciaron claramente la teoría esotérica del conocimiento de Lefèvre y su teología de la contemplación y la unión mística.424 Nos interesa esta idea de sabio inclasificable –lo que muchas veces incomoda a quien desea tenerlo todo perfectamente catalogado–, de hombre libre que busca, motivación que le llevó a entrar en contacto con los faros intelectuales más luminosos del momento, sumándose de esta manera a esa sutil malla invisible que religó secretamente a tantos sabios de distintos lugares, muchos de los cuales llegaron a conocerse directamente en sus viajes de estudios, pero otros no, aunque por encima de todo mantuvieron estrechos vínculos por su indestructible afiliación a un punto de vista, a una perspectiva, la esotérica, que no es una especie de cosa "rara", sino la identificación directa con las emanaciones del Noûs o Verbo eterno. Pero volvamos al plan de Lefèvre, que bien pronto incluyó los encuentros con Pico y Ficino, sus introductores en la Cábala y la Tradición Hermética. Giovanni Pico della Mirandola visitó París en 1485, y es tentador especular que ambos se encontraron en esa ocasión. Pico publicó sus 900 Tesis un año más tarde, y De triplici vita de Ficino vino a continuación, en 1489. Puede que ambas obras hayan influenciado a Lefèvre y que las haya leído antes de su primer viaje a Florencia y Roma, en 1491-92. Claramente, Lefèvre había planeado encontrarse con Ficino,425 Pico y el erudito humanista y aristotélico Ermolao Barbaro. Por aquel entonces Lefèvre parecía lo bastante estimulado, especialmente, por la búsqueda de Pico en magia y cábala como para componer una obra detallada sobre magia natural (aprox. 1493). Puede que este interés también haya sido alimentado por Germain de Ganay, el último obispo de Orleans y a quien está dedicada esta obra no publicada. De Ganay, un antiguo patrocinador de Lefèvre, también compartía su interés acerca de la magia caldea, el simbolismo numérico-pitagórico y la prisca theologia con Charles de Bovelles, alumno de Lefèvre. El cabalista cristiano Juan Reuchlin también visitó a Pico en Italia a principios de los noventa. Más tarde, Lefèvre defendería el cabalismo cristiano de Reuchlin en París. En esa época, sin embargo, no parece que Lefèvre haya querido llevar a cabo y publicar estudios propios en los campos de la magia natural práctica, la astrología y la cábala. Lefèvre comenzó su carrera de editor con una serie de traducciones humanistas de obras de Aristóteles. Los principales eruditos y traductores aristotélicos, entre ellos, Leonardo Bruni, Jorge de Trebizonda, Juan Argyropoulos y Ermolao Barbaro habían trabajado en el pasado para restaurar un Aristóteles purificado; es posible que Lefèvre haya discutido con aquel último la compatibilidad entre la filosofía de Aristóteles y la teología de San Pablo. En la mayoría de los casos, Lefèvre utilizó las traducciones humanistas existentes y en ocasiones las revisó él mismo. También imprimió diferentes versiones en columnas, tal como haría más tarde con sus propias ediciones de textos bíblicos.426 Por otro lado, el importante estudio de Guy Bedouelle Lefèvre d'Etaples et l’intelligence des Ecritures427 repasa de cerca los pilares sobre los que Lefèvre fue erigiendo su bastión intelectual, el cual se proyectó fundamentalmente en dos frentes: la edición de textos que consideraba claves para acceder al Conocimiento y la enseñanza durante años a sus discípulos del Colegio del cardenal Lemoine, así como sus clases de artes liberales, matemáticas y filosofía en la Facultad de Artes. Del capítulo que Bedouelle dedica a la época en que Lefèvre empieza a estudiar y a escribir sobre magia, hermetismo y cábala, destacamos:
Pero por nuestra parte no vemos que Lefèvre abandonara esos intereses, o mejor ese punto de vista al que nos referíamos antes, aunque sí adoptó grandes medidas cautelares frente a la potente y dogmática Iglesia católica y también ante los peligros que veía en el uso o aplicación desviada de la magia y la Cábala. Sin embargo, sus decisiones editoriales muestran su tesón por abrir espacios a la difusión de obras que realzan el valor del simbolismo numérico-pitagórico-cabalístico, que él acabaría aplicando a la interpretación y comentario bíblico, lo que imprime un sello cristiano al posterior desarrollo de la Cábala en Francia. En esta línea de transmisión del simbolismo numérico, Lefèvre publicó varias obras, entre las que destacamos las Arithmetica demostrata de Jordanus Nemorarius con la Epitome sobre la Arithmetica de Boecio y también Rithmimachiae ludus, diálogo entre un matemático de la escuela pitagórica y dos de sus discípulos. En el prólogo de una obra que dedica a Ganay, según explica Bedouelle:
Además, en 1494 hizo editar el tratado Liber de sapientia et potestate Dei atribuido a Hermes Trismegisto,430 y en 1505 reeditó el Poimandrés, al que adjuntó el Asclepios y el tratado de Lazzarelli titulado Crater Hermetis, ediciones prologadas y anotadas por él mismo. Por otra parte, en su viaje a Italia le presentan tres preciosas joyas, las obras de Ramón Llull, Nicolás de Cusa y Dionisio Areopagita, que incorporará en su diseño. Son, como vemos, unos años de descubrimientos, dedicados a reunir lo que estaba disperso y a afianzar unos sólidos cimientos para la reconstrucción, y luego difusión, de toda esa luz intelectual.
Por todo lo que ya hemos tratado sobre Llull, Cusa, Pico y Ficino, así como de Reuchlin y Egidio de Viterbo –los que también se relacionaron con Lefèvre–, es fácil advertir que el tema cabalístico lo recibió a través de las elaboraciones, síntesis y meditaciones de estos sabios, enrolados todos en la gran tarea de mantener palpitante el esoterismo, y con él, la cultura y vida espiritual de Occidente. En cuanto a la influencia del Cusano sobre nuestro autor, queremos aportar un interesante esquema (ver pág. 487) que ilustra una de las obras que publicó del cardenal, en el que aborda un tema cabalístico como es el de la luz y las tinieblas, dos formas de referirse a la dualidad cósmica, expresadas sintéticamente en las dos columnas del Arbol de la Vida, y que Lefèvre pone además en correspondencia con los mundos o planos cósmicos. Primero, una pequeña explicación:
Lefèvre también ha sido señalado como un restaurador de la filosofía de Aristóteles, cosa afirmada por el mismo Reuchlin,435 ubicando a ese antiguo filósofo en un lugar destacado, aunque no el más alto, dentro de la escala del conocimiento. En una contribución a una obra compilatoria sobre el Humanismo en Francia, E. F. Rice apunta:
Y agrega:
El mismo Lefèvre escribió en 1506:
Lefèvre tenía esbozado de alguna manera su programa educativo en 1506, año en el que realiza su tercer viaje a Italia y en el que redacta su Politicorum Libri orto (1507) en cuyo prefacio expone muchos de sus pensamientos. Luego, en 1508, protegido por el abad Briçonnet, se va a vivir a Saint-Germain-des-Prés. Durante un tiempo le tienta la idea de abandonar los ajetreos del mundo y dedicarse por entero a la vida monacal y a la contemplación, pero su círculo de allegados, colaboradores y discípulos lo disuaden, y creemos que también la asunción de una misión que excedía sus deseos particulares, o sea, reconocer la asignación de una labor relacionada con los designios de los hados, que siempre precisan de la libre disposición y total entrega de aquellos que se saben mediadores entre los dioses y los hombres, portadores de sus mensajes,438 y por ello, recreadores del universo. Y aunque a veces afloren las flaquezas, los titubeos y se interpongan yerros o comodidades, siempre vence el reclamo de la anhelada Libertad, que no se conquista si no es con grandes dosis de sacrificio y el Amor a lo más alto, al Unico innombrable. Aunque también es cierto que, según lo tiene claro la Cábala, sólo la negación absoluta, de todo, arranca al alma de la ilusión y la devuelve a la conciencia de ese estado no limitado por nada. Así es que afirmación y negación no pueden dejar de entrelazarse en la compleja labor de deificación. Sumándose a la encarnación de estas realidades, Lefèvre seguirá, pues, con sus viajes; recorrerá las tierras del Rhin buscando manuscritos de los místicos renanos y también de Cusa, los que publicará más adelante. También escribirá unos Comentarios a las Epístolas de San Pablo, una historia sobre María Magdalena (que le empezará a acarrear problemas con la Inquisición) y unos Comentarios a los Evangelios que ya le supondrán ser totalmente sospechoso de herejía, lo que se agravará todavía más por sus contactos con Erasmo, y por la defensa de Reuchlin cuando éste es acusado de hereje. Pero entre luchas y controversias nunca abandonará sus funciones. Los últimos años de su vida es nombrado por Francisco I tutor de tres infantes reales y bibliotecario de la colección real de Blois. Margarita de Navarra, hermana del rey, lo apoyará hasta el último momento, tan es así que morirá en la propia residencia real. Pero Lefèvre deja tras sí una enorme impronta, tanto en sus discípulos como a nivel editorial, siendo que su proyecto fue tomado como fundamento para la renovación intelectual de su país, aunque bien pronto la Reforma ahogó ese espíritu. No queremos terminar sin referirnos a sus traducciones de los Evangelios y de toda la Biblia al francés, así como al Quincuplex Psalterium, en el que veladamente, además de todo lo referido con anterioridad, también reflejará sus conocimientos cabalísticos.
Este aglutinador del saber, que se embebió de la Cábala, el Hermetismo y la esencia del Cristianismo, marcó una línea de trabajo, seguida por muchos de sus descendientes, y sobre todo insinuó el principio y fin al que deben dirigirse todas estas labores: "Prima theologia in silentio docet" (La primera teología se enseña en silencio). |
NOTAS | |
423 | Drink from this fountain. Jacques Lefèvre d’Etaples, inspired humanist and dedicated editor. Bibliotheca Philosophica Hermetica, Amsterdam, 2004. |
424 | Ibid., pág. 21. |
425 | Ambos sabios mantuvieron estrechos vínculos, más allá de los estrictamente personales, tal como demuestra el siguiente extracto de una obra de E. Garín ya citada, Hermétisme et Renaissance…, op, cit., pág. 19, que dice: "Pero Faber (un sobrenombre de Lefèvre), ya había publicado en realidad los textos herméticos, siempre en París, con Wolfgang Hopyl, en 1494, 'por amor de Marsilio Ficino que venero como padre y que ha sido guiado por la gran sabiduría de Mercurio'". |
426 | Ibid., pág. 24. |
427 | Guy Bedouelle, Lefèvre d’Etaples et l’intelligence des Ecritures. Librairie Droz, Genève, 1976. |
428 | Ibid., pág. 36-38. |
429 | Ibid., pág. 38-39. |
430 | Esta es la primera edición del Corpus Hermeticum en Francia. |
431 | De este autor, que tantos armónicos guarda con el pensamiento cabalístico, publica las siguientes obras: Hiérarchie céleste, Hiérarchie Ecclésiastique, Noms divins y Theologie mystique, seguidas de once cartas. |
432 | Del mallorquín hace editar: Contemplaciones, al que agrega una parte de Blanquerna; también, Proverbios, Arbor Philosophiae Amoris y algunas más. |
433 | Drink from this fountain. Jacques Lefèvre d’Etaples…, op. cit., pág. 47. |
434 | Lefèvre d’Etaples et l’intelligence…, op. cit., pág. 64-65. Y en nota Bedouelle cita los momentos en los que Lefèvre, en sus comentarios bíblicos, se refiere a otros temas que ya hemos explicado en el acápite del Cusano, tal el de la coincidentia oppositorum y el de la docta ignorantia. |
435 | Ver la cita del De Arte Cabalistica, que reproducimos en la pág. 245 de nuestro libro. |
436 | Eugene F. Rice, jr, "Humanist Aristotelianism in France. Jacques Lefèvre d'Etaples and his circle", en: Humanism in France at the end of the Middle Ages and in the early Renaissance. Manchester University Press, New York, 1970, pág. 141. Edición a cargo de A. H. T. Levi. |
437 | Ibid., pág. 143. |
438 | Decía en una de sus obras: "Nosotros no hablamos con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino por la doctrina del Espíritu al comparar las cosas espirituales con las espirituales", y en otro lugar: "Uno es conducido por el Espíritu a la inteligencia de las escrituras sagradas y de los profetas que son el don espiritual de este espíritu, y los comprende claramente". En Bedouelle, op. cit., pág. 186. Y además: "Si alguien quiere comprender, que lo reclame al Espíritu, ya que no es uno mismo quien comprende, sino Dios en él". Ibid., pág. 187. |
439 | Se sabe que Agostino Giustiniani conoció y admiró esta obra, publicando él mismo un psalterio, en este caso óctuple. |
440 | Lefèvre d’Etaples et l’intelligence…, op. cit., pág. 86-87. |
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