LA CABALA CRISTIANA FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS |
LA CABALA EN ESPAÑA |
Teresa de Ávila |
En este apartado hemos de correr apuros y queremos compartir ello con nuestros lectores, especialmente lectoras, ya que es sabido que la madre Teresa de Jesús, de Avila, escribió casi todo lo que produjo dedicado a las monjas de las casas y monasterios que fundó. Eso sólo, el hacer partícipes a las mujeres de su vida mística, de su matrimonio con Cristo, es extraordinario desde el punto de vista de la transmisión de lo sagrado, y de la participación de la mujer en este negocio, que cada cual puede repetir en su alma, pues el Amado está presto a darse en esa entrega de cada quien. Sólo esto es espectacular como es espectacular todo en su persona al punto de que la consideramos lo más alto en la escala humana y una extraordinaria protagonista de la religión más ortodoxa, pese a que la autoridad eclesiástica tuviese conflictos con ella, sus allegados y su obra, ya que algunos de sus libros fueron prohibidos y sus conventos inspeccionados y ella misma sospechosa de herejía y constantemente perseguida –acaso por el hecho mismo de su feminidad– por el medio que, ya se sabe, odia todo lo que es extraño a él y detesta en su mediocridad lo que ignora.
En casi toda su obra está presente la necesidad del amor por Dios que se concreta en el estado de arrobo y éxtasis que le produce su unión mística con el enviado e intermediario, con el que se ensambla por el beso (de la muerte), una figura que también utiliza la Cábala, como muchas otras cosas esenciales donde se conjugan en la propia Santa, la antigua tradición hebrea representada por el Antiguo Testamento, y el Nuevo, sin ninguna contradicción, pues ambos conforman un solo legado, aunque el segundo contenga para Teresa la Buena Nueva de la Salvación. Todo elogio que se pueda hacer desde el punto de vista humanista, o simplemente humano a esta doctora de la Iglesia, es siempre vano por innecesario, dada la calidad de su prédica y los niveles de conocimiento que posee y ha necesitado transmitir, por el simple hecho de haber sido escogida, don que agradece todo el tiempo y la mantiene viva, su alma unida a quien el Cantar de los Cantares llama Rey, con quien se enlaza, en la oración, especialmente la mental o contemplativa, método que enseña (y que también lo hace la Cábala), esperando esos chispazos (gilgulim) que la traerán al ser, en una boda muchas veces intelectual con el Amado que se apodera de ella fugazmente para luego abandonarla. Por lo que su motor es el deseo, siempre inacabado y nunca del todo satisfecho, como lo es también en el ánima del cabalista el temor a Dios, el respeto a lo sagrado y majestuoso y la inseguridad perenne que se vive como pura y simple ignorancia Es fácil seguirla, porque siempre franca y veraz, no tiene empacho en contarlo todo, comenzado con su vida, su recorrido espiritual, en el nivel de la piedad y el fervor, pero siempre notorio es el Amor que la guía, la conforma y huye de su lado, pero vuelve a atraerla desde la penuria espantosa en que se encuentra, en lo que considera con toda razón pruebas que debe vencer para conquistar la presencia del Amado, que la obstaculiza, pero no para perderla, sino para cerciorarse de su Amor. Ha de jugar este juego toda su existencia, al punto que se podría tomar como el mejor ejemplo de la vida religiosa, que incluye un Dios externo y una "personalidad" individualizada que se esfuerza y desvive para alcanzar la identidad en el fervor, la oración muda, o mejor, callada, y el inmenso deseo de llegar al Ser, siempre esquivo, o sea, de ser o haber sido elegida/o, con una señal indeleble en la frente del sujeto. Y esto nos hace santos y se puede por la virtud llegar a serlo, siempre que se rece con fuerza, y se haya uno abandonado a la pobreza, padezca fríos, no se pueda bañar, nos dediquemos al ayuno u otros padecimientos, –tampoco exagerar ya que la vida misma los trae, dice Teresa– para llegar ceñida a la obediencia a unirse con Su Majestad, que atrae como la obsesión, pero también es el remolino del que sale siendo triunfadora, la más fuerte y capaz en un mundo tan difícil, complicado y competitivo. Pero donde resulta imposible seguir los paralelos entre su obra y la Cábala es en el nivel en que ambas se sitúan; la Cábala es metafísica, la prédica de Teresa religiosa; aunque en algunas ocasiones –en su papel de sabia, es decir doctora de la Iglesia– deje la puerta abierta a estados más misteriosos que la cópula con un rey por la que el alma percibe todos los gozos y eso parece ser todo. Pero sin embargo esta forma individualizada –propietaria– del Ser, subsiste y prevalece en la totalidad de su literatura pues siempre es el ego el que asciende por las moradas del castillo del alma y es constantemente el Ser al que se encuentra; no hay todavía idea de lo que No Es, las formas negativas del Nombre Divino, y se ve sólo lo que es, o mejor, se cree que lo que se vive es lo único que pueda ser por la misma función unitaria y totalizadora del Ser. Empero, la ascensión por las esferas, propia de los sistemas filosóficos gnósticos es la misma que los cabalistas realizan en el Arbol Sefirótico, lo que inspiró a Teresa en la compresión de un sistema practicable de ascenso intelectual cósmico (no supracósmico) a las puertas del Ser Universal,564 habiendo elevado su conocimiento a lo Uno, al Dios del mundo y en el mejor de los casos a la triunidad de los Principios Ontológicos, que de por sí es una hazaña no fácilmente emulable, obtenida por la gracia de Dios. En todo caso lo que deseamos destacar aquí es la similitud de su situación de amante siempre dispuesta a la generación y al servicio, con la Shekhinah, la presencia, o mejor, la inmanencia divina en este mundo en el que vivimos llamado Malkhuth, susceptible de ser fecundado por Tifereth, esplendor divino, el inefable Metatron, a su nivel el más alto nombre por el que desciende la gracia y asciende el amor conjugándose en la Belleza y siempre en el Secreto. Pero el Arbol de la Vida tiene distintos niveles, que son mundos en el espacio del alma. No sabemos en este sentido dónde podrán haber sido escuchadas sus oraciones y avisos en el ámbito del Ser Universal, pero es un hecho que su discurso es exterior, apegado a la "personalidad", y pensando en los premios y recompensas que se obtendrán después de la muerte, dando demasiada importancia a las obras y no a la gracia, tal cual los "cristianos" de hoy aunque sin la hipocresía que generalmente los caracteriza. La religión es el plano en que se mueve Teresa y al que entrega su vida al igual que lo hacen los rabinos y sus esposas, pues el hecho de la distinción entre metafísica y religión es perfectamente válido y constatable tanto entre los judíos como entre los cristianos. No exclusivamente en el período histórico al que estamos aludiendo, marcado por la Inquisición, sino en cualquier comunidad israelí activa y normal, como en tantas ciudades europeas y americanas, donde el uso del aparato religioso fuera posible. No sólo es verdad que la Cábala es independiente de la religión, sino que ella es perseguida por las sinagogas en muchas ocasiones, convirtiéndose estas así, en un impedimento a la realización espiritual más alta, lo que es lo mismo que sucede y ha sucedido en el cristianismo. La jerarquía eclesiástica frente al Conocimiento. No nos compete ni nos interesa preguntarnos a qué nivel de Conocimiento habrá llegado la de Avila, mucho menos juzgar acerca de aquello que nos es desconocido, sólo advertir aquí y allá, algún rastro en su mensaje que la empariente no sólo con lo judío –que llevaba en su sangre– como con algún resabio cabalístico, lo que no sería raro dado el florecer de ese Arbol en la España (Sefarad bíblico) de siglos anteriores, y la perdurable impronta de estos saberes que se hubiesen conservado, hasta volver a fecundar en tiempos y aún en religiones nuevas, y que pudieran ser considerados rebrotes de antiguas tradiciones, o mitos que volvían a encarnar religando –¡qué importa ahora a qué nivel!– cielo y tierra, volviendo a mencionar una auténtica salida al más allá que puede efectivizarse, usando términos hindúes, por el hatha yoga, el karma yoga, o el yoga bhakti, o vía devocional, la que parece ser la de la Santa, aunque incluso el jnani en parte le toca, yoga valorizado como la más alta jerarquía espiritual y que se corresponde con la Sabiduría, los Principios Arquetípicos y el No Ser, aunque a esta altura del viaje, quién, entre los hombres, sería capaz de decirnos qué es lo que nos está sucediendo, qué somos, perdidas ya las estructuras de la identidad.565 Nadie más humano que Teresa de Ahumada, ése es el asunto, limitado en cuanto se desea lo suprahumano, lo que ni siquiera es luz o sonido, sino sólo la noche profunda, o esto tampoco; en todo caso no una negación de algo que es, sino el estado pre-larval de la Posibilidad Universal. Y esto es el En Sof cabalístico, la presencia abrumadora e inmodificable de lo no-finito. Y esa característica crea una forma de ver completamente opuesta a lo religioso, ya que la imagen de la deidad no es afirmativa, o la afirmación de la deidad no es destacada, sino su origen increado. Como se puede apreciar, una perspectiva otra. De otro lado no está mal lo que se entiende por virtudes, pero muchas son las apariencias con que se suelen envolver; no conoce "el bueno" nada por "bueno", a lo sumo obtiene autosatisfacción y alabanzas del personal y finalmente cree lo que piensan de él y él mismo ha actuado; el engaño es absoluto, de ida y vuelta, pero eso ya se sabe, todos estamos "en el mismo lodo" –lo que es exacto– y mejor no llegar tarde al reparto de virtudes con el sexito bien sellado y anotarse a la lista oficial, que siempre gana. Una de esas virtudes es la pobreza, pasaporte de lujo para el otro mundo. Pero las monjas no saben que no hay mayor pobreza que abandonar todas las creencias –la identidad– y quedarse sin nada, sin necesidad de hacer el simulacro egótico de abandonar la fortuna, que por algo se posee, y dejar que ésta se diluya sin provecho. Otra es el sacrificio que quiere decir "hacer sagrado" a todos los niveles y no sólo privarse de tal o cual golosina, empero totalmente material y sin ninguna grandeza. Por lo que un orden que vive casi exclusivamente de la Obediencia a los superiores, todos enclaustrados, es muchas veces insalubre para las auténticas virtudes alejadas de lo pequeño y complicado, de lo minúsculo, queridas hermanas cerebro de mosquito. Pero desde luego la vida conventual puede alcanzar altos niveles siempre que la competencia en las virtudes no llegue a ratings excesivos. La castidad no es el mayor problema pero la homosexualidad y las más complicadas perversiones visitan mucho los conventos, convertidos en el laboratorio experimental de aquel demonio que tanto temen. ¿Es acaso garantía de algo el claustro? Tal vez la de no tener que lidiar con los asaltantes de caminos, que no es poco. Tampoco creemos en el dolor buscado como medio de purificación, ni en la imbecilidad de las "promesas" anudadas a los "santos"; ni siquiera creemos en la voluntad sino en la entrega, y pensamos que el Dios único tiene diversos nombres y distintas estancias, muchas veces contradictorias. El Dios Rey, tiende al combate y al fanatismo. Anda metiendo mucho ruido y ofende al silencio y la Paz. Esa forma de la deidad que signa al catolicismo más ortodoxo, y su paredro israelita, apenas es compatible con el reconocimiento del No Ser y de la Triunidad Ontológica, es decir lo que corresponde al Ser en su plano más elevado. Por lo que puede considerarse todo este esfuerzo de los conventos como algo innecesario en el camino del Conocimiento, o al menos una vía que puede ser evitada pese a la carga "oficial" y supuestamente moral que poseen estas "virtudes", muchas veces contraproducentes e insanas como todo lo que supuestamente se agota en sí mismo: la virtud por la virtud, el arte por el arte, la ciencia sólo por la ciencia etc., igualmente el cumplimiento de la norma no es red suficiente para atrapar al Amado. Estas son sólo algunas distinciones entre el enfoque religioso, en este caso judío-cristiano,566 y la perspectiva metafísica, es decir cabalística, hermética, aunque podríamos enumerar muchísimas otras, que diferencian estos criterios que el vulgo suele unificar y que es casi imposible que los individuos en esta situación cultural comprendan. A lo largo de su vida, la santa tuvo que padecer mucho la estupidez humana (su propia estupidez), de la que constantemente caía presa al descender de su utopía y volver a las andadas sintiendo la culpa de las pecadoras, imágenes sórdidas totalmente opuestas a las que suele alcanzar, cuando vuela libre, lo que la hunde intelectualmente en la dualidad, en la dicotomía, crucificada entre el bien y el mal, y en la necesidad de destacar sólo a la unidad religiosa por la que opta, simplificando el tema.567 De todo ello da cuenta su Obra Completa que se alza como un castillo en el páramo de la intemperie castellana. Comenzaremos con su Vida, publicada en 1574 de modo manuscrito cuando la monja tenía casi sesenta años, e inmediatamente recogida de circulación por la Inquisición a donde el libro había sido denunciado. Pero las copias también manuscritas se multiplican de inmediato, llegando una de ellas a manos de Fray Luis de León quien la editó en 1588 junto con el resto de su obra en Salamanca. Este libro fue escrito a pedido de su confesor. Felipe II colocó con unción, según parece, un ejemplar en la biblioteca del Escorial donde se venera su Obra. En él, ya de entrada, está presente la sensación de culpa por no ser buena sierva de Su Majestad –que no es Felipe de Habsburgo– y por eso "como quien se veía obligada a servir de más" por lo que de niña ya soñaba como otras niñas con el martirio. Así, en el capítulo 1: Desde que vi que era imposible ir a donde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas piedrecillas, que luego se nos caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone devoción ver cómo me daba Dios, tan presto lo que yo perdí por mi culpa. Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, del que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que éramos monjas; y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho.En el capítulo 10 ya comienza a declarar las mercedes que el Señor le hacía en la oración: Tenía yo algunas veces, como he dicho, aunque con mucha brevedad pasaba, comienzo de lo que ahora diré. Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo que he dicho, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en El. Esto no era manera de visión; creo lo llaman "mística teología". Suspende el alma de suerte que toda parecía estar fuera de sí: ama la voluntad, la memoria me parece está casi perdida, el entendimiento no discurre, a mi parecer, mas no se pierde; mas, como digo, no obra, sino está como espantado de lo mismo que entiende; porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa, ninguna cosa entiende.Hay también relación entre el Supremo Bien y los padecimientos del cuerpo, la enfermedad: Ya sabe Su Majestad nuestra miseria y bajo natural mejor que nosotros mismos, y sabe que ya estas almas desean siempre pensar en El y amarle. Esta determinación es la que quiere; este otro afligimiento que nos damos no sirve de más de inquietar el alma, y si había de estar inhábil para aprovechar una hora, que lo está cuatro. Porque muy muchas veces (yo tengo grandísima experiencia de ello y sé que es verdad, porque lo he mirado con cuidado y tratado después a personas espirituales) que viene de indisposición corporal; que somos tan miserables, que participa esta encarceladita de esta pobre alma de las miserias del cuerpo; y las mudanzas de los tiempos y las vueltas de los humores muchas veces hacen que, sin culpa suya, no pueda hacer lo que quiere, sino que padezca de todas maneras; y mientras más la quieren forzar en estos tiempos, es peor y dura más el mal; sino que haya discreción para ver cuándo es de esto, y no la ahoguen a la pobre. Entiendan son enfermos; múdese la hora de la oración y hartas veces será algunos días; pasen como pudieren este destierro, que harta mala ventura es de un alma que ama a Dios ver que vive en esta miseria y que no puede lo que quiere, por tener tan mal huésped como este cuerpo.Del mismo modo podemos observar que el apasionado –y apasionante– discurso de la monja es más extravertido que introvertido, y los puntos de referencia de su espacio mental son pirotécnicos aunque por momentos es, sorprendentemente, el de una mendiga, conformándose con las migajas que le tira su amo. Cosa curiosa en una mujer tan clara y orgullosa: No se ha de entender que digo esto por el subir con el pensamiento a pensar cosas altas de el cielo o de Dios, y las grandezas que allá hay y su gran sabiduría; porque, aunque yo nunca lo hice (que no tenía habilidad, como he dicho, y me hallaba tan ruin, que aun para pensar cosas de la tierra me hacía Dios merced de que entendiese esta verdad, que no era poco atrevimiento, cuanto más para las del cielo), otras personas se aprovecharán, en especial si tienen letras, que es un gran tesoro para este ejercicio, a mi parecer, si son con humildad. De unos días acá lo he visto por algunos letrados, que hace poco que comenzaron y han aprovechado muy mucho; y esto me hace tener grandes ansias porque muchos fuesen espirituales, como adelante diré.Numerosísimos temas y fenómenos acaecen en su vida, en especial después de los veintiséis años donde comienzan a sucederse sus distintas visiones y voces y lo que piensa de ellas, alejada ahora del temor a que el demonio fuese su inspirador y aconsejada por confesores y directores espirituales que terminan por apoyarla. Teresa sabe que tiene un don para la literatura y lo deja correr haciendo muy amenos sus textos que son mucho más entretenidos que las Confesiones de San Agustín, siendo que el género autobiográfico apenas está tratado en ambas religiones (judeocristianismo).572 Una de las cuestiones más singulares de sus talentos radica en sus visiones, como hemos dicho, que expone detalladamente en algunos de sus libros, y que por momentos parecen conformar un sistema análogo a otros como la conocida relación que se ha hecho entre el hinduismo y su método; en particular, no es arbitraria la comparación entre las siete moradas y los siete chakras del yoga que se van abriendo en el camino ascendente del conocimiento. No nos cabe duda que las descalzas del Carmelo han seguido y aún han de seguir las enseñanzas de Teresa sobre la manera de recibir esas visiones, cuya puerta de entrada es la oración, aunque en alguna ocasión se habla literalmente de una imagen, como el cuadro de Cristo muy ensangrentado que provocó su primera visión, o la entrega pronunciada frente a una pintura de la Virgen, a los doce años, a la muerte de su madre, que la ha amparado siempre pese a ser un acto de magia casera.573 No podemos detenernos exhaustivamente en estas apariciones de lo divino en la de Avila pues en un libro como el que estamos escribiendo no deseamos demorarnos en análisis psicológicos de tal o cual categoría o condición, sino presentar un perfil lo más nítido posible de cada uno de los autores españoles del Renacimiento en los que descubrimos rastros o trazas del pensamiento cabalístico después de la expulsión, cuya mayor expresión es la oración, (al igual que en este caso), que comparten, por otra parte, tanto el pensamiento religioso como el metafísico. En sus Moradas del Castillo Interior Teresa caracteriza con el lenguaje de los teólogos y hombres de la Iglesia que consultaba alguna de estas visiones y palabras. En el capítulo 8 trata de la visión espiritual e intelectual: … cuando Su Majestad quiere, no podemos sino andar siempre con El, como se ve claro por las maneras y modos con que Su Majestad se nos comunica y nos muestra el amor que nos tiene, con algunos aparecimientos y visiones tan admirables que, por si alguna merced de éstas os hiciere no andéis espantadas… Juan Rojas y Ausa, Representaciones de la Verdad Vestida, Místicas, Morales y Alegóricas sobre las siete Moradas de Santa Teresa. Madrid, 1679. Vengamos ahora a las visiones imaginarias: Ahora vengamos a las visiones imaginarias, que dicen que son adonde puede meterse el demonio más que en las dichas, y así debe de ser, mas cuando son de nuestro Señor, en alguna manera me parecen más provechosas, porque son más conformes a nuestro natural; salvo de las que el Señor da a entender en la postrera morada, que a éstas no llegan ningunas.Y en el capítulo 11: Pues vienen veces que estas ansias y lágrimas y suspiros y los grandes ímpetus que quedan dichos (que todo esto parece procedido de nuestro amor con gran sentimiento, mas todo no es nada en comparación de esto otro, porque esto parece un fuego que está humeando y puédese sufrir, aunque con pena); andándose así esta alma abrasándose en sí misma, acaece muchas veces por un pensamiento muy ligero o por una palabra que oye de que se tarda el morir, venir de otra parte –no se entiende de dónde ni cómo– un golpe, o como si viniese una saeta de fuego (no digo que es saeta, mas cualquier cosa que sea, se ve claro que no podía proceder de nuestro natural; tampoco es golpe, aunque digo golpe; más agudamente hiere, y no es donde se sienten acá la penas –a mi parecer–, sino en lo muy hondo y íntimo del alma), adonde este rayo, que de presto pasa todo cuanto halla de esta tierra de nuestro natural y lo deja hecho polvo, que por el tiempo que dura es imposible tener memoria de cosa de nuestro ser; porque en un punto ata las potencias de manera que no quedan con ninguna libertad para cosa, sino para las que le han de hacer acrecentar este dolor.576Hemos estudiado el comentario de Ezra de Gerona sobre el Cantar de los Cantares577 y también lo que escribió sobre ello Fray Luis como llevamos dicho. Ahora nos interesaría publicar algún trozo del Cantar, glosado por Teresa. En el capítulo 1-11, página 426 y ss: "Béseme con beso de su boca". ¡Oh, Señor mío y Dios mío, y qué palabra es esta para que diga un gusano a su Criador! ¡Bendito seáis Vos, Señor, que por tantas maneras nos habéis enseñado! Mas ¿quién osara, Rey mío, decir esta palabra si no fuera con vuestra licencia? Es cosa que espanta, y así espantará decir yo que la diga nadie. Dirán que soy una necia, que no quiere decir esto, que tiene muchas significaciones, que está claro que no habíamos de decir esta palabra a Dios, que por eso es bien estas cosas no las lean gentes simples.Y en el capítulo 3, todo es amor en la entrega:578 Pues ¿qué remedio, hijas? Pedir con la esposa. Si una labradorcilla se casase con el rey y tuviese hijos, ¿ya no quedan de sangre real? Pues si a una alma nuestro Señor hace tanta merced, que tan sin división se junte con ella, ¡qué deseos, qué efectos, qué hijos de obras heroicas podrán nacer allí, si no fuese por su culpa!Y todo es embriaguez bebiendo el vino de estos pechos que nos transportan más allá, a nuestra propia raíz, a la esencia del origen, a la deidad: Porque adonde he dicho, digo lo que el alma ha de hacer aquí para aprovecharnos, y esto no es sino para dar a entender algo de lo que voy tratando, no quiero alargarme más de que en esta amistad (que ya el Señor muestra aquí al alma, que la quiere tan particular con ella, que no haya cosa partida entrambos) se le comunican grandes verdades. Porque esta luz que la deslumbra –por no entenderlo ella lo que es– la hace ver la vanidad del mundo. No ve al buen Maestro que la enseña, aunque entiende que está con ella; mas queda tan bien enseñada y con tan grandes efectos y fortaleza en las virtudes, que no se conoce después ni querría hacer otra cosa ni decir, sino alabar al Señor; y está, cuando está en este gozo, tan embebida y absorta, que no parece que está en sí, sino con una manera de borrachez divina, que no se sabe lo que quiere, ni qué dice, ni qué pide. En fin, no sabe de sí, mas no está tan fuera de sí que no entienda algo de lo que pasa.Se nos ha alargado este acápite que merece ser tratado más extensamente, aunque no hemos querido privarnos del gusto de terminar copiando cuatro de sus poesías, las que al igual que las de Fray Luis ya mencionadas y otras que citaremos al tratar de San Juan de la Cruz en el apartado siguiente, nos traen evocaciones difusas de la primera juventud, cuando fueron leídas por primera vez, tal como le ha sucedido a varias generaciones. Van a continuación cuatro poesías-remembranzas, las número 1, 2, 24, y 33: 1. Mi Amado para mí.Con todo y estas bellezas, nos pesa el hecho de que a partir de la santa y su camino hacia Dios, se haya uniformado su sistema –su yoga– basado en la devoción y solo el amor (aunque ya hemos afirmado que no excluye a la Sabiduría), como la única vía, prácticamente, de realización espiritual y llamar a esa posibilidad "misticismo", lo mismo que en el judaísmo, asimilándolo a la religión y a la muchas veces vaga noción de un Dios creador y totalizador-totalizante, como si fuera una entidad individual que no difiere de otras creadas salvo en su poder, o tamaño. En síntesis, una forma de concebir la deidad mediante la forma de Jesús y en otros casos materializada como una diosa virgen, siempre de modo humano. Dijimos al comenzar este estudio que nos veríamos en apuros al tratar a Teresa y es precisamente esto lo que se ha presentado. Por una parte valorizamos su obra y su vida, por otra sabemos que la religión no es la metafísica, por propia experiencia, y que es un nivel distinto y por momentos opuesto; pues consideramos a su pensamiento como reduccionista en la búsqueda del Conocimiento. Cuando desgraciadamente la imagen de lo "místico" ha suplantado a la Sabiduría de siempre y hasta se juzga el Conocimiento de otras realidades en relación con las costumbres, "técnicas" y conductas de las carmelitas descalzas y aún se equiparan esas "virtudes" con las metafísicas orientales, (las que vendrían a ser más de lo mismo), estamos ante equívocos gruesos a sortear y bordeamos el tema de la religión judía y el misticismo en relación con la Cábala, es decir, con la tradición metafísica de Israel y su sabiduría grabada en el Arbol sefirótico. Todo nuestro homenaje a Teresa de Ahumada, rogando al Altísimo nos provea con su celo ejemplar, y ponernos como ella bajo la protección del profeta Elías –Eliseo incluido, que fueron arrebatados al cielo y allí están vivos–, como también lo hacían los alquimistas de la época que lo conocían como Elías-Artista. Como vemos, por razones cíclicas, el sabio ha sido reemplazado por el santo. |
NOTAS | |
564 | La lectura del ascenso al Monte Sión de Fray Bernardino de Laredo sirvió como detonante en parte de su trayecto. En muchos comentarios y cartas habla a favor de los intelectuales y las letras a las que considera harto importantes, aunque no imprescindibles en su propio método. |
565 | No falta tampoco quien, lamentablemente, piensa que las mujeres, por su propia naturaleza que creen servil y conservadora no pueden alcanzar sino niveles relativos de conocimiento –lo que les impide el sacerdocio–, entorpecidas por sus limitaciones, sólo capaces de creer en lo que es material, o existencial, de alguna manera concreto y formal, ejemplo de lo que es más acá y no más allá; lo que dicen es la regla, a lo que objetamos, de que en el caso que eso fuera cierto, lo que parece improbable, siempre habrá excepciones. |
566 | Y también islámico. Es decir las tres religiones abrahámicas a las que corresponde realmente el vocablo "religioso" a diferencia de todas las otras espiritualidades presentes o pasadas, comenzando por el paganismo y siguiendo con el hinduismo, el budismo, el Extremo Oriente, etc., más abiertas a lo metafísico y menos apegadas a lo histórico, político y exclusivamente monoteísta en lo exterior. |
567 | En la duda no te abstengas sino que busca tu seguridad. El bien es tu elección, el mal, si lo niegas no existe. Opta por la unidad religiosa, Dios mismo te lo indica, parece decirse a sí misma la conciencia de la descalza. |
568 | Santa Teresa de Jesús, Obras Completas. Transcripción, introducción y notas de Efraín de la Madre de Dios, O. C. D. y Otger Steggink, O. Carm., Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1986, pág. 35. |
569 | Ibid., pág. 66-67. |
570 | Ibid., pág. 74-75. |
571 | Ibid., pág. 76-77. |
572 | Ver Morris M. Faierstein, Jewish Mystical Autobiographies, Book of Visions and Book of Secrets. Paulist Press, New Jersey, 1999. |
573 | Obras Completas, Libro de Vida, op. cit., pág. 35. |
574 | Ibid., pág. 552-553. |
575 | Ibid., pág. 556 y ss. |
576 | Ibid., pág. 563. |
577 | Ver Federico González-Mireia Valls, Presencia Viva de la Cábala, op. cit. |
578 | Obras completas, op. cit., pág. 448-449. |
579 | Ibid., capítulo 4, pág. 450-453. |
580 | Ibid., pág. 654. |
581 | Ibid., pág. 654. |
582 | Ibid., pág. 665. |
583 | Ibid., pag. 670. |
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