PRESENCIA VIVA DE
LA CABALA FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS |
Vestuario judío de la zona del Rin Darmstadt, Hessische Landes-und Hochschulbibliothek |
LA CABALA DE PROVENZA Y GERONA (1) |
Para la llamada Cábala histórica, esto es, la
expresión en el tiempo cronológico del legado eterno y siempre
actual del esoterismo judío, la región de Provenza
representó la tierra fértil que en el siglo XII y principios del
XIII acogió las semillas de esa herencia supranatural y gestó unas
nuevas formas para vehicular y transmitir lo medular de su doctrina, que por
aquél entonces, y debido en parte al desgaste ocasionado por la
diáspora del pueblo de Israel (o sea, por unas condiciones
cíclicas inherentes a toda manifestación), estaba diluida y
necesitada de una regeneración. No olvidemos, además, que en estas
comarcas del Languedoc confluyeron diversas expresiones del esoterismo de
distintas tradiciones, como es el caso de la presencia de los Templarios, los
monjes-guerreros guardianes y transmisores del esoterismo cristiano, así
como la existencia de organizaciones iniciáticas de corte caballeresco
inspiradas en la simbólica de las Cortes de Amor, o bien guildas de
masones que se apoyaban en el oficio de constructor para la edificación
interior y espiritual, y también círculos de iniciados del Islam,
o adeptos solitarios que seguían su camino de realización interna
a cielo raso, todo lo cual configuró una coyuntura en la que la corriente
esotérica fluía con fuerza, y aunque en apariencia se revistiera
de distintos ropajes, en el fondo se buscaba y experimentaba una sola y
única Verdad.
Este ímpetu interior tuvo también una
repercusión en el ámbito exotérico, de tal manera que
fueron muchos los centros de enseñanza, sobre todo de medicina pero
también de otras artes y ciencias tradicionales, que florecieron en
ciudades como Montpellier, Narbona, Lunel, Posquières, Carcasona,
Béziers, y otras. A estas escuelas llegaron una gran cantidad de
manuscritos en árabe sobre textos griegos (de sabios
neoplatónicos, neopitagóricos, gnósticos, etc.) que fueron
traducidos al hebreo y luego al latín, posibilitando que tales
conocimientos (de medicina, pero también de alquimia, matemáticas,
astrología, música, magia, y demás ciencias) cayeran en
manos de los iniciados de las distintas corrientes antes aludidas, los cuales se
alimentaron de sus enseñanzas y pudieron así actualizar la
doctrina
esotérica60.
Respecto de los hebreos que vivieron en esta zona del
Mediterráneo se sabe que gozaron de un buen reconocimiento social (aunque
no exento de luchas y tensiones), ocupando diversos cargos públicos y de
confianza, además de participar activamente en la vida cultural,
artística y comercial, así como en la enseñanza y
difusión de innumerables ramas del saber. Muchos de ellos trajeron los
conocimientos adquiridos a lo largo de su peregrinar por las tierras de
Alejandría, Bizancio, Persia, norte de Africa, etc.; además
solían dominar varias lenguas, por lo que su contribución fue
fundamental en la traducción de muchos de los libros y escritos llegados
a esa región.61
En medio de este fecundo sustrato, pequeños grupos de
sabios o iniciados judíos fueron gestando la vivificación de su
esoterismo, y la Cábala experimentó un período que
podríamos calificar de embrionario. Los historiadores han rescatado los
nombres de una saga espiritual encabezada por Abraham ben Yitshac de Narbona que
fue la propulsora o aglutinadora de esa reelaboración. Se dice de este
cabalista que siendo presidente de la corte rabínica de Provenza y un
gran talmudista, heredó la esencia de su tradición –recibida
en parte según nos refiere G. Scholem de Yehudá ben Barzilay de
Barcelona62–,
pero que nunca la reveló en sus escritos sino que la transmitió
oralmente a su pequeño círculo, y especialmente a su hijo Abraham
ben David, del cual explica M. Eisenfeld:
Y para hacernos una idea del clima de investigación y
apertura intelectual que rodeó a este cabalista y su grupo agrega que:
Pero el personaje más conocido de esta familia es sin
duda el descendiente de Abraham ben David, Isaac, apodado el
Ciego65, no
tanto porque le faltara la visión de lo perceptible por los sentidos (lo
cual nunca se podrá llegar a comprobar) sino porque simbólicamente
fue tan grande la riqueza de la luz interior que "concientizó" en sus
experiencias de orden cosmogónico que su exceso lo cegó,
abriéndose así la puerta hacia la inconmensurable realidad de lo
que está más allá del Cosmos, de lo metafísico, que
es de lo que se impregnan todos sus escritos y muchas de las enseñanzas
que legó a sus discípulos. Isaac nació probablemente en
Posquières o en Narbona y murió hacia 1235. Poco más se
sabe de su vida individual, como suele ser habitual entre los iniciados
judíos que llevaban una existencia al margen de la comunidad y dedicada
íntegramente a la
contemplación66,
al estudio de su tradición y a la transmisión de la doctrina a
unos pocos adeptos cualificados. A estos sabios se los llamaba perusim,
que significa apartados o separados, lo cual no quiere decir que vivieran ajenos
al mundo, sino que supieron aprovechar las condiciones propicias para la
concentración que les procuraba aquel modo de vida, y así se
liberaron de las ataduras y esclavitudes de lo pasajero y perentorio, y pudieron
sumergirse en las más profundas investigaciones sobre el ser humano y el
universo, o el Mundo en su sentido más amplio. Tal como refiere Isaac en
uno de sus manuscritos, el paso primero y principal en esta senda de
Conocimiento es entregarse sin restricciones mentales de ningún tipo:
Aunque no fue demasiado partidario de dejar por escrito los
arcanos que iba inteligiendo, y aún menos de darlos a conocer a los
profanos, se ha conservado de su puño un extraordinario Comentario al Sefer
Yetsirah67,
otro sobre Job y unos setenta fragmentos dispersos, que con un lenguaje por
momentos muy críptico y enigmático sintetizan las especulaciones
que se operaban en el alma de aquellos iniciados, iluminados no sólo por
la transmisión horizontal de su cadena tradicional, sino también
por la vertical, pues de varios de ellos, entre los cuales se cuenta al mismo
Isaac, se dice que recibieron el influjo del profeta Elías, tal como
veremos un poco más adelante.
G. Scholem dedicó parte de su estudio Los
Orígenes de la Cábala a investigar acerca de este cabalista y
su círculo, destacando sobre todo aquellos aspectos doctrinales que
apuntan hacia el perfilado y coagulación del modelo del Arbol
sefirótico. Nos dice:
Y en otro libro puntualiza:
Ahora bien, todas estas denominaciones por las que Scholem
muestra un interés eminentemente sistematizador, no representan para
Isaac el Ciego un afán clasificatorio y paralizante, sino que como
símbolos que son, constituyen más bien vehículos para
nombrar lo que del Innombrable puede ser numerado, pesado o medido y por tanto
conocido. Las palabras son evocaciones de realidades superiores o más
interiores, de ahí que este cabalista empleara expresiones universales
presentes no sólo en el ideario del pueblo judío, sino en el de
muchas otras tradiciones de la tierra, tal el símbolo del árbol
como modelo del Cosmos, o el del fuego, las llamas y las brasas que equipara al
Espíritu de donde todo surge y a donde todo retorna, y también el
de la montaña que vincula al Todo y su Principio, y cuyo vientre
está surcado de filones o túneles, simbólicas que pone en
correspondencia con los senderos que unen las sefiroth y por los que
circulan las vibraciones que animan el Universo. Imágenes todas ellas de
gran poder y que promueven en el buscador del tesoro oculto la imperiosa
necesidad de sumergirse en su interioridad y mamar directamente de la fuente y
raíz de la existencia. El mismo "mamar" es un término clave en la
didáctica de Isaac, ya que con él alude a la succión e
ingesta del líquido nutricio que no es sino el propio Espíritu que
se da y recibe a sí mismo; lo único, por tanto, que alimenta,
colma y sacia. Religando este misterio en unas pocas líneas,
asegura:
|
NOTAS 60 La tradición se
regenera constantemente gracias a las síntesis y las adaptaciones que
acontecen cíclicamente, pero estas operaciones no son nunca un
sinónimo de sincretismo o de invención –aspectos
éstos ligados al pensamiento racional, a las opiniones individuales y a
lo relativo–, sino que obedecen a la intervención de una facultad
supranatural denominada intuición intelectual, y están siempre
inspiradas y referidas a los principios universales
inmutables. |
Home Page |