Más allá de las nubes y de las antorchas con las que pretendemos iluminarnos, en la ciudad celeste se recrea ininterrumpidamente el modelo del universo, con sus cuatro planos definidos. El audaz Mercurio, atravesado por el Fiat Lux, retorna al sol de medianoche, al abismo del no ser. Desde esta "perspectiva", el universo es un arco limitado dentro de la Posibilidad Universal. Y en forma de Noûs o Verbo retorna de nuevo para fecundar las nutricias aguas mercuriales.
← Steffan Michelspacher, Cabala. Imprenta de David Francken, Augsburgo, 1616 →