|
|
|
|
INVERSAS O LITERARIAS |
|
|
|
Antecedentes, Gargantua y Pantagruel La relación con el Hermetismo de la utopía de Joseph Hall Un Mundo Distinto pero Igual publicada en 1607, viene dada desde el comienzo, ya que el autor la firmó cuando se editó con el seudónimo de Mercurio Británico.1 Sin embargo esta crítica a la sociedad nada tiene de hermética como veremos en su momento, sino que es profana y moralista además de poco ingeniosa, contradiciendo así las propiedades sagradas de Hermes, un dios vinculado con la agilidad y lo aéreo, características ausentes en esta obra. Por otro lado esta sátira literaria tiene en su forma un parecido con otra obra del género, Gargantua y Pantagruel (1532-1542), de François Rabelais, escritor galo del Renacimiento que pasa por ser un autor esotérico, aunque esto no sea fácil de advertir por el lector corriente, pese a que el propio Rabelais anuncia en la introducción a su obra sobre intenciones ocultas. Efectivamente en varias ocasiones a lo largo de los cinco libros de Gargantua y Pantagruel se vuelve de un modo y otro sobre el tema hermético, amén de la mención constante de autores metafísicos como Platón, Proclo, Plutarco, Duns Scoto, Alberto Magno, Cicerón, Homero y Hesíodo, Euclides, Jámblico, Ovidio, etc., etc., y otros escritores clásicos, además del desfile de personajes míticos e históricos, de la erudición y la filosofía, y se comprueba la mención de la magia, alquimia, cabalística, geomancia y astrología y la de la música, geometría, aritmética, astronomía, es decir las artes liberales, citadas dentro de una permanente exageración, de un realismo fantástico, en donde el vino y la comida adquieren un papel protagónico y donde la grosería es una constante. Todo ello matizado de una microgeografía oculta y la cita y burla de personajes de su tiempo y lugares y seres inventados en una mitología personal que ha llevado a numerosos investigadores a estudiar en profundidad su obra;2 igualmente se nombra a Moro y a un país imaginario llamado Utopía. Asimismo esta obra genial creadora de varios géneros y "clichés" literarios que se repetirán como una constante en el futuro, desde Balzac y Tolkien a los premios Nobel Miguel Angel Asturias y García Márquez, etc., tiene al final de su libro primero, cap. III, su propia ciudad de la utopía: la abadía de Telema, antecedente de las distintas utopías de signo inverso o satírico, que la de Joseph Hall simboliza de modo manifiesto y que se sucederán en grandísimo número a lo largo del tiempo e involucrarán a autores contemporáneos. Telema es una abadía pero al mismo tiempo una ciudad análoga a algún castillo aunque sin murallas. Ha sido construida en un emplazamiento en la ribera del Loira, lugar que Gargantua ha cedido a un monje amigo con el que compartió numerosas aventuras y que deseaba instaurar una abadía a su gusto; Gargantua accedió a ello imponiéndole además que instituyese una religión que fuese lo contrario de todas las otras. Para empezar se decretó que allí no habría relojes pues la mayor pérdida de tiempo está en contar las horas, ya que de ello no viene ningún bien. Las labores serían establecidas según las oportunidades, personas y ocasiones. Los novicios podrían entrar y salir de allí a su antojo. Y como ordinariamente en los conventos se hacen los votos de obediencia, pobreza y castidad, se estableció que allí pudieran casarse honorablemente y que cada uno accediera a ser rico, y viviese en completa libertad. He aquí la descripción de la ciudadela:3
lo que aquí reproducimos:
Por lo contrario:
Y más adelante sigue con el edificio de los Telemitas:
Posteriormente en el capítulo LVII llamado "cómo tenían los Telemitas su manera de vivir", dice lo siguiente:
Como se ve la vida en Telema –que no narramos en su totalidad– era jauja aunque no podían entrar allí ni curas ni tramposos ni toda otra serie de personajes que Rabelais denosta de modo tupido a lo largo de su obra que denuncia constantemente los vicios y malas prácticas de su época y a las que opone un sabio naturalismo, la virtud del evangelio, el rechazo a la hipocresía y la búsqueda de la quintaesencia, a la par que aconseja el buen yantar y beber, el buen vivir, (excesos que W. Blake siglos más tarde trata como una forma posible de ingresar al palacio de la Sabiduría) contrapuestos a las falsas y mentirosas costumbres virtuosas propuestas por el clero y la Iglesia corrupta lo que sin duda provocaría posteriormente la Reforma.
La obra firmada por Mercurio Británico Ya hemos mencionado que la utopía de Joseph Hall, Un Mundo distinto pero Igual, estaba relacionada con el hermetismo por el hecho de estar firmada con el pseudónimo de Mercurio Británico,5 empero su contenido no se vincula con la Ciencia Sagrada, tal las comentadas anteriormente. Se trata de una crítica cruel, de tipo sarcástico del hombre y la sociedad de su tiempo con el objeto de zaherirla desde un punto de vista moral, sin otros contenidos que el compararla por inversión con las virtudes cristianas protestantes opuestas, a las que no se mencionan expresamente pero que se encuentran presentes, presidiendo todo el conjunto. Pero al mismo tiempo la factura de la obra es vulgar y grosera Éste, fue un pastor inglés de origen calvinista y puritano, teólogo de formación académica, que fue escalando posiciones hasta llegar a ser obispo de Exeter. Sus escritos devotos, sus sermones y textos teologales, graves y circunspectos nada tienen que ver con Un mundo distinto pero igual, obra de juventud, de la que nunca reconoció la paternidad, dada su posición clerical conseguida laboriosamente. Parece ser también que la escribió como un entretenimiento especialmente realizado para obtener dinero, asunto que tuvo un desenlace feliz ya que su obrita alcanzó inmediatamente gran éxito y difusión, pese a haber caído con justicia posteriormente en el olvido. Su libro puede verse como un ejercicio erudito pretendidamente brillante, aunque los autores clásicos citados no son mayormente metafísicos y aun los textos mencionados de estos últimos no son los mejores ni los más trascendentales, ni tienen ningún sentido oculto evidente, relacionado con otras realidades o mundos por lo que da la impresión de una hojarasca vana, o de un divertimento sin objeto, salvo el del lucimiento personal, cobijado bajo el amparo de las utopías de Platón, Tomás Moro, y nada menos que pretendidamente bajo el amparo del propio Hermes Trimegisto. De todos modos esta obra merece ser tratada aquí por iniciar oficialmente un género, el de las utopías inversas, negativas, y aún el de las literarias, de interés universal. Por otra parte muchos son los que han querido profitar del prestigio de la Ciencia Sagrada y del Arte Real (nombre como se sabe dado a la Alquimia) incluso atacándola como hace este autor (y también con Paracelso, un célebre cultor de lo hermético), y otros personajes que como Hall quisieron aprovecharse en su beneficio y a los que desde la Edad Media se les daba el nombre despectivo de sopladores cuya ambición era exclusivamente la de obtener oro material por su valor de cambio y de mercado. Entrando ya en un somero análisis de Un mundo distinto pero igual 6 indicaremos que desde el comienzo se abre el libro con un mapa –que será una constante en toda la obra– de una nueva tierra en el antártico, al sur de América y África, especie de Tierra del Fuego, Australia o Nueva Zelandia, cuya geografía fantástica se describirá más o menos minuciosamente a lo largo de la obra, dividida y subdividida en países, provincias y territorios de nombres más o menos alegóricos y presuntamente graciosos, característica que asimismo es otra de las "originalidades" del libro. Luego se van desgranando lentamente uno tras otro breves capítulos donde se juntan de modo grotesco diversos vicios que se satirizan a veces de modo zafio o burdo, como la gula, o la pereza, o se emiten opiniones contra los viajes u otras fobias del autor puritano, todo debidamente condimentado con algunos comentarios furris y excentricidades que quieren ser brillantes; trufado el conjunto de frases en griego y falsas etimologías. Así el país llamado Crapulia (crápula = vómito de vino) tiene dos provincias: Panfagonia
e Ivronia (ebriedad); Losania, (lujuria) está cerca de Crapulia; la parte más deliciosa de Panfagonia se llama Golosina, otras se denominan Mortadella, Formaggio, Mazzapane y las escuelas son de manducatoria etc. etc. Nada se dice en cambio del tratamiento del banquete y el convivio con los amigos presente en Platón (Conv. 176a, Leyes II 637d-e, 641d, 671b-c), Cicerón (Senect. 46) y Plutarco, y de la importancia del vino como liberador de inhibiciones y de su sacralidad atestiguada por Dionisos y Baco y los ritos pertinentes de invocación.7 Desde luego no se mencionan las fiestas del Nuevo Testamento que tenían al Maestro Jesús como invitado y mucho menos la última cena y la institución de la eucaristía donde el pan es la carne de Cristo y el vino su sangre. Por el contrario, todo es grotesco y huele a la más baja y degradada de las cantinas. Las leyes son las siguientes entre otras igualmente ordinarias:
Por cierto que adoran a Saturno capaz de comer hasta a sus propios hijos. Su héroe cultural es un duque en cuya tumba está grabada una piedra que entre otras cosas dice:
Las familias nobles se apelan: los Ventrudos, los Buccones, los Palatinos (palatus= paladar). Sin comentarios. Viene luego la exposición de la pereza y las ciudades se llaman entonces Lirona y Roncalia. Siguen los mapas y el aburrimiento hasta llegar al Libro II. Se trata aquí de execrar a las mujeres que habitan la Isla de los Loros. Igualmente las regiones de Linguadreia, Afrodisia, Amazonia, Euginia, Desvergonia y también la isla Hermafrodítica. Todo esto es tan largo y pesado que el lector sabrá comprender el hecho de que no nos explayamos para su beneficio. La mujer es inferior, inestable, y vil por excelencia. Para muestra basta un botón:
Finalmente en el libro tercero se trata de Moronia (moron, en inglés, igual a tonto, estúpido, imbécil). Siguen los mapas, la estéril erudición, y los pecados: la ira, la fatuidad, la codicia, etc.; de los clásicos las citas menos afortunadas. Se agregan unas gruesas invectivas a los sacerdotes católicos, a Paracelso y a la Alquimia tratados de modo despectivo, como se ha dicho. Hay un libro cuarto que hemos leído sólo por obligación que sigue la línea de lo que hemos descrito. Firma el libro sorprendentemente un viajero (que pasó 30 años en esas tierras) académico en otro tiempo. La conclusión anunciada en el título parece ser la siguiente: Nada hay nuevo bajo el sol y los americanos o como se llamen los pobladores de estas nuevas tierras son tan miserables y repugnantes como cualquier otra naturaleza corrupta conocida. Se acaba la obra con un pretencioso índice onomástico. Felizmente hemos terminado de leer esta anti-utopía. Nada tenemos que agregar. Sólo mencionar que hemos conseguido conocer este libro gracias a los esfuerzos de Emilio García Estébanez que tradujo del original latino, al igual que lo hizo con Cristianópolis, siendo las únicas versiones de estos textos al castellano. Tampoco conocemos traducciones modernas al inglés y al francés. |
VII. La Nueva Atlántida |
NOTAS | |
1 | Curiosamente años después el alquimista y masón Elías Ashmole utilizaría el nombre de Mercuriophilus Anglicus para signar sus textos. |
2 | A principios del siglo XX existía en Francia una revista exclusiva de estudios rabelesianos. |
3 | Rabelais. Gargantúa y Pantagruel. Edaf, Madrid 1990. Traducción de Alvaro Rocha Montero. |
4 | Y ya acabando este discurso Rabelais profetiza un Apocalipsis para el futuro fin de los tiempos de acuerdo a los Evangelios, "ya que el hijo no ha de hallar pena infamante cuando contra su padre se levante", para terminar con estas imágenes "pues diluvio será que inunde todo y que todo lo manche con su lodo" … "pero al fin llegará el feliz momento de que acabe tan hórrido tormento: el agua iniciará su retirada de la tierra que tuvo embarrancada; pronto aparecerá por el oriente llama y calor de fuego incandescente que llegando por fin a tocar tierra terminará las aguas y la guerra. Y ya estos accidentes concluidos tendrán ventura y paz los elegidos". |
5 | Incluso la figura de Hermes es la portada interior de la primera edición, Francfort 1605. |
6 | Joseph Hall. Un mundo distinto pero igual. Akal, Madrid 1994. |
7 | Como curiosidad tangencial, hay numerosos testimonios entre los clásicos de que Sócrates bebiendo copiosamente no se emborrachaba nunca. Platón también lo afirma en el Libro I de Leyes. |
Indice |
Home page |